En una nueva emisión del ciclo “Enseñanzas desde el Magisterio de la Iglesia”, junto al padre Javier Soteras, continuamos la reflexión en torno al Documento Conclusivo de Aparecida, que lleva por tema “Discípulos y Misioneros de Jesucristo, para que nuestros pueblos tengan en Él vida”.
26/09/2024 – Desde el capítulo 8 se invita a la reflexión sobre el Reino de Dios y la promoción de la dignidad humana. Allí abordamos desde el punto 391, dedicado a la opción preferencial por los pobres y excluidos.
En los primeros párrafos el Documento menciona la gran preocupación y la angustia por los millones de latinoamericanos que no pueden llevar una vida digna y desde ese lugar recuerda que la opción preferencial por los pobres es uno de los rasgos que marca el caminar de la Iglesia. Asimismo, explica que dicha opción “está implícita en la fe cristológica en aquel Dios que se ha hecho pobre por nosotros, para enriquecernos con su pobreza”. Por tanto, nace de la propia fe en Jesucristo.
Siguiendo esta línea, se enfatiza que los cristianos, como discípulos y misioneros, estamos llamados a contemplar, en los rostros sufrientes de nuestros hermanos, el rostro de Cristo que nos llama a servirlo en ellos: “los rostros sufrientes de los pobres son rostros sufrientes de Cristo”. Ellos son los que deben interpelar el obrar de la Iglesia, de las comunidades parroquiales, de las pastorales y nuestras actitudes cristianas.
De la misma fe en Cristo y su reconocimiento en el rostro de los más sufrientes y excluidos, nace también la solidaridad como una actitud permanente de encuentro, hermandad y servicio. En ese marco, el Documento expresa que “el servicio de caridad de la Iglesia entre los pobres es un ámbito que caracteriza de manera decisiva la vida cristiana, el estilo eclesial y la programación pastoral”.
En dicho contexto, al hablar de los pobres y excluidos, el texto también hace lugar a las palabras de Benedicto XVI, recordando que la Iglesia está convocada a ser “abogada de la justicia y defensora de los pobres” ante “intolerables desigualdades sociales y económicas”. Y agrega: “no cabe duda de que la Doctrina Social de la Iglesia es capaz de suscitar esperanza en medio de las situaciones más difíciles, porque, si no hay esperanza para los pobres, no la habrá para nadie, ni siquiera para los llamados ricos”.
Podés ver el programa completo en el video que acompaña esta nota