La Palabra de Dios nos reúne

sábado, 3 de septiembre de 2011
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La Biblia no existió “desde siempre”, ni tampoco cayó del cielo ni fue dictada por un ángel.

 A lo largo de muchos siglos, el pueblo creyente, movido por el Espíritu Santo, fue descubriendo en su historia el paso de Dios. Los relatos, las reflexiones y los recuerdos sobre esa presencia de Dios se fueron madurando primero en la tradición oral, en el boca a boca.

Probablemente esta memoria se fue conservando en diversos grupos: los sabios, los escribas de la corte, los teólogos, los sacerdotes (por ej. Lv 24,1-5), las mujeres con sus canciones (por ej. Ex 15,21), y el pueblo sencillo con el recuerdo de sus antepasados (por ej. Gén 12,1-5).

 

Esos textos se releen y recopilan a la luz de la experiencia del destierro en Babilonia.

 

El destierro en Babilonia: años 587-538 a.C.

La reconstrucción del Templo al regreso del exilio: año 515 a.C.

 

Proclamación de la Toráh: alrededor del año 445 a.C., relatado en  Neh 8,1-12

 

* Releemos el texto en silencio.

* Comentamos espontáneamente
nuestras impresiones.

* Observamos a los distintos
personajes que intervienen en esta
lectura y el rol que desempeñan cada uno de ellos.

* ¿Qué consecuencias tiene en el pueblo esta lectura?

 

Las tres partes de la Biblia judía:

Ley o Toráh (Pentateuco)

Los profetas

Los otros escritos        

Jesús enseña en las sinagogas: Mt 4,23       Mc 1,21-22      Mc 3, 1-2
Lc 4,14-17   Lc 13,10          Jn 6,58-59

 

 

MEDITACIÓN: QUÉ NOS DICE EL TEXTO

 

* Jesús enseña en base a la Toráh: Mc 12, 28-34.

 

* ¿Cuáles son los momentos y los ámbitos en los cuales nosotros compartimos
    la Palabra?

* ¿Qué sentimientos despierta en nosotros la lectura de la Palabra?

* ¿Cuál es esa “buena ración” que llevamos a otros después de leer la Palabra?

* ¿Qué enseñanza nos dejan estos textos para tener en cuenta en la lectura comunitaria de la Palabra?

* ¿Qué buena noticia tienen estos textos para nosotros y nosotras en nuestra vida de hoy?

Subsidio: El Pentateuco (La Toráh)

El objetivo primario del Pentateuco, para quien lo lea entero, no es sólo regular la vida de una provincia del imperio persa, sino saber cuáles son las condiciones para pertenecer a este pueblo. Estas condi­ciones son principalmente de dos tipos: los vínculos sanguíneos y el “contrato social”.

Las uniones de sangre están establecidas en las genealogías, y las tenemos principalmente en el libro del Génesis. Son miembros de Israel los descendientes de Abraham, Isaac y Jacob.

El “contrato social” es la alianza, con todo lo que comporta de dere­chos y deberes, sacros y civiles. Los textos pretenden resaltar los vínculos con el pasado. Por eso hay tres códigos que quieren demostrar la continuidad jurídica entre el Israel preexílico y el Israel postexílico. Por la misma razón la legislación cultual y civil está colocada en el pasado, durante la permanencia en el desierto.

En lu­gar de dejarse asimilar y convertirse en una provincia cualquiera de un inmenso imperio, el israelita postexílico ha querido salvaguardar su identidad, y la política persa le ha ofrecido esta posibilidad. Israel ha sobrevivido como comunidad de fe, unida ante todo a sus tradiciones e instituciones religiosas, no como nación independiente. Así se explica el nacimiento del Pentateuco.

 

(Jean Louis Ska, Introduc­ción a la lectura del Pentateuco,
Ed. Verbo Divino, 2001)