La Palabra de Dios que transforma y da vida

miércoles, 5 de junio de 2019
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Catequesis en un minuto

05/06/2019 – Miércoles de la séptima semana de Pascua
“Ya no estoy más en el mundo, pero ellos están en él; y yo vuelvo a ti. Padre santo, cuida en tu Nombre a aquellos que me diste, para que sean uno, como nosotros. Mientras estaba con ellos, cuidaba en tu Nombre a los que me diste; yo los protegía y no se perdió ninguno de ellos, excepto el que debía perderse, para que se cumpliera la Escritura. Pero ahora voy a ti, y digo esto estando en el mundo, para que mi gozo sea el de ellos y su gozo sea perfecto. Yo les comuniqué tu palabra, y el mundo los odió porque ellos no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No te pido que los saques del mundo, sino que los preserves del Maligno. Ellos no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Conságralos en la verdad: tu palabra es verdad. Así como tú me enviaste al mundo, yo también los envío al mundo. Por ellos me consagro, para que también ellos sean consagrados en la verdad”.
                                                                                                                                                                                                               Juan 17,11-19

A esto consagra Jesús a toda la humanidad. Él, que ahora vuelve al Padre, pero que al mismo tiempo se queda por la presencia de la Palabra que ha venido a habitar en medio de nosotros. Una presencia honda, profunda, que se ha instalado en la intrahistoria de la humanidad para que desde ese lugar de Vida Nueva, con esa savia de transformación, nosotros dejándonos llevar por el peso propio de la Palabra nos dejemos transformar por su expresión creadora y recreadora.

“Lo que existía desde el principio, lo que hemos visto y oído, lo que tocaron nuestras manos y contemplamos acerca de la Palabra de la Vida, se lo anunciamos, para que también ustedes estén en comunión con nosotros” (1 Jn, 1, 1-3).

Santo Tomás de Aquino decía: nosotros como artesanos de la Palabra, nos dejamos trabajar por Ella.

Hoy contemplamos a la Palabra, a Jesús, orando, en comunión con el Padre, introduciéndonos a todos nosotros, de cara al misterio de unidad que existe entre el Padre y el Hijo y haciéndonos partícipe de ello.

Éste es el punto de mayor credibilidad para el mundo: la unidad de los cristianos. Y tal vez sea la gran tarea del cristianismo en este tiempo, para renovar su anuncio: abandonar lo conocido y lo ya sabido hasta aquí, para animarnos a la novedad en la transformación de todo el quehacer del cristianismo en su modo de ordenarse detrás de Jesús y de estructurarse en torno a Jesús en su gestión de evangelizar con el objeto claro de su misión: anunciar el Evangelio.

 

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