La santa indignación

jueves, 2 de junio de 2011
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         Yo tengo la actitud de ir observando los sucesos

Hay un claro reclamo para garantizar derechos económicos a todo el mundo, y habla claramente de la usura y del aprovechamiento de la mano de obra barata.

 

Yo creo que hay que tener en cuenta la reacción de estos jóvenes españoles. Ha habido distintas manifestaciones ante la crisis financiera. Esta crisis financiera creo que tiene un costado positivo, y es que ha despertado del adormecimiento consumista a los habitantes de este riquísimo continente donde había una enfermedad de consumismo tremenda. Se habían calmado todas las aspiraciones mas profundas del alma humana simplemente consumiendo y consumiendo cosas, con todo lo que eso trae aparejado espiritual y materialmente, y medioambientalmente: acumulación de basura, problemas de la chatarra, desgaste de los recursos naturales. Y espiritualmente hombres individualistas, carentes de toda solidaridad, incapaces de mirar más allá de su propio horizonte, cómplices de este sistema con su pusilanimidad y su adormecimiento consumista, cómplices de este sistema colonialista, imperialista. En definitiva, tímidas reacciones cuando fue la invasión a Irak: bochornosa y vergonzosa manifestación de fuerza contra todo derecho internacional, contra todos los derechos humanos. Allí parecieron despertar.

         El malestar viene circulando hace mucho tiempo –dicen-, pero el cimbronazo de esta crisis financiera que pasó sin ningún culpable, sin que nadie haya pagado los costos, sin que se hayan tomado las medidas necesarias para revertir los mecanismos que las generaron. Siguen los ‘paraísos fiscales’, la gente lava todo tipo de dinero…En fin: desde una perspectiva ética hay cosas realmente vergonzosas.

Ha sido cuando a ellos le tocaron el bolsillo, cuando ya no ha sido posible sostener ese estilo de vida consumista que venían llevando, comenzaron las manifestaciones en distintos países, en la mayoría de ellos violentamente.

Y cuando hay violencia pero no hay esperanza, rápidamente se silencian las voces. Es hermoso hacer esta distinción: “aquí no hay violencia pero hay esperanza, hay futuro, hay proyectos, hay propuestas”. En cambio allá había reclamos y violencias. Vino la plata, los salvatajes de la Unión europea, y se callaron las manifestaciones. Y por lo tanto, no se profundizó en el reclamo.

En 1947, Sartre escribía “reconozco que la violencia, cualquiera que sea la forma bajo la que se manifiesta es un fracaso. Pero es un fracaso inevitable, puesto que estamos en un mundo de violencia. Y si es cierto que el recurso de la violencia contra la violencia corre el riesgo de perpetuarla, también es verdad que es el único medio de detenerla”. Andando el tiempo, el mismo Sartre se rectifica y se da cuenta de que la violencia no es eficaz. Lo manifiesta tres semanas antes de morir: “La violencia no es eficaz. El terrorismo no es eficaz. En la noción de eficacia es necesaria una esperanza no violenta. De existir una esperanza violenta, ésta se encuentra en la violencia de la misma esperanza, pero no en política. Hay que comprender que la violencia da la espalda a la esperanza. Hay que dotar a la esperanza de confianza: la confianza en la no violencia.”

Este es el mensaje de un Mandela, de un Luter King, que encuentra mucha pertinencia en un mundo de hoy, que está sobrepasado por confrontaciones ideológicas. Hay totalitarismo de izquierda, hay totalitarismo de derecha…todos tienen, a la hora de plasmar su realidad el mismo patrón conquistador, totalizante, autoritario.

Y este es un mensaje de esperanza. Un mensaje que tienen que captar las sociedades modernas. Pero quizá para captarlo, como dice Jesús, sea necesario que las lágrimas de la pobreza, del dolor y del sufrimiento nos limpien la mirada. Quizá también sea necesario expulsar a los comerciantes de nuestro templo interior, como lo hizo Jesús. Quizá sea necesaria la oración desnuda frente al Padre. Quizá sea necesario recuperar la dignidad de ser hijos de Dios, dignidad que no está a la venta.