06/08/2025 – En un diario de la ciudad estadounidense de San Francisco, una periodista relató un acontecimiento que tuvo lugar en una fiesta. El anfitrión levantó a un bebé en brazos y lo presentó con orgullo como su “superbebé”. Este gesto no fue solo una muestra de la ternura de un padre, sino también la exhibición de un ser humano diseñado a medida. En la actualidad, nuevas empresas aplican técnicas de reproducción asistida con manipulación genética. Estas prometen que el individuo resultante de esta mejora genética no padecerá ciertas enfermedades que suelen afectar a las personas concebidas de forma natural.
Como señaló un periodista del diario Clarín la semana pasada, este fenómeno evoca el viejo sueño de la eugenesia. Este concepto resurge hoy a través de estas startups, que buscan crear una nueva élite biológica para aquellos con mayor poder adquisitivo. Se presenta como una solución para prevenir el sufrimiento y mejorar la condición humana, pero detrás de esta fachada se ocultan serios dilemas éticos y morales. La manipulación genética con fines selectivos plantea preguntas sobre la igualdad y la dignidad de todas las personas, independientemente de sus características genéticas.
En junio de 2018, el Papa Francisco ya había alertado sobre las implicaciones de estas prácticas. En ese entonces, denunció que los abortos realizados tras la detección de posibles defectos de nacimiento en exámenes prenatales son una versión moderna de los intentos nazis de crear una raza pura mediante la eliminación de los más débiles. Esta advertencia pone de manifiesto el peligro de un enfoque que prioriza la perfección genética sobre la vida humana en todas sus formas. Para profundizar en esta nueva versión de la eugenesia y sus implicaciones, dialogamos con Nicolás Lafferriere, director del Centro de Bioética, Persona y Familia.
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