La procesión: caminar juntos bajo una mirada

miércoles, 13 de febrero de 2013

 

 
 
 
En diversas civilizaciones y por diversos motivos, encontramos formas de procesión: un grupo de personas que camina, marcha o baila, delante de alguna autoridad humana o de alguna divinidad. La procesión o desfile corresponde a alguna fiesta o fecha especial. El caminar en grupo indica disponibilidad, obediencia frente a la autoridad si se trata de un desfile, actitud activa y alerta. También, cuando la marcha se encamina hacia un lugar determinado, señala decisión y búsqueda. Por su carácter festivo, los cantos y bailes expresan la alegría del pueblo o la comunidad que celebra.
 
Los desfiles de carnaval, comparsas, murgas, probablemente tienen su antecedente en las fiestas que se realizaban en honor al dios Dionisio (Baco), el dios del vino. 
Cuando Antíoco IV Epífanes prohíbe la práctica de la religión judía e impone al culto a Zeus, los habitantes de Judá son obligados a participar en estos desfiles paganos:
 
No se podía observar el sábado, ni celebrar las fiestas de nuestros padres, y ni siquiera declararse judío.  Por el contrario, todos se veían penosamente forzados a participar del banquete ritual con que se conmemoraba cada mes el nacimiento del rey; y cuando llegaban las fiestas dionisíacas, se los obligaba a seguir el cortejo de Dionisos, coronados de guirnaldas. 
 Por instigación de Tolomeo, se publicó un decreto dirigido a las ciudades griegas de los alrededores, obligándolas a que procedieran de la misma manera contra los judíos y los hicieran participar en los banquetes rituales.  Además, se ordenaba degollar a los que rehusaran adoptar las costumbres griegas. Todo esto hacía prever la inminente calamidad. (II Mac 6,6-9)
 
 
Como manifestación religiosa, en nuestro país existen varias procesiones y peregrinaciones características, por ej. el Misachico: 
 
En las zonas desérticas donde la aridez climática hace que las cosechas se pierdan, los paisanos realizan diversas ceremonias para rogar por el agua.
En Catamarca, los castigados habitantes prometen a la Virgen del Valle un "Misachico", a cambio de lluvia. Este consiste en una procesión durante la cual se venera a la Virgen. Engalanada con puntillas de colores, la imagen es transportada -en una urna de cristal- a la capilla más cercana para ofrecerle una misa que se celebrará al día siguiente de la peregrinación.
En otras poblaciones, se llevan "santitos", siempre con la misma intención. Por lo general el Misachico es acompañado por un bombo y un violín. (Fuente: www.folkloredelnorte.com)
 
Procesiones, canto y baile camino al Templo de Jerusalén
 
Son numerosas las citas que nos hablan de las procesiones hacia el Templo de Jerusalén que se hacían en ocasión de las grandes fiestas. No sólo se hacían las peregrinaciones hasta el Templo sino que también, una vez allí, la procesión festiva formaba parte del culto:
 
Ordenen una procesión con ramos hasta los ángulos del altar. (Salmo 118)
 
 
 Ya apareció tu cortejo, Señor, 
el cortejo de mi Rey y mi Dios hacia el Santuario: 
 los cantores van al frente, los músicos, detrás; 
las jóvenes, en medio, van tocando el tamboril. 
 ¡Bendigan al Señor en medio de la asamblea! 
¡Bendigan al Señor desde la fuente de Israel! 
 Allí Benjamín, el más pequeño, abre la marcha 
con los príncipes de Judá, vestidos de brocado, 
con los príncipes de Zabulón 
y los príncipes de Neftalí. (Sal 68,25-27 )
 
Judith y el “desfile” en honor a Yavé
 
Judith es una viuda reconocida en la ciudad por su piedad y sus buenas obras. Cuando la ciudad es cercada por el ejército enemigo y está a punto de sucumbir por la falta de agua, frente a la pasividad de los gobernantes, Judith trama un plan para salvar a la población y lo confía en manos de Dios.
Una vez obtenida la liberación de la ciudad, ella encabeza un desfile donde cantan a Dios por la victoria obtenida. Este cántico responde al género literario “canto de victoria” o “epinicio”:
 
“Su contexto vital es el regreso de una batalla victoriosa, o la necesidad ulterior de festejarla. Tiene por tanto un origen popular, como se entrevé por Ex 15,20ss; Nm 21,27-30; 1 Sam 18,6, pero en el Antiguo  Testamento estos cánticos ya están transformados en poemas literarios y teológicos, como lo muestra Ex 15,1ss, que supone tradiciones ya maduras (cf. v 17). Desde el punto de vista formal, el epinicio celebra las hazañas del héroe (que puede ser Yavé), su fuerza, la alegría del triunfo; por supuesto que usa el estilo poético, conciso, ligero. Ex 15 y Jc 5 son los más representativos.” (Krüger, Croatto, Míguez, Métodos Exegéticos, Ed Educab.)
 
El libro pone en evidencia cómo Dios obra de manera tal que excede la lógica humana. No son los gobernantes ni los sacerdotes quienes tienen una solución para el pueblo, sino una mujer. El libro es una protesta y una contestación ante  una visión de la época que consideraba que las mujeres no debían ocuparse de asuntos públicos.
Resulta muy irónico que en el “desfile” después de la victoria, Judith coronada va al frente, y los varones del pueblo, con sus armas que no han sido usadas  y no han procurado la liberación, vienen detrás. Lo habitual era que los varones fueran a la guerra y las mujeres los esperaran para cantar y alabarlos por sus proezas.
 
La tradición católica ve en Judith una figura de la Virgen María, que cantó para Dios el Magnificat celebrando lo que El hace en los humildes.  
 
 “¡Entonen un canto a mi Dios
con tamboriles,
canten al Señor con címbalos;
compongan en su honor
un salmo de alabanza,
glorifiquen e invoquen su Nombre!
Porque el Señor es un Dios que pone fin a las guerras
él estableció su campamento en medio de su pueblo
y me guardó de mis perseguidores”. (Jdt cap. 15)