La tranquilidad de conciencia

viernes, 14 de mayo de 2010
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Los grandes conflictos de la humanidad, los conflictos más cruentos, mas sangrientos, mas trágicos, donde se3 ha visto mayor despliegue de odio, donde hasta los códigos de guerra se han visto desbordados ¿han sido protagonizados por gente que tiene buena conciencia o mala conciencia? ¿Qué tiene remordimientos o que tiene convicciones?

            Hay críticas estupendas, pero para mi criterio, muy parciales, que ponen a las religiones como responsables de las grandes tragedias de la humanidad. Y tiene que ver con la buena conciencia, con el fanatismo, con el estar tan convencidos de que “nosotros somos los buenos” y de que “el mundo depende de que nosotros triunfemos sobre los malos, que soy capaz de hacer cualquier cosa porque no estoy masacrando ni matando a un hermano, sino  estoy matando al mismísimo demonio encarnado en el mal”. ¿Cuántos años vivimos bajo este paradigma? (me refiero a la ‘guerra fría, que se hizo caliente en muchos lugares menos donde tenía que hacerse) ¿cuántos años vivimos con el mundo partido en dos: una doctrina de la seguridad nacional que nos dijo ‘estos son los buenos, estos son los malos. Nosotros tenemos que estar del bando de los buenos. Y del otro lado, decían exactamente lo mismo.

            Cada uno de los que piensa el mundo de esta manera, con mucho convencimiento a veces, tiene buena conciencia, y lucha desde su buena conciencia por sus propios principios e ideales, y en contra de los que cree que son malos

            Daría la impresión de que la buena conciencia, lo que decimos: “yo estoy en paz con mi conciencia”, tiene al menos algunos aspectos peligrosos.

            Esto no ocurre solamente entre comunistas y capitalistas. También ocurre entre nosotros: en cada comunidad, en cada familia… Después de todo…¿con quiénes tuvo más problemas Jesús? ¿con los que tenían tranquilidad de conciencia o con los que tenían remordimiento de conciencia? ¿quiénes fueron los que lo mataron? ¿quiénes fueron los que captaron mejor su mensaje: los que tenían conciencia tranquila o los de conciencias turbulentas? ¿quiénes entendieron a Dios…?

 

Ando despacito porque ya tuve prisa y llevo esta sonrisa porque ya lloré de más
Hoy me siento más fuerte, más feliz quién sabe, y llevo la certeza
de que muy poco sé, o nada sé
           
Conocer las mañas y las mañanas, un sabor de mazas y de manzana.         
Se precisa amor para poder latir, se precisa paz para sonreír,
se precisa lluvia, para vivir
 
Siento que sentir la vida sea simplemente emprender la marcha de ir tocando al frente
Como un viejo arriero va llevando la manada
desandando días por largos caminos voy, caminos hoy
 
Todo el mundo ama un día, todo el mundo llora,
un día gente llega y otros te abandonan
 
Cada uno busca componer su historia
y cada ser en sí cargará el don de ser capaz, y ser feliz

 

           

            Como dice esta canción: “cada uno busca componer su historia”. Siempre, para componer nuestra historia, tenemos que formar parte de un grupo. Somos muy frágiles cuando nacemos, muy vulnerables. Todos necesitamos de otro. Y ese otro, en nosotros marca un modo de componer nuestra historia. Después nos vamos sintiendo parte de un grupo, se podría decir: vamos trasladando esa matriz originaria en la cual hemos sido llamados a la vida y desde allí vamos tejiendo nuevas matrices: primero mamá, después la familia, después la comunidad barrial, escolar y así sucesivamente. A medida que vamos creciendo necesitamos matrices cada vez más grandes, mas importantes. Sin ella nos sentimos perdidos, incompletos. Y no hablo de comunidades objetivas,  fácticas, que están fuera de nosotros. Muchas veces funcionan como tales en nuestras propias conciencias. Mientras no tengamos condiciones para unirnos a otro grupo, no vamos a abandonar el que estamos. Tenemos necesidad de pertenecer. Y cuando pertenecemos, al mismo tiempo nos sentimos obligados con la totalidad, y estamos dispuestos a sacrificarnos por el conjunto si fuera necesario.

            Y esta buena o mala conciencia de la que yo estoy hablando hoy, tiene mucho que ver con el sentido de la pertenencia al grupo. Es decir: tenemos buena conciencia cuando nos sentimos con derecho a pertenecer, cuando sentimos inocencia. Es una sensación, es un sentimiento que nos permite estar seguros de que nos estamos comportando de manera tal de que el grupo objetivo, o el grupo que yo tengo adentro –grupo mental- me está absolviendo de culpa y cargo, y nos está diciendo que somos dignos de ese grupo, o paradigma o ideología o compromiso o conducta.

            El mundo ha dado sus características más interesantes, y al mismo tiempo más trágicas, ha dado sus figuras más heroicas y al mismo tiempo las más siniestras, por esta clase de conciencia de pertenecer a un grupo o  a una logia o a un movimiento revolucionario, hasta las últimas consecuencias, con una radicalidad y una inflexibilidad a perturbarse con lo más mínimo de lo que esté ‘afuera’ de ese grupo.

            Esta clase de conciencia que nos da un sentimiento de serenidad, de paz, de inocencia, y que trae su correlato de felicidad y bienestar, y que está bien –no lo estoy criticando-, limita el desarrollo muchas veces de nuestra mente y de nuestra visión de las cosas. Nos cierra, nos hace a veces impermeables, incapaces de comprender otra forma, otra inteligencia, otro entendimiento que está fuera de los márgenes de esa tranquilidad de conciencia. El grupo ejerce un dominio tal sobre nosotros que muchas veces nos lleva a adherir a convicciones colectivas que a veces ni siquiera se pueden sostener frente a la más mínima reflexión objetiva. En el propio fanatismo, los miembros no son capaces de pensar por ellos mismos. En su propia rigidez pasan por alto lo fáctico, lo que es obvio.

            Cuando la persona decide librarse de estas ataduras y de estas imposiciones es generalmente porque algo ha entrado en crisis, y entonces allí comienzan una serie de perturbaciones, de angustias, de sensaciones negativas que parecen una mala conciencia. Y la persona, molesta, en realidad está experimentando un gran miedo, y está en jaque su propia sobrevivencia o física o emocional o laboral –acá se juegan muchas veces puestos de trabajos: hay una persecución ideológica (ni hablar de los que trabajamos en medios de comunicación: las listas negras siguen funcionando hoy en día). Y ese malestar de conciencia que se vive dentro de nuestra propia psiquis, en realidad es un miedo a las sanciones con las que alguien se va a ver amenazado si no permanece fiel a las convicciones que el grupo le impone. Y frecuentemente la persona sabe, o intuye, o advierte que si se diferencia de esta buena conciencia de inocencia, van a venir determinadas sanciones. Y entonces se ve un tipo de sobrevivencia que no es cobardía. Cuando por un factor de crecimiento o de crisis tenemos que hacer una ruptura con esas masivas interpretaciones donde está en juego nuestra misma constitución psíquica, mental, valórica, espiritual, la experiencia es muy dolorosa. Y muchas veces la gente confunde estos dolores, miedos, con culpas. O mejor dicho: sienten culpas. Sienten que están traicionando a alguien. Sienten mala conciencia. Incluso rotulan de ‘pecado’ experiencias que están viviendo, cuando en realidad lo que ocurre es que hay necesidad de pasar a otro nivel de comprensión de las cosas, porque ya quizá el envase ha quedado chico para tanta vida.

 

seguir siguiendo al corazon y coquetear con la intuición

seguir creciendo y esquivando las rutinas..

seguir soñando en un rincón, seguir creyendo que hay un Dios, que me endereza de un tiron la punteria.

 

siempre voy detras de lo que siento…cada tanto muero y aqui estoy..

tantos desiertos que cruce, tantos atajos esquive. tantas batallas que pintaron mis heridas..

tantos incendios provoque, tantos fracasos me probe que no me explico como canto todavia..

y es que siempre voy detras de lo que siento… cada tanto muero y aqui estoy..

 

Por esos dias por venir, por este brindis para mí, por regalarle la intuicion al alma mía

porque los dias se nos van, quiero cantar hasta el final….por otra noche como esta doy mi vida…

 

Tantos festejos resigne, tantos amigos extrañe..tantos domingos muy lejos de mi familia..

tantas almohadas conoci, tantas canciones me aprendi…que los recuerdos me parecen de otras vidas…

siempre voy detras de lo que siento…cada tanto muero y aqui estoy..

 

tantas palizas esquive tantas traiciones me compre..tantos enojos me hicieron mostrar los dientes..

con mil abrazos me cuide, con mil amores me cure..juntando heridas sigo creyendo en la gente..

siempre voy detras de lo que siento…cada tanto muero pero hoy no..

 

Por esos dias por venir, por este brindis para mí, por regalarle la intuicion al alma mia

porque los dias se nos van, quiero cantar hasta el final….por otra noche como esta doy mi vida…

 

… y en esas noches de luna..donde los recuerdos son un puñal

me abrazo a mi guitarra y canto fuerte mis plegarias..y algo pasa pero ya nada me hace llorar…

yo me abrazo a mi guitarra y canto fuerte mis plegarias.. y algo pasa pero ya nada me va  a cambiar…

 

            Esta sensación de mala conciencia o buena conciencia, de culpabilidad o inocencia, no solamente tiene que ver con rupturas en el plano de las convicciones por ejemplo, o en el plano de las miradas. Es decir: entendemos la realidad de una manera diferente a como la entiende el grupo que me ha hecho de ‘matriz’. A veces ocurre de estar en un grupo y sentir que debemos fidelidad a otro –el caso del rebelde-. En realidad se está en un grupo, ya sea por pertenencia familiar o cultural o ideológica, o por el placer de estar para llevar la contra, pero sienten que su inocencia se juega en las convicciones de otro grupo, y de ahí adquieren a veces el fanatismo o la inflexibilidad o la rebeldía inclaudicable. Esto es muy frecuente en la adolescencia, y por eso a los “rebeldes crónicos” se les llama adolescentes, porque de pronto están en la propia familia, necesitan de ella, la quieren, pero comienzan a deberle fidelidad, sentido de pertenencia, a otro grupo: la barra, el grupo de amigos. Entonces comienzan a tantear. En el grupo familiar defienden las convicciones del grupo extra familiar, y viceversa. Los adolescentes juegan con estos dos polos. Mejor dicho: no juegan. De juego no tiene nada. Es una búsqueda muy profunda y respetable, muy seria porque está en juego la identidad de la persona.

            Y este sentimiento de pertenencia, de buena conciencia, de inocencia, no es solamente una cuestión de convicciones. Muchas veces es cuestión de amor ciego, de enfermedad, hacia o de algún miembro de mi grupo a quien quiero mucho, y con quien hay cierta dependencia análoga a la de un niño con su madre, sucede por ejemplo que si se enferma, nos da culpa ser sano. O si cae en desgracia nos sentimos culpables de ser nosotros afortunados. Un ejemplo: un niño de 3 años vive muy dolorosamente el divorcio de sus padres, y siente además que la responsabilidad de ese divorcio es de su mamá, y que su papá es una víctima del desprecio de su madre. Cuando él es adulto, es padre, tiene un hijo. A los 3 años de su hijo él se vuelve a divorciar, porque puede  más la fidelidad con la experiencia de su padre, con el sentir que hace comunión con su padre, que lo acompaña en el trauma que vivió su padre, que el no causarle ese mismo temor o esa misma experiencia a su hijo. Se va dando como una reacción en cadena hacia atrás en vez de hacia delante. Y así es como muchas veces las familias repiten tragedias por un sentido de pertenencia muy agudo, por un sentido de buena conciencia inconciente que le lleva justamente a adherir ciegamente a aquellas tragedias que castigaron las vidas de quienes amaron. Obviamente estos ya son casos donde la patología hace necesaria la ayuda de un especialista.

           

            Después están los mitos, por ejemplo “la conciencia es la voz de Dios en nuestra alma”. Esto puede ser mito o realidad. No se puede decir a priori que la voz de tu conciencia es la voz de Dios. Fijémonos por ejemplo como grupos se enfrentan en conflictos, y los dos sienten que Dios les habla en su propia conciencia, están tranquilos, y se matan. ¿qué está pasando? ¿es que Dios no se pone de acuerdo consigo mismo?

            Cuando no podemos traspasar estos límites y barreras, y a través de una experiencia muchas veces dolorosa, molesta, de diferenciación, que se manifiesta como turbulencia, o como culpa, muchas veces terminan generando rupturas violentas innecesariamente (por esta experiencia de mala conciencia, comienzo a agredir en vez de diferenciarme, porque el otro que era un aliado se ha convertido en un problema de conciencia y se transforma en un enemigo). Y a veces el que se va de casa se va con un portazo en vez de irse con la bendición paterna, que es la única forma saludable de distanciarse de un grupo que ha sido matriz durante mucho tiempo. Hay que irse y dejar la puerta abierta, sea del ámbito que sea. Y esa experiencia de mala conciencia, cuando se administra bien, es en realidad fecunda.

            Es a los que tenían una experiencia de mala conciencia a los que Jesús se dirigió en primera instancia: prostitutas, publicanos –que eran traidores a su propia patria, a su comunidad-, cobradores de impuestos –funcionarios de un estado romano corrupto y corruptor, tirano, opresor que en nombre de la paz pasaba a sangre y fuego a cuanto pueblo se le opusiera-.

            Es el momento donde las convicciones caen, donde nos empezamos a sentir mal, donde no entendemos muy bien cual es nuestro lugar, este lugar de desasociego (este lugar donde la oruga siente que el capullo le queda chico para ser mariposa), es el lugar donde Dios trabaja con mayor fecundidad. Y ahí sí tenemos, quizá, después de un largo proceso de discernimiento, de descubrimiento, tenemos una conciencia donde más limpiamente puede llegar a reflejarse la voz de Dios.

 

            El cambio que muchas veces necesitamos no hay que buscarlo tanto. Va llegando solo. Lo que hay que hacer es escuchar también la ‘mala conciencia’.

CAMBIA TODO CAMBIA
Cambia lo superficial, Cambia también lo profundo
Cambia el modo de pensar, Cambia todo en este mundo

Cambia el clima con los años, Cambia el pastor su rebaño
Y así como todo cambia Que yo cambie no es extraño

Cambia el mas fino brillante De mano en mano su brillo
Cambia el nido el pajarillo Cambia el sentir un amante

Cambia el rumbo el caminante Aúnque esto le cause daño
Y así como todo cambia Que yo cambie no es extraño

CAMBIA TODO CAMBIA
Cambia el sol en su carrera cuando la noche subsiste
Cambia la planta y se viste de verde en la primavera

Cambia el pelaje la fiera. Cambia el cabello el anciano
Y así como todo cambia, que yo cambie no es extraño

Pero no cambia mi amor por mas lejo que me encuentre
Ni el recuerdo ni el dolor de mi pueblo y de mi gente

Lo que cambió ayer tendrá que cambiar mañana
Así como cambio yo en esta tierra lejana

CAMBIA TODO CAMBIA

 

            Todo cambia,y a veces somos muy resistentes a los cambios. Tenemos una tendencia casi espontánea a la economía de esfuerzo, de energía. Siemprebuscamos el camino más corto, menos esforzado. Esto a veces nos torna muy conservadores, muy reticentes a los cambios, muy resistentes.

            La historia avanza. Y avanza más por gente que tiene ‘mala conciencia’ que por los que la tienen buena, es decir, por aquella conciencia que es capaz de mirar las raíces de la realidad.

            Leí hace poco, no recuerdo el autor: “el que lee las raíces de la realidad, está condenado a la soledad”. La realidad tiene una apariencia, pero también tiene un trasfondo. Animarnos a ver las raíces de la realidad, a veces nos hace vivir una experiencia de soledad, o al menos de marginación o de exclusión. Es un ir contra la corriente doloroso. Hay a quienes les encanta ir contra la corriente por su sentido de pertenencia de fidelidad absoluta y de pertenencia a un grupo o a un paradigma de rebel´día crónica. Esta experiencia de mala conciencia es dolorosa. ¿cómo se la supera? Primero, con la convicción de que Jesús llama a éstos: a los que están en turbulencia, a los que están dudosos, a los que se sienten molestos, insatisfechos, incompletos, es decir a los que “tienen hambre y sed de justicia”. Porque ¿qué es la justicia? Es poner cada cosa en su lugar, ver la realidad con transparencia, es armonía entre el dar y el recibir, armonía entre amar y ser amado. Cuando tenemos hambre y sed de justicia, estamos en búsqueda, y cuando buscamos, la historia busca con nosotros, sobre todo cuando no nos justificamos. ¡Basta de justificaciones! ¡Animémonos a sacarnos los lentes, a ver lo que tenemos miedo a ver de una vez! ¡Animémonos a quedar expuestos a la realidad tal como se nos presenta! Y entonces, más allá de la conciencia que hasta el momento hemos alcanzado, podremos alcanzar otra comprensión de la realidad que nos va a liberar –aunque sea en forma parcial- de la ceguera y de los estados de la conciencia del grupo que hasta ahora veníamos trayendo.¿hay que irse, patear el tablero, dar un portazo? No. Y si nos vamos, hemos de volver, porque muchos otros estan tal vez esperando el ánimo, la valentía, el coraje, la esperanza que trae aquel mensaje del que dijo “oigan: todo aquello que ustedes creen verdadero, son solo sombras

Ya estoy en la mitad de esta carretera,tantas encrucijadas quedan detrás…
Ya está en el aire girando mi moneda y que sea lo que sea

Todos los altibajos de la marea, todos los sarampiones que ya pasé
Yo llevo tu sonrisa como bandera y que sea lo que sea

Lo que tenga que ser, que sea y lo que no por algo será

No creo en la eternidad de las peleas ni en las recetas de la felicidad
Cuando pasen recibo mis primaveras y la suerte este echada a descansar
yo miraré tu foto en mi billetera y que sea lo que sea
Y el que quiera creer que crea y el que no, su razón tendrá

Yo suelto mi canción en la ventolera y que la escuche quien la quiera escuchar
Ya esta en el aire girando mi moneda y que sea lo que sea

 

GL: ¿qué nos enseña la Iglesia acerca de la conciencia? ¿qué pasos sigue la conciencia? (no de esta conciencia colectiva de la que estamos hablando. Voy a articular las dos). Por ejemplo, decido copiar en un examen porque no estudié. Hay una advertencia: está mal copiar en un examen. Siento la advertencia pero no le llevo el apunte. Aparece ahí algo así como una ‘lucecita’ que me dice que está mal copiar. Llega el examen. Estoy copiando. Llega un sentimiento de malestar, de ‘mala conciencia’ que me dice ‘no tenés que copiar’. Y después viene la sentencia: ‘hiciste mal, no debiste copiar en el examen’. O si lo evité, la sentencia será ‘hiciste bien. Es mejor no copiar’.

            Estas son las reglas clásicas del procedimiento de la conciencia. Lo que pasa –yo estoy trabajando en un nivel anterior, más psicológico, colectivo, grupal- es que este ‘está mal copiar en el examen’, también ya está de alguna manera condicionado por los valores, las convicciones, el modo de ver en que he sido educado o estoy perteneciendo o estoy adhiriendo. Porque fijémonos. Así como hay gente que siente que está mal copiar en un examen, hay quienes sienten que está bien torturar al otro, porque tiene todo un andamiaje de convicciones, ideologías…que le está diciendo indirectamente ‘si vos te sentís identificado con esto, está bien torturar a una persona’.

            Recordemos que las grandes tragedias de la humanidad han seguido los pasos de esta conciencia. Solamente que está , diría el Magisterio de la Iglesia, ‘mal formada’ en relación al grupo. Lo que pasa que para esta clase de conciencia no hay tanto un discernimiento sobre el bien y sobre el mal, sino que tiene que ver con el miedo  a no pertenecer o ser excluido, o tiene que ver con la tranquilidad, inocencia y felicidad que me da sentir que pertenezco

 

PARTICIPAN LOS OYENTES

       Hay veces que uno cree que Dios le habla, pero es la mente la que te saca de contexto. Ese primer impulso que uno siente, esa es la voz de Dios. Después la mente comienza a trabajar y es la que nos confunde mucho.

GL: A veces el impulso es voz de dios, otras es voz del pecado. Hay que tener cuidado

 

       Alguna vez alguien me dijo ‘pero vos tenés tus hijos sanos’, me hizo sentir culpa, y me creó un cargo de conciencia

GL: Detengámonos un poquito en la mala conciencia de la que yo hablaba como motor de la historia, de la transformación, como los predilectos de Jesús…. Cualquiera te podría decir ‘pasá por encima de eso. ¿qué culpa tenés vos de tener hijos sanos, y de que la otra los tenga enfermos?’

        Creo que acá, sería respetable el siguiente plano de lectura: ‘luchá contra tu sentimiento de culpa para extirparlo de dentro’. Desde la óptica que yo hoy estoy hablando, te diría : dialogá con tu cargo de conciencia.  Pero…

 

 Tenemos que tenemos que tener un diálogo desnudo, desgarrado, cuerpo a cuerpo con nuestro cargo de conciencia. Dejar a la conciencia que ponga sus argumentos, plantear los nuestros. Cuando lleguemos a una conclusión después de un largo y concienzudo diálogo entre nuestra inocencia y nuestra culpabilidad, vamos a estar más tranquilos. Porque el cargo de conciencia no viene de que ella tenga hijos sanos. Viene de un llamado muy profundo a sentirse solidario con el dolor del otro. Viene con un llamado muy hondo de las entrañas mismas de nuestra especie que te dice “no seas indiferente a la desgracia del otro. No te encierres en tu satisfacción. No te aísles del dolor que perturba. Comparte su sufrimiento. Comparte tu alegría. Busca ser un puente con los que sufren, porque estamos unidos en una causa común, porque viajamos en un mismo barco, porque venimos de una misma matriz, porque tenemos un mismo destino. Bendita sea entonces la culpa, porque el otro, en ella, me está llamando.

      No la patologicemos siempre. A veces es patológica: cuando no se aprende a dialogar con ella. Pero no la enfermemos siempre, porque en el fondo de este cargo de conciencia, aún cuando en la superficie pareciera ‘y yo qué tengo que ver’, no importa:

EL ALMA SE EMPEÑA EN MOSTRARNOS LO MUCHO QUE TENEMOS QUE VER LOS UNOS CON LOS OTROS.