La resilencia en los adultos

martes, 23 de marzo de 2010
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La resiliencia (capacidad de rehacerse frente a la adversidad) “constituye un proceso natural en el que o que somos en un momento dado, debe entretejerse con medios ecológicos, afectivos y verbales” – dice el Dr. Boris Cyrulnik –
Esto significa que el proceso de reparación de situaciones difíciles depende del medio donde el individuo en cuestión se encuentra, el afecto que le es prodigado y las posibilidades de comunicarlo. Y agrega: “basta que uno sólo de estos medios falle para que todo se hunda” –  pero agrega: “Basta con que haya un solo punto de apoyo para que la edificación pueda continuar”.
Y es así, para poder continuar, a veces es preciso aferrarse a lo que se tiene en pie de bueno, ya sea un ambiente, un afecto o una simple posibilidad de contarlo para solicitar la ayuda.
Las tres frases preliminares para poder salir de la dificultad son:  – yo tengo – yo soy – yo puedo.
A mí me gusta alterar este orden y lo prefiero así: Yo tengo – Yo puedo – Yo soy
¿Porqué?
Porque frente a la soledad de los grades problemas, prácticamente no hay ninguna persona que no pueda nada, por lo tanto, el comienzo del encuentro con sí mismo es la indagación de Qué tengo hoy, con que cuento para emprender el camino de la reparación.
A partir de la respuesta acera de lo que tenemos A FAVOR, podemos respondernos QUE PODEMOS HACER CON ESO.
Puesta en marcha el proceso de resiliencia el YO SOY va surgiendo naturalmente. Porque el YO SOY es algo que va cambiando, como yo soy muy desdichado a yo soy feliz.

Así, sabemos de adultos que revirtieron su dolor convirtiéndolo en amor, sabiduría.
Hay adultos mayores que no pudieron disfrutar de sus años jóvenes y hasta de sus propios hijos, pero lo hacen con sus nietos.
Hay otros que no pudieron hacer lo que les gustaba, y una vez que se jubilaron entran fascinados a un taller de pintura o de canto o de teatro.
Esto demuestra que la vida es tan vasta que nos ofrece múltiples oportunidades de operar cambios positivos, también sucede que con cambios de actitud se producen cambios en el estado de salud. En esos casos, basta con poder ver cuanto tenemos para amar; es el amor el que cura.
Pero también hay adultos que se quedan anclados en el lugar del dolor, y utilizan su capacidad de comunicar sólo para repetir sucesos dolorosos, y esta actitud los aisla de las personas, y los hace permanecer insistiendo en instancias pasadas, que ya son recuerdos. Para ellos, la Resiliencia también ofrece alternativas, porque nada es para siempre, y basta con girar unos grados la actitud, buscando ayuda efectiva de alguien que los acompañe en el proceso de poder mirar  QUÉ TIENEN, QUE PUEDE, QUIENES SON HOY.
Hay quienes dicen que después de la segunda mitad de la vida se produce una bisagra que hay que saber aprovechar, una especie de renacimiento en el que los equipajes son más ligeros, las autoexigencias menores y las posibilidades de disfrutes mas tranquilas. Ese período, al contrario de un envejecer puede convertirse en un renacer.
Así es que, comencemos a pedir a ayuda para indagarnos en nuestras cosas mas profundas, o simplemente comencemos a preguntarnos
¿Qué TENGO? ¿Qué PUEDO? ¿Quién SOY?…como principio de un proceso resiliente.
En algunos países como Francia, se están haciendo experiencias de resiliencia con personas con Alzheimer, con resultados positivos.