La oración a nuestro Padre

lunes, 17 de septiembre de 2012
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Hoy nos ubicamos virtualmente en Paso de los Libres, Provincia de Corrientes, en la frontera con Brasil, frente a la ciudad de Uruguayana, fue fundada el 12 de septiembre de 1843 por el general Joaquín Madariaga, ubicada a 362 kilómetros de la Ciudad de Corrientes.

En esta ciudad nació el 28 de octubre de 1908 Arturo Frondizi, abogado y político argentino que ocupó la presidencia del país entre el 1 de mayo de 1958 y el 29 de marzo de 1962.

Es con 43.805 habitantes la tercera ciudad en población dentro de la Provincia de Corrientes y la décima más poblada de la región del NEA.

Posee interconexión vial con la ciudad de Uruguayana, Brasil por el Puente Internacional Agustín P. Justo – Getúlio Vargas.

Paso de los Libres es conocido por las celebraciones de carnaval al estilo brasileño.

Actualmente es base operativa de medios aéreos del Plan Nacional de Manejo del Fuego.

 

Gracias a los hermanos de esta bellísima ciudad por darnos la bienvenida. Estamos buscando nuevos misioneros que se sumen desde esa localidad para la gran tarea que tenemos como Radio María, por eso lo anunciamos con gozo y alegría, queremos sumarte a a esta familia de evangelización y misionalidad.

 

Hoy la catequesis será entorno a la oración del Padrenuestro.

 

 “PADRE NUESTRO QUE ESTÁS EN EL CIELO”

 

En la liturgia romana, se invita a la asamblea eucarística a rezar el Padre Nuestro con una audacia filial; las liturgias orientales usan y desarrollan expresiones análogas: “Atrevernos con toda confianza”, “Haznos dignos de”. Ante la zarza ardiendo, se le dijo a Moisés: “No te acerques aquí. Quita las sandalias de tus pies” (Ex 3, 5). Este umbral de la santidad divina, sólo lo podía franquear Jesús, el que “después de llevar a cabo la purificación de los pecados” (Hb 1, 3), nos introduce en presencia del Padre: “Hénos aquí, a mí y a los hijos que Dios me dio” (Hb 2, 13): Es Cristo el que supera el lugar del Dios que se define a sí mismo como el que es, pero que si alguien viera su rostro, moriría.

Jesús no solo lo contempla cara a cara todo el tiempo sino que nos lo muestra. Nos muestra en él el rostro de la divinidad y nos hace presente el rostro del Dios invisible, al Padre. El Padre toma en Cristo Jesús un rostro concreto, “quien me ve a mí, ve al Padre”.

 

Decía San Pedro Crisólogo: La conciencia que tenemos de nuestra condición de esclavos nos haría meternos bajo tierra, nuestra condición terrena se desharía en polvo, si la autoridad de nuestro mismo Padre y el Espíritu de su Hijo, no nos empujasen a proferir este grito: “Abbá, Padre” ¿Cuándo la debilidad de un mortal se atrevería a llamar a Dios Padre suyo, sino solamente cuando lo íntimo del hombre está animado por el Poder de lo alto? Entonces lo podemos hacer, sino es imposible.

 

Has descubierto el rostro de Dios como Padre en tu proceso de madurez y de crecimiento personal en la fe, y qué ha significado para vos? Cómo darnos cuenta si de verdad es el Padre de las tres personas, el Hijo, el Espíritu Santo y el Padre, el que está obrando en nuestra vida?

 

Hay operaciones que son propias de su persona, la providencialidad, es un actuar de la primera persona de la Santísima Trinidad, cuando Dios se muestra providente es el Padre el que está actuando cuando la misericordia se hace presente, es el Padre el que obra por Cristo Jesús por la vía del Espíritu Santo el amor de la transformación en nosotros. Providencia y Misericordia, obras del Padre. Si la vida está en ebullición dentro de nosotros y alrededor nuestro, es el rostro del Padre que nos comunica Jesús el que está actuando.

 

Se ha desarrollado en tu vida la gracia de la paternidad de Dios? Lo has podido descubrir en la bondad, en la misericordia, en la providencia? Allí es Cristo el que nos muestra el rostro del Padre.

 

Antes de hacer nuestra esta primera exclamación de la Oración del Señor, conviene purificar humildemente nuestro corazón de ciertas imágenes falsas de “este mundo”. La humildad nos hace reconocer que “nadie conoce al Padre, sino el Hijo y aquél a quien el Hijo se lo quiera revelar”, es decir “a los pequeños”. La purificación del corazón concierne a imágenes paternales o maternales, correspondientes a nuestra historia personal y cultural, y que impregnan nuestra relación con Dios. Dios nuestro Padre transciende todas las categorías del mundo creado. Transferir a Él, o contra Él, nuestras ideas en este campo sería fabricar ídolos para adorar o demoler. Orar al Padre es entrar en su misterio, tal como Él es, y tal como el Hijo nos lo ha revelado:

 

Decía Tertuliano: «La expresión Dios Padre no había sido revelada jamás a nadie. Cuando Moisés preguntó a Dios quién era Él, oyó otro nombre. A nosotros este nombre nos ha sido revelado en el Hijo, porque este nombre implica el nuevo nombre del Padre»

 

Podemos invocar a Dios como “Padre” porque Él nos ha sido revelado por su Hijo hecho hombre y su Espíritu nos lo hace conocer. Lo que el hombre no puede concebir ni los poderes angélicos entrever, es decir, la relación personal del Hijo hacia el Padre, he aquí que el Espíritu del Hijo nos hace participar de esta relación a quienes creemos que Jesús es el Cristo y que hemos nacido de Dios.

Cuando oramos al Padre estamos en comunión con Él y con su Hijo, Jesucristo. Entonces le conocemos y lo reconocemos con admiración siempre nueva.

Estaba catequesis busca despertar desde lo más profundo de nuestro ser un nuevo vínculo con Dios como Padre.

 

La primera palabra de la Oración del Señor es una bendición de adoración, antes de ser una imploración. Porque la Gloria de Dios es que nosotros le reconozcamos como “Padre”, Dios verdadero. Le damos gracias por habernos revelado su Nombre, por habernos concedido creer en Él y por haber sido habitados por su presencia.

 

Hoy te invitamos a compartir cómo experimentaste la cercanía de Dios como Padre, a través de la providencia, de su misericordia, de su amor creador, seguramente en el don de la vida Dios se mostró con rostro paterno en tu historia. Es bueno reconocerlo y aprender a distinguir cómo obran todas y cada una de las personas trinitarias en nuestra vida, el Padre obra con estas características que reconocer claramente en tu historia.

 

Podemos adorar al Padre porque nos ha hecho renacer a su vida al adoptarnos como hijos suyos en su Hijo único: por el Bautismo nos incorpora al Cuerpo de su Cristo, y, por la Unción de su Espíritu que se derrama desde la Cabeza a los miembros, hace de nosotros “cristos”:

San Cirilo de Jerusalén dice, «Dios, en efecto, que nos ha destinado a la adopción de hijos, nos ha conformado con el Cuerpo glorioso de Cristo. Por tanto, de ahora en adelante, como participantes de Cristo, sois llamados “cristos” con todo derecho, y por eso podemos decir a Dios Padre.

 

«El hombre nuevo, que ha renacido y vuelto a su Dios por la gracia, dice primero: “¡Padre!”, porque ha sido hecho hijo»

 

Lo primero que el hombre en su vuelta a Dios intenta recomponer es la relación de filiación, en el texto de Lucas 15, en la vuelta del hijo que perdió el camino se dice: volveré a la casa de mi Padre y le diré, Padre pequé contra el cielo y contra ti, ya no merezco ser llamado hijo tuyo, y el Padre lo único que hace es decirle bienvenido hijo, te amo hijo y en su amor lo estrecha y lo abraza.

 

De algún modo en la Oración del Padrenuestro hemos sido revelados a nosotros mismos al mismo tiempo que nos ha sido revelado el Padre. Quien conoce al Hijo conoce al Padre, y quien conoce a Jesús se reconoce a sí mismo. En el misterio de Cristo Jesús está escondido el misterio del hombre en su plenitud.

Todo hombre tiene la posibilidad de encontrarse consigo mismo cuando se encuentra con Cristo Jesús.

 

Dice una expresión hermosa de San Ambrosio: «Tú, hombre, no te atrevías a levantar tu cara hacia el cielo, tú bajabas los ojos hacia la tierra, y de repente has recibido la gracia de Cristo: todos tus pecados te han sido perdonados. De siervo malo, te has convertido en buen hijo. Eleva, pues, los ojos hacia el Padre que te ha rescatado por medio de su Hijo y di: Padre nuestro Pero no reclames ningún privilegio. No es Padre, de manera especial, más que de Cristo, mientras que a nosotros nos ha creado, no tenemos mas privilegio que ser sus hijos.

 

Nos vamos despidiendo, el lunes vamos a estar en Carlos Pellegrini, en Santa Fe. (97.3).

Una bendición especial para todos y hasta el lunes cuando nos encontremos nuevamente en el Despertar con María.