12/04/2019 – Hermoso relato del poeta indio Rabindranath Tagore, acerca de cómo el paso del tiempo va curando las heridas:
“Iba yo por un camino, cuando una voz de mujer detrás de mí me dijo:– ¿Me conoces? Me volví y le contesté:– No recuerdo tu nombre. Ella me dijo:– Yo soy aquella Tristeza profunda que sufriste hace tiempo. Sus ojos se parecían a la mañana cuando el rocío está todavía en el aire. Permanecí en silencio y luego le pregunté: – ¿Has perdido aquella carga inmensa de lágrimas? Ella sonrió sin contestarme. Comprendí que sus lágrimas habían tenido tiempo de aprender el lenguaje de las sonrisas. Me recordó:– Una vez aseguraste que conservarías tu tristeza para siempre. Avergonzado, respondí:– Es verdad, pero los años han pasado. Después, con su mano entre las mías, le dije:– Pero tú también has cambiado. Entonces, ella me contestó, serena:– Debes saber que lo que un día fue Tristeza es ahora Paz.”
“Iba yo por un camino, cuando una voz de mujer detrás de mí me dijo:– ¿Me conoces?
Me volví y le contesté:– No recuerdo tu nombre.
Ella me dijo:– Yo soy aquella Tristeza profunda que sufriste hace tiempo.
Sus ojos se parecían a la mañana cuando el rocío está todavía en el aire.
Permanecí en silencio y luego le pregunté: – ¿Has perdido aquella carga inmensa de lágrimas?
Ella sonrió sin contestarme.
Comprendí que sus lágrimas habían tenido tiempo de aprender el lenguaje de las sonrisas.
Me recordó:– Una vez aseguraste que conservarías tu tristeza para siempre.
Avergonzado, respondí:– Es verdad, pero los años han pasado.
Después, con su mano entre las mías, le dije:– Pero tú también has cambiado.
Entonces, ella me contestó, serena:– Debes saber que lo que un día fue Tristeza es ahora Paz.”
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