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31/05/2017 – En esta página del evangelio aparece Jesús “haciendo el bien”. La mayor parte del apostolado de Jesús, transcurre entre la gente, sirviendo, “haciendo el bien”. Quienes se encuentran por primera vez frente a los textos bíblicos se preguntan si esto fue cierto o sólo una narración.
“Ustedes ya saben qué ha ocurrido en toda Judea, comenzando por Galilea, después del bautismo que predicaba Juan: cómo Dios ungió a Jesús de Nazaret con el Espíritu Santo, llenándolo de poder. El pasó haciendo el bien y curando a todos los que habían caído en poder del demonio, porque Dios estaba con él”. Hechos 10,37-38
“Ustedes ya saben qué ha ocurrido en toda Judea, comenzando por Galilea, después del bautismo que predicaba Juan: cómo Dios ungió a Jesús de Nazaret con el Espíritu Santo, llenándolo de poder. El pasó haciendo el bien y curando a todos los que habían caído en poder del demonio, porque Dios estaba con él”.
Hechos 10,37-38
Jesús hizo verdaderos milagros, así como los apóstoles. Los autores del Nuevo Testamento se refieren a sucesos reales. [547-550] Ya las fuentes más antiguas nos informan de numerosos milagros, incluso de resurrecciones de muertos, como confirmación del anuncio de Jesús: “Pero si yo expulso los demonios por el Espíritu de Dios, es que ha llegado a ustedes el reino de Dios” (Mt 12,28).
Los milagros son acontecimientos prodigiosos que van más allá de lo razonable humanamente que certifica el anuncio de Jesús. Los milagros sucedieron en lugares públicos, las personas afectadas eran conocidas a veces incluso por su nombre, por ejemplo el ciego Bartimeo (Mc 10,46-52) o la suegra de Pedro (Mt 8,14-15). También hubo milagros que representaban para el entorno judío delitos escandalosos (por ejemplo la curación de un paralítico en sábado, la curación de leprosos), y que, sin embargo, no fueron negados por los judíos contemporáneos de Jesús.
Los milagros, lo siguen haciendo, despiertan el espíritu creyente. Despiertan en el corazón la fe para vivir con mayor fuerza y ardor el evangelio.
Los milagros que hizo Jesús eran signos del comienzo del reino de Dios. Eran expresión de su amor a los hombres y confirmaban su misión. [547550]
Los milagros de Jesús no eran una representación mágica. Él estaba lleno del poder del amor salvífica de Dios. Por medio de los milagros, Jesús muestra que es el Mesías y que el reino de Dios comienza en él. De este modo se podía experimentar el inicio del nuevo mundo: liberaba del hambre (Jn 6,5-15), de la injusticia (Lc 19,8), de la enfermedad y la muerte (Mt 11,5). Mediante la expulsión de demonios comenzó su victoria contra el “príncipe de este mundo” (Jn 12,31; se refiere a Satanás). Sin embargo, Jesús no suprimió toda desgracia y todo mal de este mundo. Se fijó especialmente en la liberación del hombre de la esclavitud del pecado. Le importaba ante todo la fe que suscitaba a través de los milagros. 241-242
Jesús tenía un gran círculo de discípulos a su alrededor, eran hombres y mujeres. Hoy también nos elige a nosotros, no sólo para que estemos cerca suyo, sino para vivir en Él. De ese círculo elige a doce hombres, a los que llamó apóstoles(Lc 6,12-16). Los apóstoles recibieron de él una formación especial. Lo mismo nos pasa a nosotros, por ejemplo, a través de la Radio, Jesús nos invita a acercarnos más a Él, a que se nos peguen sus maneras y sus formas, su corazón. Jesús envía a sus discípulos a realizar diferentes tareas: “y los envió a proclamar el reino de Dios y a curar” (Lc 9,2). Jesús llevó consigo sólo a estos doce apóstoles a la última cena, donde les encargó: “Hagan esto en memoria mía” (Lc 22,19b). [551-553,567] No implica recuérdenme, sino hacerlo presente en esas realidades.
El apóstol, los bautizados contituídos en Jesús discípulos suyos, somos testigos de la fuerza de la resurrección y lo manifestamos en la alegría, en el trabajo por los últimos. En la comunidad discipular tenemos quienes hacen las veces de los doce, que son los obispos, que tienen el mandato de gobernar, enseñar y celebran los misterios divinos. También los sacerdotes acompañan en el servicio la tarea del obispo, también en el gobierno, la enseñanza y la celebración del misterio, desde el servicio.
La unión de los apóstoles se convirtió en el fundamento de la unidad de la Iglesia ( Sucesión Apostólica). Entre los Doce destaca una vez más Pedro, a quien Jesús le otorgó una autoridad especial: “Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia” (Mt 16,18). En esta posición especial de Pedro entre los apóstoles tiene su origen el ministerio del Papa. 137.
Padre Javier Soteras
Material elaborado en base a las enseñanzas del Catecismo de la Iglesia Católica
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