La Oración

viernes, 25 de junio de 2010
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Hoy veremos el evangelio de Lucas cap 9 donde Pedro hace su profesión de fe. Al leer esta palabra yo traté de ponerme un poco en el lugar de los apóstoles y también en el lugar del Señor que tenía que tener una paciencia con sus pobres discípulos y me doy cuenta que si el Señor tenía que tener esta paciencia con los discípulos y su enseñanza tenía que ser así tan respetuosa de las posibilidades, los límites de los tiempos cuanto más tendrá que ser con nosotros hoy, así que me consolaba pensando que cada uno de nosotros podemos decirle, “si Tú nos elegiste Señor, tenenos paciencia” Entonces nos ponemos en la presencia del Señor invocando su Santo Espíritu para que desde la palabra podamos encontrarnos, dejar que Dios nos encuentre, mirar la vida, sentirla, percibirla desde el proyecto de Dios. Dice la palabra “Un día Jesús estaba orando y sus discípulos estaban con El y entonces les preguntó ¿quien dice la gente que soy yo? Ellos respondieron “unos dicen que sos Juan el Bautista, otros Elías y otros alguno de los antiguos profetas que ha resucitado” “pero ustedes, les preguntó, ¿Quién dicen que soy yo? Pedro tomando la palabra, respondió “Tú eres el Mesías de Dios” y El les prohibió terminantemente que no lo dijeran a nadie y el Hijo del Hombre, les dijo, debe sufrir mucho, ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes, los escribas, ser condenado a muerte y resucitar al tercer día. Después dijo a todos “el que quiera venir detrás de mí que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga porque el que quiera salvar su vida la perderá y el que pierda su vida por mí la salvará”

Que bendición poder compartir este texto de la palabra en esta mañana y lo primero que podemos observar es el clima de oración. En el clima de oración suceden las cosas más íntimas, más ocultas, más escondidas, las cosas más profundas. El clima de intimidad en el estado de oración es el clima de estar despojados, de estar como muy dúctiles, muy accesibles, como necesitando entrar más en el otro. En el trato con nuestro Señor, cuando uno reza bien, es como que vamos bajando todo ese nerviosismo, ese apuro, eso tan armado que uno tiene de la vida y uno se va poniendo simple, sencillo y es como que no va teniendo problemas de ser lo que uno es frente al otro. Este amor tiene necesidad de compartirle cosas al otro, es en la intimidad donde los buenos amigos tratan las cosas en profundidad con más sinceridad, con más autenticidad, en donde la especulación y el cuidado en las palabras ya no tienen sentido por que  no es necesario. Es como cuando Adán y Eva antes del pecado no necesitaban cubrirse, tenían una libertad y cada tarde al caer el día, a la hora de la brisa podían charlar con Dios. La amistad, la intimidad y la confianza

Ustedes imagínense que el Señor estaría rezando con sus discípulos, estarían en ese clima de silencio, de abandono, Jesús entregándose al Padre, intercediendo por los suyos, pidiendo al Padre por el mundo, por ese mundo que estaba necesitando de la palabra de Dios, por esos fariseos de corazón duro. Yo me imagino al Señor intercediendo y orando al Padre para que se les abra el corazón, para que bajen del caballo, para que no se sientan dueños si no que se descubran servidores, para que descubran la gracia de la humildad, para que se les abran los ojos, me imagino a Jesús pidiendo al Padre por los fariseos, “Padre, te ruego por ellos, ablándales el corazón, no les niegues el Espíritu, ellos lo necesitan Padre, Yo he venido para que ellos también tengan vida y la tengan en abundancia” Y le pediría por sus discípulos “estos son los que me distes Padre, los que pusiste en mis manos” Yo me imagino ese momento tan lindo que dice la palabra, Jesús oraba a solas y sus discípulos estaban con El. En alguna otra oportunidad Lucas dirá que los había elegido para que estuvieran con El.

Este estar con El, este permanecer, este estar a solas con El en oración, estar con el Señor que ora indica, de alguna manera, no solo el perfil magisterial de Jesús, el que enseña, el que va adelante si no también el perfil discípular de aquellos elegidos. El cristiano, el bautizado, el que esta con el Señor será solo él en la medida en que es discípulo, el que aprende. La primera experiencia del discípulo es la oración, el ser elegido para estar en amistad con el Señor, estar a solas con aquel que sabemos nos ama, decía Santa Teresa. La oración como experiencia y vínculo con Dios. Ubiquen como define Santa Teresa, estar a solas con Aquel que nos ama no estar con aquel a quien nosotros amamos porque que podremos hacer nosotros con Aquel siendo tan grande y siendo nosotros tan indignos a la vez. Por eso describe muy bien ella al decir “con Aquel que sabemos nos ama” tenemos una certeza, no tenemos la fuerza para devolverle, no tenemos la capacidad para estar a la altura del Señor, de su amor, de la experiencia de Dios. ¿Quién puede estar a la altura de la experiencia de Dios?

Yo creo que absolutamente nadie, pero vamos entrando por un llamado. El primer paso del discípulo es estar en oración con el Señor. Yo veo al Señor como al pastor en oración, con sus discípulos, sus ovejas, orientándolos, llevándolos por los pastos de abundancia de vida es decir, llevándolos hacia la intimidad, hacia la capacidad de desarrollar la escucha, de percibir un llamado, de interiorizarlo y el Señor hacia este ejercicio, este servicio con mucha paciencia pero no dejaría de hacerlo. Estaba sumido en oración, primera actividad del pastor, orar, primer apostolado, primer servicio del bautizado, la oración. Primer manera de poner la vida en manos de Dios y de que Dios le de la gracia parta la vida que le encomienda. El Señor nos va a ir invitando a la oración porque nos quiere ir invitando a una experiencia de conocimiento, a una experiencia de comprensión de un misterio. Nosotros no somos capaces de algo, somos llamados y somos capacitados. Es Dios el que nos llama, es El con su gracia, con su espíritu el que nos va expulsando suavemente y nosotros que somos muy duros, con mucha dificultad vamos en este camino.

Pero el Señor nos ha puesto junto a El. Primer consigna de esta palabra de vida. Mirando este texto del evangelio cap 9-18 de San Lucas. Animarme a estar a solas con el Señor para ir dejándome decir, dejándome preguntar, interpelar por el amor del Señor. En la palabra aparece como el primer paso la oración comunitaria, la experiencia de la intimidad, del encuentro y de la develación. El Señor va a educar, a mostrar cosas y va a convocar, a hacer un llamado a los discípulos y donde va el Señor a permitir que estos experimenten la acción del Espíritu, particularmente Pedro cuando dijo “Tú eres el Mesías” el Señor le respondió “feliz de ti Pedro porque esto no te lo reveló ni la carne, ni la sangre si no mi Padre que está en el cielo”  También el Señor, en un momento de arrebato, movido por el espíritu da testimonio de su condición mesiánica en aquel momento cuando se expresa así “Yo te alabo Padre, Señor del cielo y de la tierra por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberla revelado a los pequeños, sí Padre, porque así lo has querido”

Impresionante lo que es la oración para Jesús, es el núcleo en el cual fundamenta todo su proceder y su ser, su avanzar. No hace nada si no a partir de la experiencia de la oración. Yo lo veo a Jesús como alguien que escucha mucho, que se apacigua mucho que cree mucho y cree en la palabra. Por eso los tiempos de la oración no tienen tiempo en Jesús. Por eso se dan a veces noches enteras, largos ratos, días, vengan a descansar un rato. Esa necesidad de Jesús es el testimonio de cómo debe ser el proceso del corazón humano y es un testimonio viviente para nosotros. Fíjense es el llamadito que nos hace el Señor a fundar, sea cual fuere nuestro servicio en la iglesia, en el mundo como bautizados, sea cual sea el lugar que ocupemos que a nadie le falte lo más importante que es la oración, esa experiencia en la cual se debe fundar la identidad del cristiano que deja obrar a Dios. Es la situación que permite obrar a Dios, la oración es lo que lo pone fuerte al hombre y debilita a Dios. Pone a Dios en situación vulnerable. Es la debilidad de Dios la oración del hombre

Cuando un ser humano, no importa la condición moral en la que se encuentre ni la situación, aunque esté en grave pecado, experimenta esa necesidad de hablarle a Dios, de abrirle su corazón, de empezar a escucharlo, de decirle cosas es porque Dios mismo lo está impulsando y Dios se hace débil a sí mismo ante la oración del hombre porque Dios otorga el Espíritu y de esta manera muestra su debilidad. Dios viene en ayuda de nuestra debilidad porque no sabemos pedir como conviene. Nadie podría orar si no es ayudado por la gracia de Dios. Este es el misterio, cuando Jesús ora no es que está echando unos rezos para que le vaya bien, para que tenga suerte, para que le salgan redondos los proyectos, para que Dios le de una manito en estas buenas intenciones que tiene, no. Para Jesús la oración y para el cristiano es realmente el fundamental momento en el que uno se hace partícipe del misterio, donde se escucha el llamado, donde se escuchan las voces que son necesarias de escuchar. La experiencia de la oración, de la intimidad de la comunión con el Señor en el cristiano como en Jesús, es la experiencia donde Dios le manifiesta su cariño, su ternura, le devela su proyecto

Si Padre, porque así lo has querido, porque nadie conoce al hijo si no el Padre y nadie conoce al Padre si no el Hijo y a quién él se lo quiera revelar. Hay un designio de Dios, una voluntad, también hay tiempos en este develar y manifestar. El misterio de Dios para cada persona es diferente pero todos tenemos que orar. Muchas veces no tenemos tiempo para la oración, estamos ocupados, apurados, nerviosos, tenemos cosas que hacer, demasiadas cosas y realmente creo que es una torpeza nuestra, tener semejante don y no cultivarlo. Hay que hacer inversiones en nuestra vida espiritual porque eso es lo importante y a nadie le debe faltar. Nunca debemos perder el cuidado y el fundamente de nuestra vida, Dios, el encuentro con el Señor. Jesús es maestro en esto y va empezando a introducirnos en ese misterio. En este caso fíguense la manera en que el Señor les plantea la cosa, les hace una pregunta acerca de El, una pregunta que los discípulos no esperaban. Así hace también con nosotros, nos pregunta cosas que no esperábamos, siempre nos sorprende Dios y siempre que hay oración, hay sorpresas.

Siempre que hay tiempo para Dios, El tiene tiempo de mostrarnos sus secretos. Tiempo de hacernos sentir que somos sus amigos no somos sus siervos. No es poca cosa tener fe, vivir de la experiencia del Señor y fundar nuestra vida en este regalo maravilloso, la experiencia de ser de Dios y hoy la experiencia de mirar al maestro para aprender a ser discípulo, escuchar su palabra para entender el proyecto del Padre y dejarnos decir el designio, dejarnos decir la vida. Después que estaban allí el Señor se vuelve a los discípulos y pregunta “¿Quién dice la gente que soy yo? Esto supone ya una amistad, un camino hecho, un recorrido. Fíjense como el Señor les va sacando, va deduciendo verdaderamente educar, sacar de adentro. El Señor les va haciendo surgir lo que el Espíritu ya va poniendo en el interior de los apóstoles. Pero como todo maestro tiene la intención de actualizar, de hacer tomar conciencia del don que ya está allí adentro. El Espíritu está obrando el conocimiento de Jesús en el corazón de sus discípulos pero es Jesús, en su condición de maestro, el que va sacando afuera. Implica la confianza, el cariño, la amistad.

Se entiende que ya han hecho un camino y Jesús está hablando entre amigos.¿Qué dice la gente de mi? Fíjense que la gente, por lo que parece, veía a Jesús como profeta. Los profetas fueron muchos y muy importantes. Son como la identidad de un cristiano. El bautismo es para nosotros, participación en el ser de Cristo, sacerdotes, profetas y reyes, todos nosotros, los que aceptamos el encuentro con Jesús en nuestra vida por el bautismo estamos marcados de una manera impresionante para ser también profetas. Y los profetas fueron los que hablaron en nombre de Dios, los oráculos del nombre de Dios a los que el Señor les hablaba en sueños, a través de gestos de signos y eran los que hacían signos, eran ellos mismos un signo. Entonces la gente creía que Jesús era un profeta. No se daban cuenta hasta donde anunciaban la verdad de Cristo cuando decían puede ser un profeta, algunos creían que era Elías, el más grande de los profetas. Entre estos dos profetas, Elías y Juan el Bautista allí lo ubican a Jesús en esa franja de la historia de la salvación y lo definen como profeta

Como diciendo de alguna manera, cuando miran al hijo del hombre ven cumplida la palabra, el oráculo de Yahvé. Esta es la palabra con la que Dios ha querido terminar de sellar el proceso de la historia de la salvación. Jesús es el hombre ante cuyo nombre se dobla toda rodilla. El no es solo el profeta, El es la profecía, El es el contenido del anuncio del Padre, El es la presencia del Padre y es profeta porque es el rostro del Padre y es el que da el Espíritu, es el que hace profeta a los otros. Quiero poner insistencia y acento en este tema de la oración. Por otro lado allí se da ese descubrimiento, aparece Jesús como profeta pero Jesús avanza ahora hacia el corazón de los íntimos. De los discípulos, de aquellos que lo han seguido, que vienen haciendo un proceso, un camino. Es muy importante esto del proceso y del camino, no es una improvisación esto, no es porque sea posible solo por la gracia de Dios porque El puede dar la gracia al instante y mostrar todo lo que la ciencia, la capacidad y la búsqueda no pueden mostrar, Dios lo puede hacer en un chispazo, pero el Señor habla con el ser humano y el ser humano va de a poco

Va por procesos, va por aprendizaje y tiene distintas velocidades pero siempre tiene procesos así que lo va hablando también con sus discípulos los que vienen haciendo el camino. Que lindo porque aquí también se esconde implícitamente, la experiencia de la fidelidad en el camino. Los discípulos han venido siguiendo al Señor hace rato por que han hecho grandes renuncias para seguirlo pero que importante han sido todas estas vivencias, como las habrán vivido los discípulos para tener la fuerza de ser fieles, que seducción ejercería el Señor y la ejerce en nuestros corazones cuando siguiéndolo por el camino El nos va abriendo el corazón y nos va sorprendiendo permanentemente. Nosotros le podemos compartir lo que percibimos de El desde afuera. Hay distintas imágenes para Dios. También había una expectativa en el pueblo de Dios y lo sigue habiendo a lo largo de la historia. A veces pensamos a Dios y su iglesia como un ámbito muy triunfalista, de mucha certeza, mucha seguridad y nos duele mucho ver a Dios débil y vulnerable

A veces nos escandaliza y nos duele ver las realidades del misterio cristiano, la iglesia, las seguridades que adquirió la iglesia verlas caer, ver la vulnerabilidad de la iglesia, es como que mucha gente se asusta, se escandaliza y tiene la tentación de buscar un concepto, una visión o un ámbito más triunfalista de la iglesia, donde haya más seguridades, más certezas. Tiene miedo de ese sufrimiento, de esa humillación que también es purificación. Que importante tener en cuenta esto ¿no? Tenemos que ser pobres, mejorar la mirada para ver como el Señor es la única historia y como El hace la historia. El Señor no se ha caracterizado por el éxito temporal, el Señor se ha caracterizado por bajarse del caballo. Siendo Dios no tuvo en cuenta su condición divina si no que se anonado a sí mismo y tomo la condición de servidor. Las veces que lo hemos recordado y las que lo vamos a recordar este texto de la escritura, es una pieza favorita del Espíritu, el nos la ha comunicado para que nos demos cuenta como es la cosa con el Señor, como Dios hace las cosas con su iglesia y con nosotros para que los discípulos no se queden con esta visión histórica de la obra de El, con este concepto triunfalista del Mesías

Triunfalista digamos, exitoso que el concepto de liberación que traía el Mesías se les había confundido con los problemas temporales entonces esperaban un Mesías que los librara de los poderes del imperio Romano. Ese era el yugo, siempre tenemos yugos eh en nuestro país también tenemos yugo y así, mirando ese yugo surgen sentimientos, deseos, conceptos, cosmovisiones determinadas, tentaciones terribles que también queremos ponernos a la altura de esto y enfrentar y vencer, la tentación del hombre es vencer, ganarle al que nos viene a romper nuestras seguridad, quitarnos nuestra alegría, nuestra esperanza, muchas veces dejarnos seducir por el concepto del poder. En el fondo el demonio trabaja bastante en este campo del corazón humano donde el hombre al ver caer algunas de sus seguridades, entra en la situación de la desesperanza. Hay que estar atento porque el corazón humano es frágil. Las palabras de Pedro vienen bien en esta instancia, “que nadie se sienta seguro” que sabiduría ¿no? Cuanta pobreza tiene que tener el discípulo para no dejarse seducir por las ganas de triunfar y aceptar los despojos de la muerte

Para que a ellos se les caiga un poco este concepto, el Señor les pregunta “pero ustedes, ¿Quién dicen que soy?” y entonces Pedro, animado por el Espíritu dice “tu eres el Cristo de Dios” el Cristo es el título del descendiente de David que traduce la palabra Mesías que significa ungido, el que ha sido penetrado por la gracia del Espíritu para cumplir aquellas misiones que se esperaban del rey de Israel, que debía volver a realizar las gestas de David y que participaría de los dones dados a aquel primer ungido de Judá e Israel. El es quien se espera, vendrá a salvar a su pueblo de sus pecados. Los discípulos, a través de Pedro, no solo reconocen el papel profético de Jesús si no que lo reconocen como el Mesías, el hombre con el Espíritu, el hombre del Espíritu, el que da el Espíritu. Ese mesianismo que se esperaba, que se aplicaba ahora a la persona de Jesús, tenía sus interpretaciones. Esa tentación de mirar la fuerza política, el éxito militar y triunfador del Mesías eso fue terrible y eso se sigue proyectando a lo largo de la historia

Era un rey que tenía que venir a liberarlos de sus políticos, eso se esperaba pero el Señor dice que el Mesías, Jesús, venía para algo más, venía a reconciliar a los hombres con el Padre, a hacer presente el reino de Dios, a destruir el pecado y crear un hombre nuevo y todo esto por el camino de la humillación. Nada que ver con las expectativas, elige el Señor el camino de la humillación, la obediencia filial al Padre, hay que hacer caso a otro, no lo que yo quiero, no lo que yo veo si no que tengo que dejar que me digan y acepto eso y así se venía manifestando, como verdadero Dios en medio de nosotros. Obediencia filial al Padre y el tema de la muerte en la cruz. La palabra de este fin de semana tiene también la profecía de Zacarías “verán al que ellos mismos traspasaron” Por eso Jesús prefiere oponer al título demasiado rodeado de esos conceptos humanos, temporales, exitosos, ideológicos, políticos, apocalípticos el título de Hijo del Hombre un hombre como todos, sometido a la debilidad de la carne, corruptible que tiene por único título su igualdad con los hombres pero que evoca también la figura gloriosa y escatológica que ya mencionaba el profeta Daniel en el siglo II A.C.

En esta imagen debemos subrayar como dos extremos, por un lado Pedro reconociendo la medianidad, por otro lado Cristo presentándose como Hijo del Hombre, era como la divinidad y la carnalidad, la eternidad y la terranilidad. Que encuentro, lo divino y lo humano en Jesús, que misterio que no podrá el hombre comprender del todo, en definitiva aceptar a Jesús, creer en Jesús es creer en aquel que es el hijo de Dios y nuestro hermano porque se ha hecho hombre y se ha hecho pobre como nosotros. Es aceptarlo pobre en su iglesia, vulnerable, débil y vencido por la muerte pero es esperar con la fuerza del Espíritu la gracia de la resurrección. El Señor nos hace partícipes y nos va a decir el que quiera ser mi discípulo no tiene que seguir ese concepto triunfalista del Mesías sino que tiene que aceptar a Dios hecho hombre y ser hombre significa ser débil, ser tratado injustamente, aceptar las desgracias, las limitaciones de la vida. Ser pobre como Dios se hizo pobre, no teniendo en cuenta su condición divina se anonadó a sí mismo tomando la condición de servidor

 

 

                                                                                   Padre Mario José Taborda