La Responsabilidad

viernes, 31 de agosto de 2007

El tema de hoy se refiere a la responsabilidad en los distintos aspectos de la vida y entender un poco más sobre este término y entender un poco más a que hace referencia, como pueblo argentino, como la estamos viviendo, como familia argentina, como individuos.
Esta palabra, este valor viene a poner en claro oscuro algunas cosas que hacemos bien y otras que no las hacemos tan bien.

Está con nosotros el licenciado Sergio Sinay, es un reconocido periodista y terapeuta gestáltico especialista y consultor en vínculos humanos, sus áreas de exploración incluyen las relaciones de pareja, la psicología del varón, los lazos entre padres e hijos y las relaciones interpersonales en múltiples formas y alcances.

Anabel Thanos: Muy buenos días Sergio.

Sergio Sinay: Muy buenos días, para mi también es un enorme gusto poder estar en persona acá, en conversaciones telefónicas he estado varias veces, siempre ha sido muy agradable, muy estimulante las conversaciones, así que esto para mí es algo que quería alguna vez poder experimentar y me tiene muy contento.

AT: Ustedes han tenido oportunidad de escuchar al licenciado en otros temas, hoy especialmente queremos abordar la responsabilidad.

Tengo en mis manos uno de los libros de Sergio, que se llama “Elogio de la responsabilidad.”
Me llamó la atención, a mi personalmente, el título, pero más me llamó la atención es la introducción “El elevado arte de responder” y el libro arranca así:

“Quiero decirlo desde el vamos, éste es un libro escrito bajo el influjo de la indignación, del escepticismo y también y sobre todo de la esperanza. Desde que abro el diario cada mañana hasta que termina cada uno de mis días, se suceden las noticias, las escenas callejeras, los diálogos en los que intervengo o conversaciones que escucho, los actos a los que asisto o los que participo con mayor o menor incidencia que me recuerdan que habito un mundo y una época en los cuales la intolerancia, el fundamentalismo, el materialismo extremo, el egoísmo, la indiferencia, la violencia, la pobreza del lenguaje, la incomunicación emocional, la manipulación de conciencias de públicos y de información, el no reconocimiento del otro, la depredación ambiental y la crueldad son valores hegemónicos y referenciales.
Por eso la indignación, por la impunidad que rodea y protege los actos públicos y privados de individuos, organizaciones, de naciones que se orientan por aquellos valores y los proclaman de un modo obsceno.
Mi escepticismo nace de observar la desidia, la negligencia, el facilismo con que los seres humanos se quejan y se dejan seducir por las supuestas ventajas de esos valores y por su persistencia en reproducirlos.
Y finalmente la esperanza, porque muchas de mis vivencias personales e individuales, muchas de mis rutinas cotidianas en el mundo que habito y de mis experiencias en el trabajo con personas, me permiten también ver aquí y allá, a veces de modo imperceptible, pero cierto y constante, destellos en la oscuridad, actitudes alentadoras, seres que con sus conductas, con el ejercicio de su responsabilidad, con su amor, señalan y nos orientan hacia otros modos posibles de vincularnos con nosotros mismos, con el prójimo, con el medio ambiente, con la totalidad.”

AT: Yo me sentí tan identificada con esta introducción como me imagino muchos de nuestros oyentes.
Una síntesis que yo creo que desde aquí tenemos para reflexionar y acercarnos un poco al mapa de lo que nos está pasando.

SS: Sí, yo creo un poco lo que dice ahí la introducción, me parece que la responsabilidad es un valor en baja y que es un valor esencial para los vínculos humanos.

Los seres humanos estamos destinados a vincularnos, de hecho lo primero que recibimos al nacer es un nombre, no reparamos en eso, después sí unos reciben más cosas y otros menos, más afecto , menos afecto, más bienes materiales o menos, más alimento o menos alimento, pero todos recibimos un nombre.

Con el nombre se nos está diciendo que vamos a existir entre otros, porque quien nace sólo en una isla desierta, y si naciera de un repollo o una lechuga, no necesitaría nombre, ¿para qué el nombre?.
Un nombre es porque vamos a ser nombrados, vamos a existir entre otros y con eso se está designando el principio o una señal de nuestra identidad.

Después nos olvidamos de que en realidad estamos destinados a vincularnos y sin embargo somos vínculos.
Cada uno de nosotros se puede decir, que de alguna manera es la historia o es la trama de sus vínculos. Todos somos hijos de alguien, hermanos, amigos, adversarios incluso. Hasta para ser adversarios necesitamos vincularnos.

Somos deudores, somos acreedores, maestros, somos alumnos, somos guía, somos guiados, pero siempre y aunque nos olvidemos esto con llamativa facilidad, nuestra vida y el mero hecho de vivir es estar vinculado.
Por lo tanto, desde la misma noción de vínculo, que de alguna manera también es noción de vida, la responsabilidad es un valor inherente a esto, ¿por qué? Porque responsabilidad viene de responder y alude a la capacidad de cada uno de nosotros o a la cualidad de cada uno de nosotros de poder responder a las consecuencias de nuestras acciones. No hay acción que no tenga consecuencia.

Trata de pensar y por ahí puede ser un pequeño ejercicio para quienes escuchan, por unos segundos imaginemos una piedra que cae sobre la superficie de un lago y que no genera ningún tipo de efecto sobre esa superficie.
Es imposible.

AT: No hay forma.

SS: La mente lo niega. Es contra la naturaleza. Una piedra que cae sobre la superficie del agua genera ondas, genera círculos.
Si la piedra es más grande o cae desde mayor altura los círculos serán mayores, si es más chica y cae desde menor altura serán menores, pero es imposible que no genere ningún efecto.

De la mima manera, cada cosa que nosotros hacemos en la vida o que no hacemos, cada palabra que emitimos, cada silencio nuestro, genera un efecto en la superficie de estas tramas en las que estamos todos vinculados.

Entonces, la responsabilidad alude a la capacidad de responder ante esos efectos, no alude desde mi punto de vista al menos, a la obligación como la tenemos incorporada. Nosotros tenemos incorporada la idea de responsabilidad como idea de obligación, carga y le escapamos a eso.

AT: Le huimos terriblemente. Alguien te quiere hacer responsable, te quieren hacer responsable.

SS: Claro, y otra responsabilidad más no,  ya tengo suficientes responsabilidades.
Pero esto es por una errónea concepción de la responsabilidad. Yo creo que la responsabilidad es otra cosa, es la capacidad de responder por las consecuencias de nuestras acciones. Responder ante el otro, ante los otros.

AT: Siempre hay otro, no hay forma.

SS: Siempre hay otro, y por lo tanto, siempre somos responsables porque siempre nuestras acciones afectan al otro, como las acciones del otro nos afectan.

AT: Hay gente que te va a decir que no molestan a nadie, que vivo solo, hago la mía.
Hay gente que piensa de verdad, que sus acciones, que sus formas de encarar la vida, no le tocan al otro.

SS: ¿Sabés por qué creen esto? Porque perdemos contacto con el otro.
El único que en realidad puede decirnos como le afecta nuestro hacer o nuestro no hacer es el otro y para esto hay que contactarse, hay que establecer el vínculo, hay que recorrer el vínculo y es el otro el que nos va a decir.

Muchas veces, incluso, lastimamos a alguien y el otro nos dice que lo hemos lastimado y nosotros decimos: “pero si yo no te lastimé”. El que me va a decir si lo lastimé o no es el otro y yo tengo que creer que si me dice que lo lastimé es porque lo lastimé.

Después tengo que ver como respondo antes eso, como reparo si es reparable. Pero nosotros a veces, nos cerramos, creamos el mundo en nuestra mente y creemos que es como nosotros decimos. Entonces yo creo que si yo no digo nada, a nadie molesto y a lo mejor hay alguno que lo que le molesta es mi silencio, porque necesita que yo hable, necesita saber lo que yo pienso, necesita que le diga algo que estoy callando y que yo creo que si no hablo, entonces no molesto a nadie.

O que si no salgo de mi pequeño espacio a nadie molesto, y por ahí hay alguien a quien, si yo saliera de mi espacio, le estaría cambiando la vida. No porque me lo proponga, porque además, lo interesante, lo que hay que recalcar, es que los efectos de nuestras acciones no los decidimos nosotros siempre.

Todas las acciones tienen efecto. Algunos son previsibles, otros son evitables, algunos son deseables y algunos son desconocidos, quizá la mayoría de los efectos son desconocidos.

Movemos las aguas del mundo en que nadamos y nosotros a veces no sabemos a cuantas personas le hemos hecho bien sin saberlo, por algo que ni siquiera imaginamos y tampoco sabemos a cuantas personas hemos hecho mal sin saberlo y por cuestiones que no imaginamos, más allá de las que si sabemos y de las que si imaginamos tanto para el bien como para el mal.

Entonces, es imposible descartar la responsabilidad como un valor fundacional de los vínculos humanos. A su vez los vínculos son algo que nos hacen ser justamente humanos, justamente porque además hay intención en nuestros vínculos, los humanos nos vinculamos no sólo porque estamos, sino porque además vamos creando vínculos de que estamos juntos y que estamos conviviendo.

Para mi, la responsabilidad cuando la empezamos a entender  de esta manera, tiene un efecto muy poderoso que es el de hacernos libres, que es todo lo contrario que cuando la tomamos como obligación.

AT: Claro, por supuesto. ¡Qué concepto! ¿no Sergio?
¿Cómo puede ser que la responsabilidad como la estamos mirando ahora, la miramos desde los medios de comunicación, desde los diarios, desde el encuentro en el materialismo, que ésta palabra esté haciéndonos libres? Vamos a ir por ese camino, porque de verdad tenemos que mirarla de otro forma.
Así no estamos bien, eso está claro.

SS: Mirá, cuando yo entiendo que todos mis actos tienen consecuencias y que yo tengo la capacidad, yo puedo responder por esas consecuencias, incluso puede ser que algo que a lo mejor puede lastimar a otra persona es moralmente necesario que yo lo haga y yo tengo que poder responder sabiendo que a lo mejor, haciendo esto que es necesario, que es moralmente necesario, a alguien voy a lastimar. Y tengo que saber que voy a lastimar y tengo que poder responder y mantener al mismo tiempo esta acción necesaria.

Entonces, cuando entiendo la responsabilidad de esta manera, empiezo a elegir mi vida. Mi vida empieza a ser una cadena de actos elegidos, un ensamble de actos elegidos.
Yo siempre digo que a mayor cuota de responsabilidad en un conjunto humano, llamémosle en una familia, en una pareja, en una institución, en un país, cuanto más responsabilidad circula, menos culpa anda dando vuelta, porque cuando menos gente se hace responsable de sus actos, como las consecuencias de todas maneras existen, hay que encontrarle culpables a las consecuencia.

Es decir, si yo no me hago responsable y mi acto dañó, entonces voy a buscar a alguien que sea culpable de esto. Entonces decrece la responsabilidad  y aumenta la culpa. La culpa que lo único que hace es intoxicar, la culpa que es producto de la falta de responsabilidad, lo único que hace es intoxicar a las personas o a los vínculos.

Ahora, cuanto más responsables hay, menos culpables va a haber, cuanto más responsables nos hacemos, más elegida es nuestra vida y por eso yo digo que la responsabilidad nos hace libres, que ser responsables nos da la libertad de elegir que vida vivimos, empezamos a vivir vidas elegidas porque de lo contrario vivimos vidas de las que al desresponsabilizarnos parecen que esas vidas nos ocurrieran y no que las construimos, parece que la vida es algo que me pasa sin que yo tenga nada que ver y la verdad es que yo tengo mucho que ver, tengo todo que ver.
Por lo menos en el plano del vínculo con el semejante yo tengo todo que ver con lo que me pasa, después hay otros planos más trascendentes, más imponderables donde ya no es decisión mía, pero en el plano de la relación con el otro, yo soy el responsable.

AT: ¿Sergio, qué es un terapeuta gestáltico?

SS: Terapeuta gestáltico es alguien que establece una relación con otra persona para trabajar en equipo con funciones diferentes en la transformación o en la resolución de un tema o una situación que es del otro, del que consulta.

Un terapeuta gestáltico es un terapeuta que se compromete con el otro, que se hace responsable de un vínculo con el otro, no es un mero observador del otro que no es alguien que ve al que consulta como alguien que está dentro de un tubo de ensayo con quien hace experimentos para cambiarlo, sino un terapeuta gestáltico es alguien que cera un vínculo con la persona que lo consulta y juntos en ese vínculo se transforman ambos y transforman, sobre todo, aquello que el consultante trae como tema.

Un terapeuta gestáltico es alguien que trata de ayudar al otro a desarrollar sus propios recursos, no es que le inyecta desde afuera recursos que le son ajenos, sino que trata que el otro desarrolle sus propios recursos.
 
AT: El otro trabaja lo que ya tiene, ya lo tiene.

SS: Ya lo tiene  y a lo mejor no sabe que lo tiene, o no confía en que lo tiene, o no lo valora y en la medida en que el otro se apoya en lo que tiene, se hace responsable de su vida.

Yo creo que un terapeuta gestáltico trabaja esencialmente en el desarrollo de la responsabilidad del consultante para que pueda vivir apoyándose en sí mismo y creando desde ahí una vida y vínculos elegidos por él.

AT: Esto te lo preguntaba porque sos un reconocido periodista y terapeuta gestáltico especialista y consultor en vínculos humanos, esto es para que ustedes tengan idea de quien son las palabras que están escuchando. No lo dice cualquier persona desde la inexperiencia, lo dice un profesional.

Hay una pregunta tan fuerte y quizá trillada para algunos pero  ¿para qué vivimos Sergio?

SS: Esta es la pregunta fundamental que atraviesa nuestra existencia, ¿para qué vivir?
El que hablaba de esto era Víctor Frankl, un gran pensador del siglo XX, un hombre terapeuta, médico, psiquiatra y sobre todo un filósofo de una sensibilidad y una profundidad enorme.

Frankl decía que nosotros muchas veces nos preguntamos ¿qué me espera a mí en a vida? O ¿qué vida me espera? ¿qué me deparará la vida? Nos hacemos estas preguntas y Frankl decía que es la pregunta equivocada porque en realidad el que pregunta no es uno, lo que pregunta es la vida.

La vida te pregunta ¿qué vas a hacer conmigo? ¿qué destino me vas a dar? Y la vida te lo pregunta todo el tiempo y Frankl decía que la vida no pregunta esto con palabras, no es que nos llama por teléfono o nos manda un mail o nos manda una carta. No. La vida pregunta esto con situaciones.

Nosotros nos despertamos cada día y vivimos, vivimos una continuidad de situaciones y en todas esas situaciones está la pregunta ¿para qué vivir? Después, una vez que uno empieza a responder el “para que”, aparece el “como”, como vivir ese “para que”.

Pero en primer lugar es ¿para qué vivir? Y la verdad, esto ya es una idea mía personal, que si la respuesta es vivir para acumular, vivir para tener cada vez más cosas, más bienes materiales, vivir para cambiar el auto todos los años, vivir para comprarme un plasma de 98” que me evite salir al mundo y me permita mirarlo por una ventana ficticia.

Vivir para consumir, la verdad que es una muy pobre respuesta para una pregunta muy importante, porque esta cuestión sagrada, misteriosa, maravillosa que es la vida no puede haber sido creada solamente para que seamos una especie de consumidores automáticos que además ni siquiera son felices consumiendo, porque crece el consumo en nuestra sociedad y junto con el consumo crece la infelicidad.

Entonces habría que preguntarse por que, y yo creo que la infelicidad crece junto  con el consumo porque mientras estamos consumiendo, y consumiéndonos, estamos desatendiendo un apetito al que no se responde con ningún tipo de bien material, que es un apetito espiritual, un hambre espiritual que no está atendido y que es una necesidad vital esencial.

AT: Cuando tenemos hambre comemos lo que venga. Me da la impresión que nos están entregando en bandeja estas cosas  y nosotros no se si nos paramos a ver si queremos comer esto.

SS: Es que junto con esto que nos entregan en bandeja, nos inoculan también la anestesia para que no nos paremos a ver eso.
Porque yo creo que hay un sistema que genera esta vida consumista para el cual, lo peor, la pesadilla de los mercadócratas, de los que nos inventan todo el tiempo deseos y nos hacen creer que son necesidades, nos hacen que los vivamos como necesidades, es una sociedad donde la gente se comunique, donde la gente comparta el tiempo interactuando entre si, donde se pregunten ¿cómo estás? y se queden para escuchar y que el otro cuente de verdad, donde las cosas que nos hacen diferentes porque no hay dos seres humanos iguales, por lo tanto todos nuestros vínculos son vínculos que se dan entre personas diferentes donde esas diferencia sean una invitación a la exploración del otro y a construir cosas juntos a partir de la diversidad.

Si la gente estuviera realmente vinculada, entre si, los padres con los hijos, los hijos con los padres, las parejas entre sí, los vecinos entre sí, una comunidad en su conjunto estuvieran vinculados, estuvieran con visiones compartidas, con propósitos comunes, no tendrían tiempo para consumir y esa es la pesadilla más terrible de los que nos venden todo el tiempo cosas.

Entonces, ¿qué necesitan ellos? que nosotros estemos insatisfechos, incomunicados, creyéndonos comunicados porque nosotros creemos que porque cateamos 25 horas por día, porque estamos prendidos al televisor, porque tenemos 500 contactos, porque no nos perdemos Gran Hermano o porque estamos espiando las vidas de otros que ni viven mientras nosotros dejamos de vivir.
Mientras hacemos todo esto, creemos que estamos muy comunicados y la verdad ignoramos quien es el que está al lado nuestro.

Entonces, esto, la desvinculación entre las personas, es una enorme fuente de infelicidad, angustia existencial.
La angustia existencial proviene del no saber para que se vive. Cuando uno no sabe para que vive, simplemente va viviendo el día a día y se le va abriendo una especie de agujero negro en el centro del corazón.

AT: Que te chupa y te come.

SS: Es la angustia existencial. Hay alguien que te dice “yo te ofrezco algo que va a tapar ese agujero, comprate esto, consumí lo otro”.
Fijate que el gran bombardeo de anuncios que recibimos todos los días se calcula que una persona en un día recibo como promedio 3000 impactos publicitarios, consciente o inconscientes, sabiéndolo o sin saberlo.
Las palabras claves, en esos impactos es “vivir, sentir, vibrar, tené” todo aquello para lo cual no se necesita más de lo que ya tenemos.

AT: Por eso estamos muy confundidos, porque cuando el mensaje y si uno va creciendo en una sociedad como la que tenemos, que es ésta, que nos va todo el tiempo boicoteando la vida, porque hay que decirlo así, no solamente que vivir este don maravilloso que es nuestra vida va a ser reducido a un plasma o a un auto, sino que una vez que ya lo alcancé, tengo que encadenarme a cuidarlo.

SS: O tuviste que trabajar horas dejando de ver a tus hijos o a tus amigos para trabajar para pagar el plasma.

AT: Claro, porque me creo que puedo también, porque tengo un plástico con el que yo voy a comprar y me amplía mi billetera y me hace pensar que yo puedo tener un televisor que cuesta $15.000 para ver algo que le pasa al otro y para creer que así estoy comunicado.
Pero voy a tener que trabajar, un sueldo promedio argentino, cuanto va esta cuota a veces de $1.000. Yo no puedo creer que tengamos que gastar esto y no estamos diciendo que las cosas materiales no nos puedan brindar satisfacción usadas en su medida.

SS: Usadas, vos fijate esta palabra que utilizás es importante, que nosotros las usamos a las cosas y no ser usados por ellas.
Está dando vuelta el vínculo entre nosotros con los objetos y los bienes materiales, nos están usando, no los estamos usando.

Porque yo lo uso si lo puedo prender o apagar. Prendo, veo lo que necesito, apago y continuo mi vida, continuo mi vida de relación, mi vida en el mundo.
Pero cuando esos bienes me empiezan a sacar del mundo a mi, es que ellos me están usando. Vos fijate, que además de todo lo que cuesta trabajar para tenerlos y todo eso, en el momento en que lo tenemos se acaba la ilusión, porque la función del deseo es desear, no es tener, es desear.

Entonces, cuando ya llego a lo que deseaba tengo que empezar a desear otra cosa para que el deseo siga encendido, porque sino, no hay más deseo y lo que no están creando son deseos todo el tiempo.
Porque las necesidades humanas no son muchas, son de afecto, de amor, son de pertenencia a un círculo de semejantes, de prójimos, es de alimento, es de techo y esas son las necesidades humanas básicas, todo lo demás son deseos inoculados que nos están haciendo vivir una vida desvinculada y cuando nos desvinculan somos infelices, y cuando somos infelices nos angustiamos y cuando nos angustiamos empieza el círculo de consumo desesperado que no termina nunca.

Entonces nos olvidamos de la responsabilidad, y fijate que el taller que yo coordino es “Amor y responsabilidad” porque yo creo que hay que ligar amor con responsabilidad, porque son inseparables.

Justamente porque el amor es el vínculo entre dos seres únicos, diferentes entre sí y de sus diferencias va a nacer la riqueza y el potencial para crear un universo nuevo que es el universo de esas dos personas que se encuentran.
Y donde es muy importante que ambos sean responsables porque sino hay uno que le va a echar la culpa al otro en todo o son esos vínculos donde uno dice “quiero que me hagas feliz” y la verdad es que nadie tiene la función de hacer feliz al otro, uno es feliz con el otro si construye un vínculo real pero no es la función de la otra persona hacerme feliz a mi. Por lo tanto, si yo soy infeliz, la culpa es del otro. No. Tenemos que ser seres independientes para crear una relación interdependiente, adulta y realmente responsable.

Y para esto se necesita tiempo, porque el tiempo va muy unido a la creación de los vínculos y la responsabilidad, y cuando no le damos tiempo a eso, porque estamos distraídos, vivimos una vida distraída en el consumo, en la ilusión de una comunicación que es ficticia, que es virtual pero realmente virtual porque no existe.

Cuando sacamos este tiempo de nuestros vínculos y de nuestras acciones responsables, esto empieza a enfermarnos emocionalmente en algún lugar y después nos enferma físicamente también.

AT: Esto es seguro, porque de verdad todo esto impacta en el cuerpo.