La Resurrección de Jesús

martes, 27 de julio de 2010

Al otro día las mujeres fueron a visitar al que ha partido, por amor, para estar con El y se encuentran con que no está en el sepulcro. La pregunta de los ángeles, la pregunta del cielo, como no nos damos cuenta, ¿no se acuerdan? Al tercer día resucitaré de entre los muertos. Pero estamos allí recibiendo esta pregunta y este llamado del cielo en esta jornada de Sábado Santo ¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo? Se me agrandó el corazón cuando miré esta palabra porque digo ¿Qué es la resurrección, que implica? Cristo muriendo y volviendo a la vida y me parece tan real esto porque a veces el tema que la vida de la fe y lo espiritual es como algo sacado de lo concreto, de la realidad pero la realidad creo que es mucho más profunda de lo que ven y perciben nuestros sentidos y nuestra razón. En primer lugar, dice, va a buscar a nuestro primer padre como a la oveja perdida. Eso me hizo tanto bien, me dio tanta paz escucharlo hoy porque el Señor, buscando la oveja perdida va a buscar a Adán, al primero, el que no le pudo ser fiel, el que sucumbió a la tentación

Aquello que el mismo Dios le permitió respetando ese maravilloso don de la libertad, de la elección y El respeta la elección del hombre pero no lo abandona. El Señor va a decir en la palabra de Pedro yo daré mi vida por ti. Pedro no la podía dar por el Señor, Adán quizás tampoco. Yo no se porque puede el hombre ser fiel, no se porque el hombre tiene que responderle totalmente en fidelidad a Dios ¿Será posible que yo como hombre pueda dar una respuesta definitiva a Dios? ¿Qué pueda amarlo con un amor fiel, con una totalidad de entrega que no admita errores? ¿Porque Dios ha querido este misterio del pecado en el ejercicio de la desobediencia de Adán? Quizás, quizás como también la misma tradición cristiana en la escritura nos lo ha mostrado, quizás para esto para que se conozca, para que al nombre de Jesús, para que se conozca al hijo de Dios, para que se conozca que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo y en la tierra y para quesea glorificado el nombre de Dios

Que maravilla el proyecto de Dios, que difícil de entenderlo, que poca lógica tiene, que poca coherencia, que cosa tan innecesaria plantea Dios al hombre al permitirle el pecado. ¿Por qué esta necesidad de Dios después de haber asumido la terrenalidad? Porque ese era el proyecto, porque el Padre ama de esta manera, ama con un amor cuya entrega es tan grande y tan involucrada que es un amor terrenal, es un amor carnal, es un amor terreno y en ese amor humano, en esa terrenalidad, en esa carnalidad el amor de Dios recuperando al hombre para la gloria de Dios. Y ciertamente que en muchas comunidades, en muchos ambientes hay hermanos/nas que han podido estar haciendo esta meditación profunda, este silencio, esta oración. Que lindo ver la gente caminando, recorriendo las iglesias, ver al Señor amando de la manera que ama, manifestando el proyecto del Padre y volver a ver una vez más la manera loca que tiene Dios de hacer las cosas, loca para nosotros ¿no? la verdad que todos los que aman son locos y yo creo que Dios es el más loco de todos.

En esta lógica de lo humano para nosotros Dios es un escándalo, la cruz del Señor es un escándalo, es una locura, es una necedad para muchos, es una estupidez, es un acto de imaginación, es un vuelo fuera de la historia para muchos lo que hacemos los cristianos. Pero nosotros sabemos que la Semana Santa nos permite revivir, sacarle la cascarita a la herida. Los cristianos lo que hacemos es animarnos a sacar la cáscara que cubre la herida que se quiere secar. Sacamos la cascarita y está nuevamente la carne viva y esto para nosotros es el viernes Santo, la carne viva, el rostro vivo del amor de Dios que puede hacer así su presencia entre nosotros y puede volvernos a mostrar cuanto nos ama. Hoy, cuando rezaba la oración contemplaba un poco el texto del evangelio de Lucas 24 que es el que vamos a proclamar esta noche, las mujeres yendo al sepulcro y yo pensaba, cuanto tengo que agradecer a Dios que yo hoy puedo y como yo tantos podemos darnos cuenta de que el Señor nos ha amado y se ha entregado por nosotros

Esto lo hizo por mi y con las palabras de San Pablo podríamos decir “me amó y se entregó por mi” Esto es lo que de alguna manera podemos decir, tiene este carácter tan vivo, tan personal, tan de todos y tan para cada uno, propio del amor de Dios. También pensaba cuantas Semanas Santas tendrán que pasar para que tantos corazones endurecidos todavía, enamorados del pecado, encarcelados en su propio egoísmo, en su odio en su mentira, en su suficiencia. En las rejas trágicas y agobiantes de la sin libertad, de la suficiencia, del egoísmo, del amor propio. Cuantas Semanas Santas tendremos que esperar, cuando será el tiempo de la salvación, cuando despertarán. Cuando leía la meditación sobre el Sábado Santo de este autor él nos decía que el Señor al morir, “el Dios hecho hombre ha muerto y ha puesto en movimiento la región de los muertos”. A mi me impresiona esto de que el hombre primero desde el punto de vista de la razón decimos que es un ser inmortal y si es inmortal quiere decir que no muere y después de la muerte ¿Qué pasa con el hombre, donde va, que es esto de la región de los muertos, como será eso?

¿Será que el hombre está desaparecido para siempre, como yace, de que manera, donde yace el hombre? Solo el amor del Señor, solo el que prueba la muerte y puede vencerla devolviéndole la vida a la vida con la resurrección es el que puede bajar a la región de los muertos, solo El puede hablarnos de los que han muerto, solo El puede rescatarnos. Imagino yo bajando a la región de los muertos después de esta vida y me imagino al Señor después de la Pascua tomándome de la mano, diciéndome, Mario, levántate y camina, no te quedes yaciente, debes moverte con el movimiento de la vida que te da el Espíritu. En primer lugar va a buscar a nuestro padre Abrahán como la oveja perdida. Quiere visitar a los que yacen sumidos en las tinieblas y en las sombras de la muerte. Dios y su Hijo van a liberar de los dolores de la muerte a Adán que está cautivo y a Eva que esta cautiva con él y el Señor hace su entrada donde están ellos y como responde esto a la verdad cuando lo proclamamos en el credo, descendió a los infiernos, al lugar de los muertos, al ámbito donde se está a la espera, donde solo se puede padecer la vida

Deseada sin poder saborearla y donde solo se puede vivir porque se la recibe como regalo. Una vez más en esta meditación vamos dándonos cuenta de la gratuidad de la vida, de la vida completa, de la vida humana y de la vida divina a la que está llamada a la vida humana, vida humana que no es tal ni es completa si no es impregnada por la vida Divina y esto solo Dios puede darlo. Cuando hasta ahora he vivido como he podido y ahora me doy cuenta que quiero acercarme al Señor, eso significa que Dios pasa por el corazón.¿Como pasó Dios por tu corazón en este Viernes Santo, como está pasando en esta Semana Santa, en esta Pascua? Y te paso de la muerte a la vida, ¿el Señor habrá podido, estará descendiendo hasta tu tiniebla, hasta el lugar más recóndito de tu ser? Digo que quizás es lindo cuando se hace sincera la oración y cuando el corazón del hombre llamado, la puerta golpeada del corazón, “estoy a la puerta y llamo” ¿Estará el Señor golpeando la puerta, será que le voy a abrir? “estoy a la puerta y llamo si alguien me abre entraré y cenaremos juntos”

Que maravilla el llamado a la comunión, a la intimidad. La presencia del Señor es una presencia de ágape, de amor, de encuentro, de confianza, de identidad y libertad donde uno puede ser uno realmente. Frente al Señor no es necesario simular nada y nada es obstáculo, ni las más grandes misérias, eso es lo que más me impresiona del cristianismo, eso es lo que más me gusta de Jesús, para El no hay condiciones. Dios no tiene condiciones para su relación con el hombre. El corazón humano basta con que se anime a abrirle un poquitito la puerta, ya la luz de su presencia puede entrar hasta los lugares ocultos, oscuros y recónditos de la persona y que necesidad que Jesús baje a la región de los muertos, baje a mi región de muerte porque yo también tengo regiones de muerte. Hay lugares de oscuridad, recovecos en las piezas escondidas como esas piezas del fondo y también hay sótanos. Cuanta oscuridad, puertas cerradas con candados herrumbrados porque no me interesa entrar al sótano, no quiero mirar, no quiero entrar a mi pasado, no quiero entrar a la hondura de mi realidad, quiero cerrar los ojos porque me duele, tengo miedo, me supera, no puedo

Ese temor, esa inseguridad grande que me da. El Señor me llama ciertamente, me llama a la puerta ¿me animaré abrir o me vencerá el miedo de la muerte o el miedo será mi muerte? ¿me quedaré para siempre en la sepultura, me quedaré en la región de la muerte? ¿me animaré a abrirle la puerta al Señor que golpea? Que lindo que yo le pueda decir como Adán, Señor, menos mal que viniste, la puerta está abierta, esta es tu casa, aquí está tu oveja, la descarriada. Señor, estoy pobre y herido pero tómame y levántame, sácame de la región de los muertos. Detrás de cada miseria se manifiesta la grandeza del amor de Dios. El Señor cuando lloraba aquella mujer dijo “se le perdonó mucho porque amó mucho” Es que la vivencia y la experiencia del pecado es también la posibilidad de comprender al Señor que es el único que puede recuperar y devolver la esperanza al corazón. El Señor también me pone a mi y a todos los sacerdotes como protagonistas del misterio de la gracia de la resurrección.

En cada alma, en cada persona que reconociendo el pecado y sintiendo la punción del Espíritu a dar pasos a reconocerlo ante la iglesia el pecado y recibir la reconciliación y el abrazo. El dejarse tomar de la mano por el Cristo que baja a su infierno, a su sombra y que no se asusta, que lo toma de la mano y que le dice aquellas palabras que el Espíritu Santo una vez dijo en la escritura “despierta tú que duermes y levántate de entre los muertos y Cristo te iluminará” Que lindo, como le dijo el Señor a la muchacha que todos creían estaba muerta o que estaba muerta quizás, tomándola de la mano talitakum, niña, Yo te lo ordeno, levántate. Ya es partícipe de esta gracia. Mi gratitud especial en este Sábado Santo ya que la muerte del Señor no es la tristeza de los cristianos ni es el fracaso de la fe. El Señor a probado el fracaso y lo ha elegido como herramienta de la vida nueva, así se manifiesta la grandeza de Dios. Por eso es tan lindo y tan en consonancia con aquella oración que usamos tantas veces, Dios que manifiestas tu omnipotencia sobre todo en el perdón

Hace referencia esta oración a la majestad bajándose hasta lo más ínfimo de la condición humana, aquel que no tuvo en cuenta su condición Divina, que se anonado a sí mismo tomando la condición de servidor es el que puede bajar hasta la región de los muertos, hasta la parte íntima de nuestro ser y despertar en mí el viejo Adán dormido para que ahora se anime a una vida nueva y sea un nuevo Adán. Para vivir la vida de la gracia, la vida en la que ya no hay miedo, hay libertad, hay confianza. Que importante es esto y mi experiencia de sacerdote en el ejercicio de mi ministerio les puedo confesar una de las cosas que más percibo en las almas, que necesidad de la confianza, de barrer con las sombras, cuantos miedos, cuanta tristeza pero lo que más me impresiona que hace tantos años tantos pero tantos cristianos sigue a Jesús, lo siguen y luchan y ponen tanto empeño y tanta fidelidad a mandamientos y a normas y no pueden encontrar una solución para sus sombras. Impresiona que Jesús no sea más fuerte que la muerte en tantos cristianos

Me impresiona que Jesús no pueda vencer, no pueda despertar al Adán que está llamado a la vida en tantos cristianos. ¿Cuándo será el momento de la conversión final? Solo Dios lo sabe. Talitakum, niña, Yo te lo ordeno, levántate quizás una palabra que nos puede ayudar para este Sábado Santo, el Señor compartiendo nuestra sepultura. El yace quizás porque nosotros también yacemos, no quizás, ciertamente porque el hombre ha quedado dormido y adormecido por el pecado de la desobediencia y de la rebeldía, a quedado sumergido en las tinieblas sin la posibilidad de recuperarse como persona. Que importante es contemplar en este día a Jesús en el sepulcro, que importante que como Magdalena, como Juana o María vayamos corriendo de madrugada, esta noche al sepulcro no para encontrarnos con la muerte sino para dejarnos sorprender por Aquel que puede correr la piedra que ninguna fuerza física ni humana puede correr. Jesús desciende, quiere acompañarme en mi muerte, en mi fracaso, en mi miedo

En mis historias de vida que me tienen postrado, que me tienen como un muerto cadavérico cuantos cristianos están caminando y todavía comulgando y rezando pero siempre con culpa, siempre condenándose, siempre tristes por su pasado, por su pecado. Todavía no han podido darse cuenta que el Señor los está queriendo tomar de la mano para decirles aquellas palabras hermosas de la escritura levántate y camina, despierta tú que duermes, levántate de entre los muertos. Dios habla al hombre que es capaz de corresponderle no porque tenga la capacidad de la correspondencia sino porque tiene la posibilidad de la correspondencia. Porque Dios capacita al hombre y lo hace, Dios da la gracia para que el hombre pueda responderle porque si el Señor no da la gracia no hay mérito de nuestra parte sino que los méritos son de Cristo redentor. Por eso digo que lindo poder descubrir esta gracia yo hoy le doy gracias a Dios por este Sábado Santo, poder compartir con ustedes esta riqueza que el Señor me ha dado y nos ha dado a los sacerdotes la gracia de poder entrar en los sepulcros, en los lugares recónditos del corazón humano

Y cuantas veces uno, los sacerdotes también en esta gracia de experimentar descender al lugar de los muertos a través de la experiencia del sacramento de la reconciliación que hemos celebrado particularmente en este Viernes Santo y a lo largo de toda esta Semana Santa percibimos en el alma el ocultamiento de alguna cosa y uno sufre porque con que cariño y respeto uno puede intentar acercarse, dar la posibilidad como pegar un golpecito y dejar la puerta abierta para que esa alma temerosa que tiene miedo de vivir la gracia porque tiene mucho miedo de ser reconocida en su pecado. Al cura San Juan María Vianney le había dado el Señor esta gracia de poder intuir algo oculto en el corazón, algo que la persona aterrada reserva, guarda. Cuantas almas van al sacramento de la reconciliación pero permanecen en la región de los muertos por la falta de sinceridad. En realidad no es falta de sinceridad sino un terrible miedo, un terror atroz muchas veces, una mortificación enorme y con una violencia tan grande que prefiero callar, tengo miedo de reconocer mi pecado, mi culpa

Lo que me humilla, lo que me quita la resaca, la imagen que yo tengo de los demás. Cuantas cosas creemos de nosotros y sin embargo que bendición adquieren los que tienen la libertad de poder decir, este soy yo y este que soy yo, que tengo que decir desde aquí abajo, soy pecador, este también es amado desde toda la eternidad, es hijo de Dios. Que gracia la de los sacerdotes poder entrar en el secreto recóndito del corazón humano, ser partícipe del dolor de tantas almas y poder tomar de la mano en el nombre de Jesús y solo con el poder de Jesús. Esa es la gracia que tenemos que no es que yo, es Jesús realmente, el sacerdote es Jesús, el único sacerdote es Jesús no hay otros sacerdotes, si a alguien se le dice sacerdote es por la identificación sacramental con Cristo pero Cristo es uno. Que lindo puede ser asociado al misterio de Jesús sacerdote de poder tomar de la mano para ayudar a salir de las regiones de la muerte a tantas almas. Como no le voy a agradecer a Dios, como yo también no voy a dar mi testimonio de la misericordia que Dios tiene con nosotros, como no voy a mostrar la bondad, la frescura del Señor, la originalidad, la grandeza de su amor

No hay nada imposible para el Señor, el cura de Art percibía, el Señor le daba la gracia de intuir, de percibir, tenía como una percepción de que había algo oculto y el cura señalaba ¿y eso y ese tema? Y el alma quedaba sorprendida y entonces llorando muchos podían decir sus pecados La mayoría de nosotros no tenemos esta gracia pero también el Señor con la gracia de estado que da al sacerdote porque lo identifica con El, vaya gracia de estado eh, identificado con el misterio de la reconciliación y de ese modo con el sacramento poder ayudar al alma a destapar aspectos escondidos y en cada Semana Santa hay sorpresas. Cuanta gente puede después de años pueden decir, esto también necesita redención en mí y reconocerlo y dejarse tomar de la mano y despertar nuevamente. Quiero agradecer al Señor no solo la gracia de permitirme esta tarea tan delicada sino también agradecerle que tantas almas han tenido la fortaleza de poder decir su pecado, que bendición, cuanta paz con una nueva luz, nueva vida en tantas personas en la Argentina, bendito sea Dios

Ayer contemplábamos a María al pie de la cruz, saludábamos a Nuestra Señora. La hemos saludado en Navidad ¿se acuerdan? En el misterio del nacimiento del Salvador y en todos los misterios lindos, gratos que nos dan ternura, suavidad, que nos ponen esponjosa y suave el alma y que nos dan ganas de festejar, de gritar y de cantar. Y es la misma Madre que le dijo un sí a Dios, que fue sorprendida con esta alegría que ahora tenía que vivir la aplicación de aquellas palabras de Simeón “este Niño será motivo de caída y elevación para muchos en Israel y a Ti una espada te atravesará el alma” Esta es la espada de María que no tuvo dolor en el parto físico de su hijo porque no tenía la experiencia del pecado, el dolor es producto del pecado. Entonces María que no había padecido al dar a luz al hijo sin embargo padeció místicamente y que dolor en el alma y en el afecto, en el corazón humano de esta mujer porque por más que no tenga el pecado tiene que haber sido un dolor en el que no hay metro humano para medir el dolor del corazón de María que a la vez es el amor del corazón de María.

El dolor de María en la Pascua, en la cruz, es el amor de María, es el amor inmenso, ella es la llena de gracia. Esta mujer que aún llenada de la gracia no está privada del dolor de lo humano, no es un ángel es una persona humana, es alguien de carne y hueso con sentimientos y si bien tuvo la gracia del conocimiento, de la percepción de una realidad diferente, de un misterio de comunión y de gozo en su corazón por la unión con su hijo, sin embargo ella también con su hijo creció en sabiduría y en gracia y a la luz del misterio de la cruz. La iglesia la va a llamar Corredentora, la mujer de la pasión porque es la mujer del amor. Solo los que aman pueden dar sentido al dolor y solo los que aman saben cuan valioso es el dolor. Solo los que aman pueden comprender la profundidad y la importancia del dolor en la condición humana y solo el amor puede dar sentido al dolor. Cuanto amor hay en el corazón de María para encontrar sentido en medio de tanto dolor, en medio de tanto despojo, de tanta humillación, de tanta impotencia.

No es que María la tenía clara, no es que María tenía la visión beatífica, ella sabía que el Padre iba a hacer las cosas de todos modos y ya sabía como lo iba a hacer. María confiaba, el saber de María es el confiar de María. Ella es humana concreta y realmente. Nos hemos unido a ella en el misterio del dolor, la hemos saludado. Nosotros somos también como decía la oyente, el Señor me amó y yo le dije te amo Señor. Hoy también nosotros participamos del amor de María en este dolor del Viernes y del Sábado Santo. También este dolor del pecado es amor al Señor, en la medida del amor, en la medida también del dolor del pecado que no es un dolor físico de tristeza, de amargura, es como entrar en esa dimensión en que el Señor nos manifiesta la hondura de su misterio y que va más allá de una lágrima, de un sentimiento de culpa. No es culpa, nosotros no vivimos de la culpa, la culpa no es de Dios ni es necesaria para la conversión, puede ser un instrumento por supuesto, una herramienta pero no es ese el lenguaje propio de la experiencia de Dios, es algo difícil de explicar pero yo me quedaría con esta mirada hacia María, un gran dolor, un gran amor.

Solo un gran amor puede tolerar una espada como la del Hijo muriéndose en sus narices, entrando en su corazón esa espada, y eso por nosotros que hemos causado la tristeza, aunque esta palabra no me suena para María pero sí, más que tristeza dolor el profundo dolor y la profunda dimensión de la aceptación que le da María a este dolor que muestra su caridad. María amándonos, María también redimiéndonos, María corredentora, la mujer de la pasión, del amor, la mujer que confía y que espera en el Padre, le cree al Padre y le cree al Hijo. El fracaso y la muerte no son la última palabra. La última palabra será que el que muere también resucita. Esta es la percepción del corazón de María. Ella esta ahora también a la espera del resucitado. Con que gozo esta noche la Señora goza. Yo me imagino lo que es en esta noche el dolor de María y luego el contrapeso de ese dolor que será la alegría.

En la medida del dolor será la medida de la alegría de esto no hay ninguna duda como en todo ser humano y cuanto más en el plan de Dios porque solo sabe las dimensiones del dolor de María y solo Dios puede saber las dimensiones de la alegría de María, esa alegría que nunca se perdió aunque quedó oculta por la tiniebla del dolor y de la muerte y sin embargo estalla en la resurrección. El corazón de la Virgen es un corazón lleno de gozo, aquella que pudo decir “mi alma canta la grandeza del Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador  porque ha mirado la pequeñez de su servidora”  Ahora también va a cantar con más razón el Magnificat. En la Pascua el Magnificat se hace definitivo y adquiere toda su luz y toda su verdad. Ahora sí María, la iglesia renovada por el Señor que ha vencido a la muerte, va a poder decir “mi alma canta la grandeza del Señor”  Felices Pascua para todos

 

                                                                                      Padre Mario José Taborda