La pedagogía del amor

miércoles, 13 de junio de 2018
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13/06/2018 – Yo, dice, Jesús no he venido a abolir la ley sino a dar cumplimiento. Jesús hace aquí una declaración de principio de mucha importancia para todos sus discípulos, en la que fija su actitud doctrinal frente a la ley.

 

 

Catequesis en un minuto

Jesús dijo a sus discípulos: «No piensen que vine para abolir la Ley o los Profetas: yo no he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. Les aseguro que no desaparecerá ni una i ni una coma de la Ley, antes que desaparezcan el cielo y la tierra, hasta que todo se realice. El que no cumpla el más pequeño de estos mandamientos, y enseñe a los otros a hacer lo mismo, será considerado el menor en el Reino de los Cielos. En cambio, el que los cumpla y enseñe, será considerado grande en el Reino de los Cielos.»

San Mateo 5,17-19

 

Jesús dice, yo no he venido a abolir

Por el contrario he venido a dar cumplimiento. El sentido que usa el verbo que expresa éste no abolir podría estar traducido también como no destruir, no abrogar, no dejar de lado.

Cristo vino a llenar y cumplir, a perfeccionar la Ley con las obras y a llevar lo imperfecto al camino de lo perfecto. No viene a destruir la Ley pero tampoco viene a consagrarla como algo que no puede ser tocado. Al contrario viene a darle con su enseñanza y su actitud una forma más definitiva.

La Ley era el camino revelado por Dios para llegar al lugar donde Dios había convocado al pueblo. El encuentro con la Nueva Alianza bajo el signo de la promesa que traía el Mesías Por tanto no era la Palabra definitiva. Ahora si la Palabra definitiva está presente en medio de ellos el mismo Jesús de Nazaret. El camino que conduce a la perfección de la ley por boca y acción del Mesías es el camino del amor. El amor perfecciona, embellece, crea, recrea, hace plena y lleva a la perfección la ley como lugar donde Dios se había pronunciado a favor de su pueblo.

El amor es el camino

Amor de familia, de amistad, de servicio, de encuentro fraterno, amor orante, amor expresado sencillamente en el reconocimiento del amor de Dios en tu vida.

Cuando encontramos la fuerza del amor en nuestro corazón y descubrimos que es plenitud lo que se nos ofrece en El el amor se hace camino, caminote perfección y el amor se hace capaz de embellecer crear y recrear la vida.

Hemos creído en el amor de Dios, así puede expresar el cristiano, dice Benedicto XVI, la opción fundamental de su vida. El haber creído en el amor de Dios. No se comienza a ser cristiano, dice el Papa, por una decisión ética o por una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una persona que da un nuevo horizonte a la vida y con ello una orientación decisiva

En el Evangelio Juan había expresado éste acontecimiento con la siguiente Palabra: tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que todos los que crean en El tengan vida eterna. Es vida lo que se ofrece en el amor que brota del amor de Dios y elige un montón de arroyos a través de los cuales confluir en el río de nuestra vida para que éste tome cauce junto a otros y desde allí hacerse un torrente que bañe todo y con su presencia lo transforme todo.

El amor es transformante, es creativo, es capaz de embellecerlo todo. El amor es capaz de consagrarlo todo y hacerlo todo nuevo. Consagrado quiere decir hacerlo de Dios y a partir de allí como las cosas puestas en Dios comenzar a ser nuevas, recreadas, transformadas. La fe cristiana pone el amor en el centro y ha asumido lo que era el núcleo de la fe de Israel, dice Benedicto XVI, dándole al mismo tiempo una nueva profundidad y una mayor amplitud.

De allí que Jesús diga no he venido a abolir la Ley y los Profetas he venido a llevarla a la plenitud. La hondura del creer israelita viene dada por la fuerza y el núcleo mismo del sentido de la vida que está en la Ley en cuanto camino que conduce a la plenitud que es el amor porque Dios es el Amor y el camino de la ley conduce al amor.

 

 

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