La Santísima Trinidad

martes, 8 de junio de 2010
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Tener alegría en el corazón, esta es una de las cosas que necesitamos, debe ser una de las fortalezas con la que debemos sostener nuestro mundo, un corazón alegre es un corazón sólido, que sueña, que espera, que percibe, que aprende, que descubre, que sufre pero que llorando vuelve a aprender a reír y a compartir con sus hermanos. Alegría, una de nuestras fortalezas, la que nos da el Espíritu Santo. Hay una anécdota muy linda de San Agustín que dice que un día estaba caminando por las costas de la playa y andaba pensando San Agustín, como es eso de quien es Dios, se preguntaba él sobre este tema y como es que son tres y es uno solo, y no le entraba dentro de la mollera como era esto del tres y del uno. Entonces, dice la anécdota, que se encontró con un niño en la costa, en la arena de la playa y que este niño había hecho un pocito ahí en la arena como hacen los niños cuando juegan en la playa. Pero este niño había encontrado una de esas conchas de mar y con ella iba y sacaba el agua del mar e iba poniendo dentro del pocito

San Agustín al verlo se sorprendió y se le acerca a preguntarle “niño, que estás haciendo” y el niño lo mira y le dice “bueno, mire señor, yo voy a poner toda el agua del mar adentro de este pocito” y entonces San Agustín dice “pero eso es imposible querido, porque no puede entrar toda el agua del mar en ese pocito” y el niño, que parece no era un niño sí no un ángel le dice “bueno, tampoco Dios puede entrar en la comprensión de tu mente”. La iglesia se apresta a celebrar la solemnidad de la Santísima Trinidad este fin de Semana. Por eso hoy tomamos la anécdota de San Agustín para hablar de Dios, quien es Dios, cual es nuestra experiencia de Dios, que significa Dios en nuestra vida. Vamos a compartir también la palabra de Dios en el evangelio de San Juan cap 16-12-15. Vamos a hacer esta mirada pidiendo al Espíritu Santo nos ilumine. Yo antes de leer la palabra no puedo dejar de decirles lo que me inspira esta palabra, la ternura, el cariño, la nobleza, la fidelidad ya no se que palabras decir Para compartirles lo que se me aparece en mi interior, en mi corazón

Viendo al Señor mirándonos y amándonos, no se como expresar esto tan lindo que siento cuando escucho estas palabras. “Todavía tengo muchas cosas que decirles pero ustedes no las pueden comprender ahora, cuando venga el Espíritu de la verdad el los introducirá en toda la verdad porque no hablará por si mismo sí no que dirá lo que ha oído y les anunciará lo que irá sucediendo. El me glorificará porque recibirá de lo mío y se los anunciará a ustedes. Todo lo que es del Padre es mío por eso les digo, recibirá de lo mío y se los anunciará a ustedes” Que lindo poder compartir este texto de la palabra. Esta es la fiesta de la Santísima Trinidad el misterio más profundo de los cristianos, aquello en lo cual nos unimos todos los cristianos, aquello que nos hace ser la raíz última y fundamental que nos pone en una sola familia a todos los bautizados, seamos católicos o no católicos porque hay muchas maneras de aceptar al Dios vivo y verdadero uno y trino. Uno en identidad, en esencia, en naturaleza y trino en personas

Tres personas en una sola realidad. Que gran misterio que supera toda consideración humana y en el cual nos unimos todos los cristianos. Y yo quiero dar gracias hoy al Señor sobre todo por esto, por el misterio de su revelación porque si Dios en su infinita misericordia no hubiera tenido este designio de manifestarse, de revelarse, de darse a conocer ¿Cómo hoy nosotros podríamos entender la vida? Y además agradecer al Señor hoy, en el día de la trinidad, yo agradecer particularmente mi bautismo y también el don de la fe, el sentirme parte de una comunidad tan grande, tan cálida, tan llena de rugosidades también, tan humana, tan real y tan divina, la iglesia. Este misterio que se proyecta y hace presente en el cual el misterio intratrinitario se revela, se celebra, se expresa y realiza la vida del hombre en el tiempo, el misterio de la iglesia peregrina. Quiero agradecer al Señor este don de la fe que me ha dado esos otros ojos que son un regalo de Dios para poder ver la obra de Dios, alabarlo y glorificarlo.

Quiero agradecer la gracia de la fe, agradecer su ternura, su compasión, su misericordia, la locura de su proyecto ese sueño amoroso que ha tenido con el ser humano. Nosotros si no tuviéramos la fe ¿Qué sentido tendría la iglesia? Como podemos comprender la creación, la belleza, las cosas humanas, como podríamos soñar la vida ¿no? Por allá eso de soñar la vida, como mirarla para adelante, como proyectarla, ya nos vamos dando cuenta que pasa cuando no está la fe porque un poco en nuestro tiempo también ha ido entrando en una cultura del relativismo donde se lo va suplantando a Dios, el hombre lo va dejando de lado y se va poniendo él en el principio, en el centro y en el término de todas las cosas. El hombre es la medida del hombre pero sin Dios. El cristianismo sería el hombre en la medida del hombre pero en la medida del hombre que es Dios hecho hombre, en la medida de Dios hecho hombre, el hombre. Esa es la diferencia entre el cristianismo y un mundo sin fe

Un mundo sin fe ya nos va mostrando muchas cosas. Como se entra a desesperar el corazón humano cuando no tiene la perspectiva, cuando no puede comprender el misterio profundo de la vocación humana a la trascendencia es como que todo se termina con la muerte y la muerte es la peor desgracia para la cultura del relativismo, entonces hay que pasarla bien de este lado hermano, hay que arreglar las cosas de este lado, todo tiene que estar bien. Miren como determina al hombre la gracia de poder comprender con el misterio la luz de la fe. Hoy quiero agradecer a Dios que me ha dado la fe porque entonces hoy me siento parte de un amor que da razón a mi vida, de una familia que me da pertenencia que es la iglesia y una manera de trabajar y de servir que no es solo para ahora sí no que es para tratar con mucho cuidado y cariño lo de ahora porque es para siempre, porque estamos llamados al encuentro con Dios

Como puedo saber yo cuanto voy a comprender, como, en que momento con cuanta profundidad. Yo creo que la gracia de la fe no es para que ambicionemos o ejerzamos un poder como decir un señorío, un dominio, un ejercicio de poder, sí no algo más simple, es para que nosotros desde un profundo realismo, sintiendo ese don nos dispongamos cada vez más profundamente, que nos ablandemos. ¿Viste como antes las mujeres ponían la ropa en remojo enjabonadas para ablandarle la mugre? Así también yo creo que la fe es algo que nos va ablandando, que es algo que nos tiene que ir como disponiendo, como haciéndonos más dóciles, más dúctiles es decir tienen presente que Dios está y que es Padre, es Amor, que es vida, que esta presente, que sostiene su vida. El que tiene este don de darse cuenta de esto y de sentirlo, está en una gracia que no merece pero que lo provoca y lo obliga. ¿En que consiste la obligación del creyente? Seguramente en esto, más que en un ejercicio de poder en un ejercicio de docilidad

En el que también somos dependientes porque hasta en eso somos dependientes. Estamos hablando del don de la fe cuyo objeto es conocer a Dios y el obrar de Dios en Jesús. Llegando a Jesús, llegar al misterio de Dios. La fe, ese objeto de la fe es que nosotros podamos corresponder a la acción de Dios. La fe es un don sobrenatural,  es una fuerza tan grande y es una virtud que en la iglesia la llamamos teologal ¿Por qué? Porque teologal viene de la palabra conocimiento de Dios. Entonces, este conocimiento, esta capacidad sobrenatural de conocimiento que no es conocer con la cabeza y entender con razonamientos, es un misterio, en relación y en comunión con el misterio de Dios que se revela con b larga de rebelión, de enojo sí no que se manifiesta con v corta. Es Dios que abre su corazón al hombre como cuando le dice a los apóstoles “ustedes son mis amigos no mis siervos porque yo les he confiado los secretos de mi corazón”. Cuanta ternura tiene el Señor con el discípulo, con aquel que ha recibido el llamado y lo ha acogido en su corazón con realismo y con humildad

Y ahora dice “tengo muchas cosas que decirles todavía” es interminable el Señor. ¿Qué puede hacer la mente humana ante el misterio de Dios? Pero si El no nos lo dice ¿Cómo podremos acceder a ello? Señor que me diste la fe, podemos decir hoy, Señor que me diste Tu mirada, que me diste la disposición del corazón, que me generaste ponerme en disposición para un encuentro contigo. Señor que este atento a tu voz, a tu enseñanza. Decime al corazón, ilústrame la mente con la acción de tu Espíritu, Señor calentame el corazón y dilátalo vos porque yo no se como. ¿Cómo podré servirte Señor si Tu no me manifiestas, no me invades y no me sorprendes con tu presencia? “Tengo todavía muchas cosas que decirles pero ustedes no las pueden comprender” y usa el adverbio de tiempo, ahora, no las pueden comprender, ahora, porque parece que hay un tiempo en el que Dios va obrando, hay una manera, un modo, un proyecto, un designio y un tiempo para cada ser humano y esto hay que saberlo

Dios nos va revelando de a poco, “tengo muchas cosas que decirles, ustedes todavía no las pueden comprender” ese ahora, indica el tiempo de la revelación personal. Porque hay un tiempo personal, el que el Señor le va diciendo a cada persona y le va cayendo la ficha a la gente, se le va abriendo la cabeza, se va dando cuenta de cosas. Dios me está hablando pero ¿Cómo no me di cuenta antes? Quiero compartirles algo de San Agustín porque cuando hablamos de Dios tenemos que hablar de los deseos y de la búsqueda y San Agustín es uno de los santos que más hablaron del deseo, la cosa más linda del corazón humano Te leo textualmente lo que dice este santo en el libro séptimo de Las Confesiones cap. 18 “andaba yo en busca de alguna manera de adquirir la energía para gozar de Ti pero no pude encontrarla mientras no pude admitir que Jesucristo es mediador entre Dios y los hombres, que está sobre todas las cosas y es Dios bendito por todos los siglos. Y Cristo me llamaba diciendo Yo soy el camino, la verdad y la vida.

El alimento que yo no podía alcanzar no era otro que tu propio Verbo  por quien hicistes todas las cosas” le está hablando al padre Dios fíjense que está hablando del misterio trinitario. Nadie puede llegar al Verbo de Dios si el Verbo de Dios no se hace hombre y viene a nosotros, el cual al hacerse hombre y habitar en nuestra carne se hizo leche para alimentar nuestra infancia. Que linda manera de decir las cosas ¿no? y ¿Cómo provocar este encuentro con Dios? Ya que ciertamente el Señor quiere venir al encuentro y revelarse al corazón nadie conoce al Hijo sí no el Padre, nadie conoce al Padre sí no el Hijo. Nadie puede conocer a Dios si el hijo no lo revela. Pero Dios se revela y da su gracia a los humildes. San Agustín dice también “pero yo no era humilde y por eso no podía entender a un Cristo humilde” fíjense ustedes no podía entender ni captar lo que él enseña con su debilidad. “Porque tu Verbo, eterna verdad y súper eminente sobre lo demás excelso que hay en tu creación levanta hacia si a quien se le somete” que experiencia este hombre.

Siendo la excelsitud misma quiso edificarse acá en la tierra una humilde morada de nuestro barro por la cual deprimiese el orgullo de los que quería atraerse a sí y los sanara nutriéndolos de su amor. Para que no caminaran demasiado lejos apoyados en su propia confianza sí no que más bien se humillaran al ver a sus pies a una persona divina empequeñecida por su participación en la vestidura de nuestra piel humana, para que sintiéndose fatigados se postraran ante ella y ella levantándose los levantara. Que más podemos agregar a esto, que linda manera de hablar de Dios en esta solemnidad de la Santísima Trinidad. Escuchar este maestro del deseo, un educador de los deseos, San Agustín. Dios existe, es sublime, inabarcable pero también es posible, es para todos y está al alcance de todos es más en El somos, nos movemos y existimos porque Dios en su propio Hijo se hizo verdaderamente un ser humano, se hizo hombre paraque todo lo que es humano tenga participación en la realidad de Dios. Este es el misterio cristiano

En realidad es una comunión de personas, el Padre, el Hijo y el Espíritu, una misma dignidad y a la vez una distinción de las personas. El misterio de esta distinción de lo personal y sin embargo una misma esencia, una misma realidad. Pero si yo hablaría de Dios lo haría desde la comunión, del diálogo, del cariño que hay entre el Padre y el Hijo y como ese amor, ese cariño grande genera el Espíritu eternamente. Engendrado, no creado, el Verbo de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue creado y hablar del Espíritu como señor y dador de vida. Para hablar de la Trinidad es lindo hablar de la familia. Por eso también es complicado hablar del misterio de la trinidad en nuestro tiempo, nuestra cultura porque justamente algo de lo que nuestros chicos están viviendo es la disolución de sus familias. Pero creo que más allá de las experiencias a veces dolorosas trae luz el misterio trinitario sobre la figura de la paternidad, la autoridad, el concepto de familia, la vocación de ser unidad, a ser familia, ser pueblo de Dios, ser la iglesia

La familia también está llamada a ser una presencia de Dios y la importancia del diálogo. Así como Dios habla en si mismo y ese diálogo es un diálogo de amor, es un diálogo que genera vida, luz, que crea. Del diálogo íntimo de Dios nace la creación, nace la revelación, del diálogo íntimo de Dios nace la encarnación, el soplo divino sobre la iglesia. Esa realidad de Dios que es comunión de personas. Hablarle con esperanza y cariño, cuanto amor hay en el seno de Dios, el Padre ama al Hijo, tanto lo ama que genera el Espíritu y se hace una comunión de personas. Este es un primer punto importante y eso de San Juan “Dios es amor” No tener miedo que por las circunstancias humanas en la que a veces está afectado el concepto de familia, de anunciar el concepto de familia, el concepto del amor. Por más que haya heridas porque es lo que va a necesitar todo ser humano. Nosotros enseñamos lo que Dios revela, no para que se entienda sí no para que comprendan que hay un misterio que se va a dar a conocer en una medida a cada persona

Solo el Señor puede dar a comprender algo de la existencia de Dios. Lo del catequista es el anuncio, en realidad todo lo que vamos a anunciar es a disponer y acompañar para descubrir el misterio que Dios tiene pensado revelar a cada persona en lo íntimo de su ser. Dios unidad de personas, una unidad que también es un profundo respeto por la propiedad, lo propio del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. No hay una superioridad y una inferioridad sí no hay una única dignidad. Hay una unidad de esencia, de naturaleza pero este único Dios son tres personas, este es el gran misterio que no tenemos ni lenguaje ni razonamiento posible para poder expresar de un modo adecuado. Por eso digo, hablar del cariño, de la familia de la comunión, de la vocación del hombre a la unidad y al diálogo, al encuentro y saber que Dios es amor. Esta comunión proyecta una luz sobre nosotros como comunidad. Esto me parece muy importante, descubrir la existencia del pueblo de Dios como una proyección de la realidad intra trinitaria, descubrir la vocación a la familia como una expresión de la creación de Dios, de la proyección del ser íntimo de Dios

Tenemos que aprender a descubrir y a vivir en comunidad. Por eso en la catequesis también educamos en el compartir y en el concepto del amor. Amar al prójimo y amar a Dios. Estamos celebrando la Trinidad, una oportunidad para agradecer a Dios el don de la fe, el poder conocer que existe Dios y poder disponerme a un crecimiento. Hoy tenemos que orar para que ese don de la fe lleve al descubrimiento de la presencia y del amor de Dios en tantos corazones que están solitarios y abandonados, descreídos y también muchos que tienen la fe pero que están desilusionados porque se imaginaron o creyeron o esperaron otra cosa de la vida y también de la fe, de la iglesia pero les cuesta tener esa fortaleza para aceptar el proyecto de Dios y también la humildad para descubrir que Dios tiene un designio amoroso. Creo que tenemos que pedir mucho unos por otros.

Que lindo que nos habituemos a ser agradecidos por el don de la fe y saber que no es un derecho sí no que es un regalo, es una gracia para poder descubrir la presencia maravillosa y omnipotente del Señor en nuestras vidas que nos sostiene, nos levanta y nos hace caminar cada día. Que lindo que nos levantemos cada mañana para tener un encuentro con ese Dios, no solo un encuentro que es permanente porque está presente en todas las cosas y sostiene la existencia y porque ha creado, sí no un encuentro personal donde el corazón se llene de luz y de la sabiduría, donde escuchemos, donde con humildad nos dobleguemos en su presencia para poder también aceptar las cosas contradictorias que nos crucifican en la vida y que duele. Creer en Dios, ser agradecidos, agradecer el don de la fe y proclamarlo, anunciarlo. Vivir de ese Dios como experiencia y proyectarlo en nuestra relación con la comunidad, hacerme un ser comunitario porque mi raíz está puesta en Dios y porque el Señor se quiere expresar en mi capacidad de fraternidad y encuentro con los demás

                                                                                                        Padre Mario José Taborda