19/09/18 – La alegría es la gran posibilidad y apartar la tristeza del alma es el gran desafío. Que en la alegría de vivir lo de todos los días, en conformidad de Dios, podamos superar la tristeza, que es la que nos hace andar de acá para allá, sin terminar de encontrar aquello que le da centralidad, sentido a nuestra vida.
“«¿Con quién puedo comparar a los hombres de esta generación? ¿A quién se parecen? Se parecen a esos muchachos que están sentados en la plaza y se dicen entre ellos:”¡Les tocamos la flauta, y ustedes no bailaron! ¡Entonamos cantos fúnebres, y no lloraron!”. Porque llegó Juan el Bautista, que no come pan ni bebe vino, y ustedes dicen: “¡Ha perdido la cabeza!”. Llegó el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: “¡Es un glotón y un borracho, amigo de publicanos y pecadores!”. Pero la Sabiduría ha sido reconocida como justa por todos sus hijos».
Lc 7,31-35
La tristeza es como una nube que se instala en el corazón, opaca todo, nos paraliza en la vida. Para salir de la indecisión hay que empezar a hacer cualquier cosa en seguida, no dilatar ni dejar para después. El momento es ahora!
Ingresando por pequeñas rendijas del alma pequeñas lucecitas pueden conducirte a la vida. Si te atrae una luz, seguila!
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