La Obsesión de la Culpa- El Escrúpulo

jueves, 27 de noviembre de 2008
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Te propongo que puedas prestar mucha atención esta situación vital que vos también podrías haber pasado, pasaste o estás pasando:
 
Laura es una joven que todos los días sale de su casa muy temprano y se dirige a su trabajo. Lleva una vida muy tranquila y recatada. Es tímida y alegre, muy cumplidora y exigente consigo misma.
Un día su jefe la llamó y le dijo:
-Laura, ¿qué pasó con los papeles que le pedí hace media hora? ¿No le dije que eran urgentes?
-Pero sí, lo que pasa es que lleva un poco de tiempo el análisis. Estoy revisando todo detalladamente, Señor. No quiero que se me escape nada. Todo perfecto, como ud ya sabe. Por eso, todavía no se los traje.
-Bueno, bueno, qué tiempo ni  tiempo, Laura, rápido, rápido. Tiene quince minutos para traerme las cosas.
Laura salió de su oficia ágilmente mientras pensaba en voz alta:
-¡Qué terrible! Cada vez soy menos competente para este trabajo. No hago las cosas a tiempo. No, no pude se, encima si no lo termino va a ser mi culpa. No, yo que siempre hago todo bien, que no me equivoco nunca no aceptaría un fracaso. ¿Qué van decir mis compañeras? ¿Y mi familia? No, no, esto no me va a ganar. Yo voy  a poder con este obstáculo, aunque es muy difícil y hasta le negué ayuda a Pedro para terminar. Ni siquiera el agradecí a Clarita el almuerzo que me trajo.
En fin, como sea, mis metas se van a cumplir y si no, no voy a tener más remedio que quedarme tiempo extra toda la semana para reparar esta impericia
Obviamente, entre esos pensamientos y divagaciones conflictivas se pasaron los quince minutos y se sintió una voz que decía:
-¡Laura!
-¡Uhh!
 
¿Te gustó? ¿Te pareció real? ¿Te pasó alguna vez? ¡Cómo ocurre que de las pequeñas cosas, a veces, hacemos grandes problemas.
En esta historia vemos algunas actitudes, pensamientos que vamos a profundizar. ¿Te pasó que te exigiste no fallar nunca en lo que hacés a cualquier costo? En el ámbito en que sea que estés: en tu trabajo, por ejemplo, pero también puede ser entre tus amigos, en el deporte, en el hogar, en las cosas cotidianas. Y nos vamos transformando en obsesivos, en detallistas con un legalismo, que en cada acción que realicemos tenemos que hacerlo bien y vamos olvidando, poco a poco, gestos de servicio y gratitud hacia los demás. Como en el caso que compartimos, que se olvidaba Laura de sus compañeros de trabajo, como Clarita, como Pedro que habían colaborado. ¿Por qué? Porque ella tenía que lograr lo que se había propuesto a cualquier costo, porque ella no tenía que fallar. ¿Te parece que tenemos temor frente al fracaso o la culpa si no llegamos a cumplir las metas que nosotros nos proponemos?
Te invitamos a que transites por otros de los mecanismos que usamos para defendernos del mal, ya sea para defendernos de nuestras debilidades para poder rechazarlas, para poder alejarlas de nosotros porque no nos animamos a asumirlas.
¿Cómo es tu relación con la culpa? ¿Caés en la obsesión, en ser detallista? ¿En sentir que estoy dudando constantemente si hice bien o si hice mal, si me perdonó el hermano al cual ofendí?
Antes hemos estado viendo los mecanismos que nos permiten integrar el mal que está en nosotros y que debemos integrarlo, asumirlo y, de esa forma, el Señor puede transformarlo. Pero primero tenemos que aceptar que somos humanos.
Pasamos a definir, yo voy a definir que es lo ideal, cuáles son las condiciones precisas de lo que es correcto o perfecto en mi propia vida. Yo paso a ocupar el lugar d