Torre: edificio más alto que ancho, de forma cuadrada, redonda, etc. Pieza del juego de ajedrez. Construcción blindada.
Sinónimos: torréon, atalaya, fortificación, baluarte, fortín.
En la Biblia se menciona la existencia de una torre en algunas ciudades importantes. Esta torre servía como fortaleza y refugio en caso de ataques enemigos, por ej. en Jueces 9,51. El templo de Jerusalén en tiempos de Jesús poseía una torre, la torre Antonia, desde la cual las fuerzas romanas controlaban la plaza del Templo.
En el nivel simbólico, la torre se corresponde con la idea de elevación por encima de lo normal o común. Estas construcciones se relacionan con el deseo del ser humano de alcanzar o tocar los cielos, y de esa manera, obtener supremacía sobre su entorno.
Este mismo simbolismo puede tener un aspecto positivo, en cuanto a que es un llamado al altruismo, la elevación y la superación de los obstáculos. Así se interpreta por ej, el alcanzar una torre (y muchas veces rescatar de ella a una joven) en los cuentos de hadas. Un sentido similar tenían las torres y campanarios en las construcciones de la Edad Media. Encontramos aquí las ideas de ascensión espiritual y contacto entre el plano inferior y superior.
Pero también puede encerrar un aspecto negativo, al ser imagen de altanería, soberbia, superioridad, control sobre el resto de los mortales.
12 Porque habrá un día para el Señor de los ejércitos
contra todo lo arrogante y altanero,
contra todo lo alto y encumbrado,
13 contra todos los cedros del Líbano,
altaneros y elevados,
contra todas las encinas de Basán,
14 contra todas las montañas altivas,
contra todas las colinas encumbradas,
15 contra todas las altas torres,
contra todo muro fortificado,
16 contra todas las naves de Tarsis,
contra todos los barcos suntuosos.
17 El orgullo del hombre será humillado,
la arrogancia humana será abatida,
y sólo el Señor será exaltado
en aquel día,
18 y hasta el último de los ídolos desaparecerá. (Isaías cap. 2)
En la Biblia
Dios mismo es la torre de refugio para los creyentes. La torre de defensa es símbolo de la protección que Dios brinda a su pueblo:
2 ¡Dios mío, escucha mi clamor,
atiende a mi plegaria!
3 Yo te invoco desde los confines de la tierra,
mientras mi corazón desfallece.
Condúceme a una roca inaccesible,
4 porque tú eres para mí un refugio
y una fortaleza frente al enemigo. (Salmo 61)
Prov 18,10 El nombre del Señor es una torre fortificada: el justo corre hacia ella y se pone a salvo.
La torre de Babel
Génesis cap. 11
1 Todo el mundo hablaba una misma lengua y empleaba las mismas palabras. 2 Y cuando los hombres emigraron desde Oriente, encontraron una llanura en la región de Senaar y se establecieron allí. 3 Entonces se dijeron unos a otros: “¡Vamos! Fabriquemos ladrillos y pongámolos a cocer al fuego”. Y usaron ladrillos en lugar de piedra, y el asfalto les sirvió de mezcla. 4 Después dijeron: “Edifiquemos una ciudad, y también una torre cuya cúspide llegue hasta el cielo, para perpetuar nuestro nombre y no dispersarnos por toda la tierra”.
5 Pero Yavé bajó a ver la ciudad y la torre que los hombres estaban construyendo, 6 y dijo: “Si esta es la primera obra que realizan, nada de lo que se propongan hacer les resultará imposible, mientras formen un solo pueblo y todos hablen la misma lengua. 7 Bajemos entonces, y una vez allí, confundamos su lengua, para que ya no se entiendan unos a otros”. 8 Así Yavé los dispersó de aquel lugar, diseminándolos por toda la tierra, y ellos dejaron de construir la ciudad. 9 Por eso se llamó Babel: allí, en efecto, Yavé confundió la lengua de los hombres y los dispersó por toda la tierra.
El nombre “Babel” alude a la ciudad de Babilonia, donde el pueblo de Judá sufrió el exilio entre los años 587 y 536 a.C. La construcción con ladrillos era típica de la mesopotamia asiática, a diferencia de la tierra de Canaán, donde se construía con piedras.
El relato debe situarse dentro de todo el contexto de Génesis capítulos 1 al 11. Allí, tomando elementos míticos, el autor sagrado presenta el drama de la humanidad: el pecado entra en la pareja y rompe la armonía entre el varón y la mujer y la relación de ambos con Dios. En el cap. 4 este mal aqueja la relación entre los hermanos, Caín y Abel. En el cap. 6, toda la sociedad está corrupta menos Noé y su familia. Y finalmente en el cap. 11, todas las naciones de la tierra quedan afectadas por su propia conducta.
Las “muchas lenguas” pueden ser interpretadas también como una bendición de Dios. Contra los proyectos imperialistas y uniformistas, que pretenden que todos los seres humanos respondan a la única voz y al único mando de quien ejerce su poder desde lo alto de la torre, Dios suscita las muchas lenguas como un modo de encarnar la diversidad, en la cual reside un bien para la humanidad. El lenguaje único borra los matices y busca dominar; en cambio las muchas lenguas invitan siempre a descubrir algo nuevo en el modo de pensar y de hablar del otro.
Por eso en Pentecostés, cuando se revierte la confusión de Babel, el relato no dice que todos hablaran una única lengua (lo cual sería uniformidad), sino que “cada uno escucha proclamar en su propia lengua las maravillas de Dios” (Hechos cap. 2)