11/02/2019 – “San Agustín decía que: <Sabio es el que pesca el arte de ser feliz>”, comenzó diciendo el padre Ángel Rossi, sacerdote jesuita y Superior de la Compañía de Jesús en Córdoba, en su reflexión en torno al tema de la Sabiduría.
Ante esta pregunta el Padre Ángel volvió a citar a San Agustín, y dijo que el mismo Agustín responde: <Feliz es el que ama y se sabe amado>”.
En este sentido, el sacerdote jesuita expresó que “Sabio no es el que sabe mucho, el que sabe mucho -aclaró- ese es culto, sabio es el que sabe lo esencial, pero sobretodo, eso que sabe lo saborea, lo gusta y lo transmite, lo hace mensaje de vida”.
Por otra parte, recordó a Salomón, diciendo que “En sueños Dios le dice a Salomón que pida una intención para su reinado, y es muy lindo, porque uno puede imaginar que pediría éxitos y lo que pide Salomón es: <Dame la gracia de saber escuchar a mi pueblo>, no pidió ser más grande que su padre, ni el éxito de sus batallas, pidió sabiduría”, enfatizó.
“La sabiduría, no es aprender mucho de los libros, no es acumulación de informaciones, no viene de saber, viene de saborear”, respondió el padre Ángel.
“Hay personas cultas pero no sabias, porque lo que saben no lo gustan y no lo entregan, no les sirve para la vida, hay personas empachadas de conocimiento”. Por otro lado, indicó que “hay hombres y mujeres, que tal vez no saben leer, ni escribir, pero son sabios porque van a lo esencial”.
En este sentido, el padre Ángel citó a Martín Descalzo que dijo:
“Lo esencial es el arte de ser feliz, es la asignatura de amarse y respetarse los unos a los otros, es la carrera de asumir el dolor y no tenerle miedo a la muerte, es la milagrosa ciencia de conseguir una vida llena de vida, y a la vez esto lo hacen mensaje, lo hacen consejo, no vanidosamente, sino para ayudar, abriéndote su alma, y hablándote de su vida, de sus esperanzas, de lo que a ellos les había ido enseñando el tiempo y el dolor”.
Recordó también la carta que San Juan XXIII le escribe a sus padres el día que cumple cincuenta años y lo que aprendió de ellos:
“Desde que salí de casa he leído muchos libros y aprendido muchas cosas que ustedes no podían enseñarme. Pero lo poco que aprendí de ustedes en casa es ahora lo más precioso e importante que sostiene y da vida y calor a las demás cosas aprendidas después de tantos años de estudio y de enseñanza. De ustedes aprendí a confiar en Dios, a conservar la paz del corazón, a buscar el lado bueno de la gente y de las cosas, a obrar con paciencia y a hacer el bien a todos y nunca el mal”.
Finalmente, el padre Ángel nos invitó a pedir la sabiduría porque, dijo que “La sabiduría se pide, no nos vendría mal rumiar y pedir humildemente sabiduría”, concluyó.
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