La Parábola de los Talentos

lunes, 9 de noviembre de 2009
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LA REVOLUCIÓN DE LA TERNURA

 

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: Un hombre que se iba al extranjero llamó a sus siervos y les encomendó su hacienda: a uno dio cinco talentos, a otro dos y a otro uno, a cada cual según su capacidad; y se ausentó. enseguida, el que había recibido cinco talentos se puso a negociar con ellos y ganó otros cinco. Igualmente el que había recibido dos ganó otros dos. En cambio el que había recibido uno se fue, cavó un hoyo en tierra y escondió el dinero de su señor. Al cabo de mucho tiempo, vuelve el señor de aquellos siervos y ajusta cuentas con ellos. Llegándose el que había recibido cinco talentos, presentó otros cinco, diciendo: Señor, cinco talentos me entregaste; aquí tienes otros cinco que he ganado. Su señor le dijo: ¡Bien, siervo bueno y fiel!; en lo poco has sido fiel, al frente de lo mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor. Llegándose también el de los dos talentos dijo: Señor, dos talentos me entregaste; aquí tienes otros dos que he ganado. Su señor le dijo: ¡Bien, siervo bueno y fiel!; en lo poco has sido fiel, al frente de lo mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor. Llegándose también el que había recibido un talento dijo: Señor, sé que eres un hombre duro, que cosechas donde no sembraste y recoges donde no esparciste. Por eso me dio miedo, y fui y escondí en tierra tu talento. Mira, aquí tienes lo que es tuyo. Mas su señor le respondió: Siervo malo y perezoso, sabías que yo cosecho donde no sembré y recojo donde no esparcí; debías, pues, haber entregado mi dinero a los banqueros, y así, al volver yo, habría cobrado lo mío con los intereses. Quitadle, por tanto, su talento y dádselo al que tiene los diez talentos. Porque a todo el que tiene, se le dará y le sobrará; pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará. Y a ese siervo inútil, echadle a las tinieblas de fuera. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.(Mt 25, 14-30)

 

               Hay muchos contextos para interpretar esta parábola. El reino de los cielos es como Alguien que confía sus bienes a otros. Debajo de la aparente dureza de esta Parábola y de Este Señor tan exigente, que dice que es el reino de los cielos, tratemos de desentrañar un mensaje de reflexión para nuestra vida.

 

YO CREO EN LAS PROMESAS LETRA-MÚSICA:DANIEL POLI

 

Yo creo en las promesas de Dios. Yo creo en las promesas de mi Señor.
Si soy fiel en lo poco, El me confiará más. Si soy fiel en lo poco, mis pasos guiará.
Yo creo en la misericordia de Dios. Yo creo en la misericordia de mi Señor.
Si soy fiel en lo poco, El me confiará más. Si soy fiel en lo poco mis pasos guiará.
Yo creo en el Espíritu de Dios. Yo creo en el Espíritu de mi Señor.
Si soy fiel en lo poco, El me confiará más. Si soy fiel en lo poco mis pasos guiará.
Yo creo en el Amor de Dios. Yo creo en el Amor de mi Señor.
Si soy fiel en lo poco, El me confiará más. Si soy fiel en lo poco mis pasos guiará.

 

            Hay una frase de un libro chino que me hizo acordar a la Parábola de los talentos. Dice “El valiente sabe pelear –está hablando de estrategias de guerra, pero que igualmente tienen que ver con la vida-, el prudente sabe defenderse, el sabio sabe aconsejar. De esa forma no se desaprovecha el talento de ninguna persona. De los que no poseen condiciones, no busques ni esperes ninguna realización”.

            Leyendo esta frase, se me ocurrió que de alguna manera se llega a la misma conclusión con que la parábola duramente termina: “al que tiene se le dará mas y al que no tiene se le quitará aún lo que tiene.”

            Evidentemente, tiene que ser alguna experiencia de vida la que sirva a estos libros religiosos, libros de sabiduría, a concluir “no le pidas peras al olmo”.

            Pero hay una gran diferencia. En la Parábola de los talentos, el Dios que nos presenta Jesús, nos dice que todos tenemos algún talento, algún don. La vida misma es un don.

            La diferencia sustancial entre la frase del libro chino y el Evangelio es esa: “no esperes ninguna realización” implica una exclusión total. De todas maneras en la práctica, sorprende cómo los hombres han concluido este final dramático, casi trágico de la parábola. Y no debemos asustarnos de eso, porque entre las posibilidades de nuestra existencia está el hacer de nuestra vida una tragedia, una condena eterna, un fracaso eterno, un no retorno. Y eso es lo que subleva el corazón cuando Jesús nos viene a presentar esta posibilidad real. En nuestra libertad se juega la posibilidad de hacer de nuestra vida un verdadero mamarracho: tenemos el papel, y uno tiene 10 colores, otro 5 y otro solo un lápiz. Con esos recursos pueden realizarse maravillosas obras de arte: se puede hacer una maravilla en blanco y negro si se tiene solo eso, pero también se puede, teniendo todas las acuarelas, hacer nada más que un mamarracho.

            Creo que la Biblia nos está advirtiendo en este mensaje que esas posibilidades están en nuestras manos.

 

            Ese final: “yo soy el Señor que cosecho donde no siembro y recojo donde no esparcí”, que puede parecer algo injusto y desesperante si se lo mira desde la óptica infantil, si se lo mira como una niña frente a un padre exigente que pide más de lo que la niña puede dar. Pero en realidad es un mensaje salvador y redentor, porque nos está afirmando que el no haber recibido, o haber recibido poco, o haber recibido mal, no es excusa suficiente para quedar lamentándonos por el resto de nuestra vida, no es excusa suficiente para enterrar nuestro don, nuestra existencia. Y Dios se pone exigente en eso, pero no pide cosas imposibles. Si está pidiendo recoger donde no esparció y cosechar donde no sembró, hay una instancia que está faltando: alguien puede sembrar y alguien puede esparcir, y ese alguien somos nosotros mismos.

 

PINTA EL MUNDO
Alex Campos y Mision y Vida

Hoy el día empezó y aunque el sol no apareció, te seguiré amando
Y si hoy se me olvidó de las flores el color, del perfume su olor
Saca lápiz de color, pinta sobre aquel manchón la esperanza y el perdón
Pinta el frío de marrón, ponle rojo al corazón, Ponle blanco al rencor

Cuando el cielo este nublado saca aquel borrador. Borra toda amargura, pinta el mundo de color
De la vida se aprende, del dibujo el tachón, de las flores su aroma, del perfume su olor
de los niños su inocencia, del anciano su valor

Ponle alas a la vida, pon agua en aquel jarrón. Tu eres aquella flor,

eres agua que se agita, eres letra en poesía, eres el verbo de Dios.
Mira bien en el espejo, su amor; aquel reflejo. No creas que fue un error

Cuando el día se termina y se baje aquel telón, la función ya terminó,
La noche se hace fría, la fuerza en ti agoniza. La luna ya sepultó, pinta aquella poesía,
dale al cielo una sonrisa. Ponle alas al colchón


            La parábola está encuadrada en una serie de otras parábolas. La anterior separa las vírgenes necias de las previsoras. Antes habla del servidor fiel y vigilante. Y después sigue el juicio final. Es decir que esta parábola está en el medio de una serie palabras en las que Jesús está hablando, en definitiva, de que va a haber un discernimiento, un separar lo que vale de lo que no vale. Y está arrojando varias ideas acerca de cuáles van a ser los criterios de este examen final. Solo que este final, como todo final que hay en la Biblia, es un aquí y ahora permanente: la forma en que se va marcando la realización o la frustración de la vida. De manera que podríamos cada día leer nuestra existencia según estas parábolas.

            En la parábola anterior alaba la prudencia de las vírgenes. Y acá pareciera que la prudencia es un elemento condenatorio. Y ambas cosas son necesarias para entender el arte del buen vivir que el Señor nos quiere dejar.

 

Se me ocurre que podríamos atravesar esta parábola con un eje que podríamos llamar actor-espectador. O somos actores o somos espectadores de la vida. Los dos primeros fueron actores, y el último, el condenado, fue espectador. En el polo de los actores están aquellos que se sienten llamados a realizar la empresa de la creación que es la vida y la historia. En el otro polo se encuentran los que se sienten invitados a asistir a ver el espectáculo de cómo otros crean vida y crean historia. Todos tenemos algo de actores y algo de espectadores. Se trata de realizar integralmente nuestra vida y poner en marcha aquellas instancias en las que nos hemos acomodado como espectadores de la vida y de la historia. Son conductas asumidas ante las circunstancias que se presentan en la vida. Hay quienes asumen heroicamente su camino existencial: recrea y supera las pruebas, interpreta el mundo para hacerlo más confortable, más gozoso, y para obtener lo que anhela. Y entonces, para alcanzar sus metas tiene desafíos y obstáculos, se atreve a salir de la infinita repetición de los círculos que encierran las exigencias humanas en una monotonía sin fin para crear espacios de nuevas posibilidades. El actor es el que tiene la valentía de mirar de frente los miedos y permitirse la penumbra de los dolores, de las miserias, de las luchas, de los fracasos. El espectador es el que se deja avasallar por las emociones, el que queda a merced de las circunstancias, el que se siente víctima de toda acción ajena: ‘no me dieron, no sembraron en mí’, es el que queda a la espera de que sus reclamos sean satisfechos, o el que vive culpándose por un pasado que ya no es más, o el que vive ansioso por un futuro que todavía no llegó, o el que queda preso de hábitos que se repiten y repiten y producen frustración y no se arriesga a crear nuevos hábitos, o el que solo busca placer o satisfacciones en una actitud pasiva ante la vida, como una tinaja vacía que está esperando que las circunstancias de los demás la llenen continuamente

Esto es como la diferencia entre el ver y el mirar, entre oír y escuchar, porque no se trata de lo que hacen unos o de la manera en que hacen los otros, sino en la manera en que hacemos lo que hacemos, la manera en que hacemos incluso las tareas aparentemente pasivas como el mirar. Ver y oír son actitudes más pasivas que mirar y escuchar. Sin embargo, si vemos a unos y otros aparentemente están haciendo lo mismo, pero de una manera diferente. Cuando el hombre ve pone menos de sí mismo. El actor ve porque mira, y el espectador mira porque ve, va siempre segundeando las situaciones. El hombre actor tiene una tendencia orgánica a intervenir en la aventura de la vida, a asumir en ella su rol. El actor vive, el espectador es vivido.

Se me ocurre que podríamos atravesar esta parábola con un eje que podríamos llamar actor-espectador.

           

si para recobrar lo recobrado debí perder primero lo perdido
si para conseguir lo conseguido tuve que soportar lo soportado,
si para estar ahora enamorado fue mi menester haber estado herido
tengo por bien sufrido lo sufrido, tengo por bien llorado lo llorado
porque después de todo he comprobado

que no se goza bien de lo gozado sino después de haberlo padecido
porque después de todo he comprendido
que lo que el árbol tiene de florido vive de lo que tiene sepultado

 

 

 

 ‘NO TE SALVES’

No te quedes inmóvil al borde del camino, no congeles el júbilo, no quieras con desgana

no te salves ahora, ni nunca te salves, no te llenes de calma no reserves del mundo

sólo un rincón tranquilo no dejes caer los párpados pesados como juicio.

 

No te quedes sin labios , no te duermas sin sueño, no te pienses sin sangre, no te juzgues sin tiempo

pero si pese a todo no puedes evitarlo, y te secas sin labios y te duermes sin sueño.

Y te quedas inmóvil al borde del camino, y congelas el júbilo y quieres con desgana

y te salvas ahora y te piensas sin sangre y te llenas de calma y reservas del mundo sólo un rincón tranquilo

y dejas caer los párpados pesados como juicios.

 

Entonces no te quedes no te quedes conmigo

 

 

“Cuánta poesía tiene la vida, que no se ve. Cuánto milagro, pan cotidiano, que no se ve.
Vaya a saber cómo se mira, que no se ve,
cuánto se olvida, que no se ve, cuánto se pierde que no se ve.

Vamos buscando tan apurados quien sabe qué, hasta que un día nos damos cuenta, cuánto se fue,
vaya a saber, con qué indulgencia que no se ve, nos perdonamos más de una vez lo que dejamos que no se ve.

Sé que no es tarde, que nunca es tarde para aprender, que si te quiero debo decirlo más de una vez,
vuelvo a nacer, cada mañana vuelvo a nacer, voy tras de aquello que no se ve,

qué maravilla, canto a la vida, vuelvo a nacer.”

 

En nuestras manos (David Shire – David Pomeranz) Versión Castellana: Marilina Ross

Como un niño también yo he soñado deseando que el mundo sea mejor.
Una estrella me ayudó pero luego desapareció… hasta hoy.

No esperemos todo del mañana ni que otro lo logre por tí.
El futuro ya está aquí y en nuestras manos puede brillar…

Esa luz en tus manos está. Esa luz puede al mundo curar.
El poder solo es dar y esa luz crecerá
y cualquiera podrá ver sus manos brillar.

Cuando leo el diario a la mañana algo en mi interior quiere gritar
pidiendo un mundo mejor viendo la carita de un bebe… muriéndose.

Luego la sonrisa de mi hija me da fuerzas para continuar.
Entre tanta oscuridad el sol no deja de iluminar.


            ¡Cuántas veces tenemos una luz en las manos, y por  miedo a que se nos apague, se la damos a otro, que tiene una carpa gigantesca llena de luces para nos la cuide! Creo que esta parábola nos dice. Eso no.

            Sé que hay circunstancias realmente difíciles. Hay momentos en que uno no solo no produce historia, sino que a duras penas puede mantenerse vivo. Hay circunstancias en que uno no solo no corre ni camina ni gatea sino que se arrastra. Y creo que esto está implícito en la parte que dice “…si sabías que cosecho donde no he sembrado…¿por qué al menos no pusiste el dinero en el banco…?”  Es decir: hay acciones mínimas que son fruto s del sentido común, sentido que a veces se pierde cuando uno es demasiado perezoso o cuando asume en la vida de manera muy habitual el rol de espectador. Hay acciones mínimas que se pueden hacer para seguir produciendo vida, es decir, para al menos no detener la marcha de nuestra propia historia. Si no podemos caminar, subámonos a un carro que nos lleve, es decir, busquemos ayuda. Jesús está permanentemente alabando la actitud del ‘hombre actor’, por ejemplo en la narración del paralítico, que buscó ayuda para ser llevado por otros a su presencia. Es duro con los que solo son espectadores. Tiene compasión por los que están quebrados por el peso de la historia.

            El espectador es el que está depositando en otros las posibilidades que él mismo no sabe abrirse en la propia vida, es decir: los recursos están siempre afuera, no están en él. Busca excusarse de sus propias perezas y de sus propios miedos. Evalúa siempre todo en función del éxito externo, y no por ejemplo de la realización espiritual que produce hacer esto o hacer aquello.

            Hay muchas formas de encarnar cada momento histórico y ser el espíritu de ese momento, o de ir detrás de los caminos que abren los otros, o de hacer cosas que dictan otros. Sabemos que para todo camino heroico, las circunstancias son a veces realmente paralizantes, adversas, tan oscuras que solo la mirada de la fe, esa que es capaz de ver en la oscuridad, de crear luz en la oscuridad, puede atravesarlas.

           

            Hay formas de vivir la espiritualidad que nos deja en un rol muy parecido al del espectador: depositar en otros, o a veces también en Dios, lo que nos toca a nosotros.

            Dios es claro. Nos ha dado muchos dones. El don de la vida en primer lugar. El don de amar: el don por excelencia. Y hay actitudes frente a los espiritual que hacen exactamente lo mismo que este servidor malo: por miedo, entierran su propia capacidad de amar, de producir vida, de generar historia, de transitar caminos, de animarse a la aventura, de buscar cambios.

            Y también hay formas de vivir la religión, la espiritualidad, que recuerda a los hamster, que ruedan y giran en la rueda de la jaulita, y corre y  corre, y está siempre en el mismo lugar. Pero él cree que hace muchas cosas. De hecho, termina agotado de tanto correr. También nosotros a veces corremos y corremos, y no avanzamos. Seamos honestos con nosotros mismos y con Dios. No le digamos “¡mirá todo lo que hice, todo lo que he corrido”. El podrá decirnos: “sí, pero no has producido nada, no has llegado a ninguna parte”. No pidamos “Señor, hacé tal cosa o tal otra”, porque El nos responderás “el don para hacerlo lo tenés vos”.

            Si estamos realmente paralizados ¿cuál será el ‘banco’ en el cual invertir nuestro talento del don de la vida, nuestra responsabilidad frente a la historia?. “¡Ah! ¡pero yo no lo pedí!”, pero bien que cuando se pone en riesgo intentas resguardarlo.

            A nivel país, también numerosas veces depositamos toda la responsabilidad en los que están arriba. Pero reflexionemos: ¿qué es lo que me toca a mí? ¿en qué yo puedo producir cambios? ¿en qué yo puedo abrir caminos? ¿en qué puedo dejar de demandar a los demás y de quejarme, cuando en realidad no estoy produciendo nada?

            No se trata solo de hacer acciones, sino de la actitud con que estas acciones son hechas. Hay que transitar el día a día en actitud de actor frente a cada desafío. Cuando uno entra en esa actitud, el cosmos entero se hace cómplice de uno mismo: las cosas vienen llegando misteriosamente. La historia se abre paso de esa forma: siguiendo el pulso de los actores, de los que en la humildad y pequeñez de su propio talento han sido capaces de reproducirlo.

           

            Pablo Neruda ha escrito un hermoso fragmento que viene muy bien para nuestros aspectos más pasivos de nuestro corazón

Nunca te quejes de nadie, ni de nada, porque fundamentalmente tu has hecho lo que querías en tu vida.

Acepta la dificultad de edificarte a ti mismo y el valor de empezar corrigiéndote.
el triunfo del verdadero hombre surge de las cenizas de su error.

Nunca te quejes de tu soledad o de tu suerte, enfréntala con valor y acéptala.
De una manera u otra es el resultado de tus actos y prueba que tu siempre has de ganar.

No te amargues de tu propio fracaso ni se lo cargues a otro, acéptate ahora o seguirás justificándote como un niño.
Recuerda que cualquier momento es bueno para comenzar y que ninguno es tan terrible para claudicar.

NO OLVIDES QUE LA CAUSA DE TU PRESENTE ES TU PASADO ASÍ COMO LA CAUSA DE TU FUTURO SERÁ TU PRESENTE.

Aprende de los audaces, de los fuertes, de quien no acepta situaciones, de quien vivirá a pesar de todo, piensa menos en
tus problemas y más en tu trabajo y tus problemas sin eliminarlos morirán.

Aprende a nacer desde el dolor y a ser más grande que el más grande de los obstáculos,

mírate en el espejo de ti mismo y serás libre y fuerte y dejarás de ser un

títere de las circunstancias porque tu mismo eres tu destino.

Levántate y mira el sol por las mañanas y respira la luz del amanecer.
Tú eres parte de la fuerza de tu vida, ahora despiértate, lucha, camina, decídete
y triunfarás en la vida; nunca pienses en la suerte, porque la suerte es:
el pretexto de los fracasados.

            Le agradezco a Jesús su dureza. Le agradezco reflejarnos tanto el rostro tierno del Padre misericordioso, cuanto el rostro exigente de este Padre que nos enseña que es capaz de cosechar donde no siembra y recoger donde no ha esparcido, porque confía en nosotros, porque sabe que el don que nos ha dado tiene la fuerza suficiente para mover la rueda de la historia hacia delante, sacarla de ese eje de la repetición y del aburrimiento.

 

            Hay una confesión honesta, radical, que produce estupor. La de Jorge Luis Borges: “He cometido el peor de los pecados que un hombre pueda cometer: no fui feliz”

            No hay justificaciones, no hay argumentaciones, no hizo culpable a nadie ni a nada. ¡Qué entereza!

            Hablando de la felicidad, dice Alejo Carpentier: “sólo podemos pensar en ser felices en el reino de este mundo”. Para nosotros, los cristianos, una frase polémica. Pero desde que Jesús dijo “el reino de los cielos está aquí”, se puede inferir que solo podemos ser felices en ese reino que está aquí. Esta es nuestra oportunidad, nuestro talento. Cuando no podemos hacer nada con él, siempre hay alguna alternativa. Aún dentro de la pasividad, hay una acción posible, hay una puerta y una salida, hay un banco.

            Que Dios nos ilumine y nos bendiga, y sobre todo nos de la grandeza de producir historia.

 

 

 

VOY AL OTRO LADO’

Discúlpeme madame tormenta hágase a la izquierda que voy al otro lado y usted no lo me impedirá.

perdóneme señor problema usted ya no es tan grande, usted ya ni es problema.. no noo..

 

Es que he puesto mi confianza en aquel que me liberto, el que me llamo, me dijo que nunca me dejara

 

y voy al otro lado, junto aquel que llamo, y voy al otro lado, haya en la orilla de donde vengo

mucha gente se ha quedado pero yo puse mi vista al frente y voy al otro lado

 

Discúlpeme madame tormenta déjeme contarle, que si no le hago caso es por que estoy mirando mas haya

perdóneme señor problema es que me falta el tiempo y usted no es importante no noo..

 

por que ya he puesto mi confianza en aquel que me liberto El que me llamo, me dijo que nunca me dejara

 

 y voy al otro lado, junto aquel que llamo, y voy al otro lado, haya en la orilla de donde vengo

mucha gente se ha quedado pero yo puse mi vista al frente y voy al otro lado

 

 ‘LA AVENTURA DEL MAR’

Quiero ser parte del horizonte, nadar contra la corriente abrazar mi soldedad,

quiero ser parte de un nuevo mundo y buscar en lo profundo lo que todavia no puedo encontrar

(quiero buscar) y los miedos dejarlos atrás, (puedo empezar) algo nuevo y en otro lugar

y luchar por una vida diferente.

Quiero seguir,puedo soñar quiero perderme en la aventura del mar

para vivir debo arriesgar sin apartarme del camino seguiré

Quiero ser la voz de mis errores, aprender de mis aciertos en la espuma de las olas despertar,

quiero ser lo que nunca he podido buscando que no he conseguido y en el brillo de la noche dibujar

(quiero cruzar) y los medios dejarlos atrás (vuelvo a empezar) algo nuevo y en otro lugar

y luchar por una vida diferenteYo nací para vivir en libertad, ¡que castigo no encontrar mi felicidad.. Diego Torres