08/02/2023 – Esta semana nos acompañó, una vez más, el padre Héctor Espósito, con quien venimos compartiendo un camino acerca de las virtudes cristianas.
Como lo hacemos habitualmente, partimos de la Palabra de Dios, en este caso del texto de San Lucas 9, 10- 17: “Al regresar, los Apóstoles contaron a Jesús todo lo que habían hecho. Él los llevó consigo, y se retiró a solas con ellos hacia una ciudad llamada Betsaida. Pero la multitud se dio cuenta y lo siguió. Él los recibió, les habló del Reino de Dios y devolvió la salud a los que tenían necesidad de ser curados. Al caer la tarde, se acercaron los Doce y le dijeron: «Despide a la multitud, para que vayan a los pueblos y caseríos de los alrededores en busca de albergue y alimento, porque estamos en un lugar desierto». Él les respondió: «Denles de comer ustedes mismos». Pero ellos dijeron: «No tenemos más que cinco panes y dos pescados, a no ser que vayamos nosotros a comprar alimentos para toda esta gente». Porque eran alrededor de cinco mil hombres. Entonces Jesús les dijo a sus discípulos: «Háganlos sentar en grupos de cincuenta».Y ellos hicieron sentar a todos. Jesús tomó los cinco panes y los dos pescados y, levantando los ojos al cielo, pronunció sobre ellos la bendición, los partió y los fue entregando a sus discípulos para que se los sirvieran a la multitud.Todos comieron hasta saciarse y con lo que sobró se llenaron doce canastas.”
En torno a este Evangelio, el padre Héctor destacó 3 ideas:
-En primer lugar, el versículo donde dice ‘Los llevó consigo, y se retiró a solas con ellos’ y en este sentido, el padre Héctor señaló que “Jesús lleva a los apóstoles a retirarse a un lugar sereno a descansar. Una necesidad fundamental: tener un tiempo para descansar en Dios, volver a la interioridad para buscar la fuerza y estar en paz. Cuando eso sucede estamos creciendo en la vida espiritual”.
-Por otra parte leemos en el Evangelio que Jesús ‘devolvió la salud a los que tenían necesidad de ser curados’ y sobre este aspecto el padre Héctor reflexionó: “Ser sanados, ser curados, brota de la voluntad de querer, de la inteligencia de saber y al libertad de elegir”
-Finalmente, se detuvo en el siguiente versículo: “Denles ustedes de comer” y a partir de aquí nos ofreció una enseñanza acerca de la virtud que nos convocó: La templanza, la que viene a contraponerse al pecado capital de la gula.
La gula es el apetito desordenado de la comida y la bebida. El desorden puede darse en la cantidad y/o en la calidad de los alimentos y bebidas. Se peca de gula por comer excesivamente o por excederse en la búsqueda de las exquisiteces (por ejemplo las golosinas).
Actualmente la cultura y los medios de comunicación, así como la industria de los alimentos, contribuyen a conductas de gula que redundan en enfermedades. Por un lado la propaganda incita a comer y a beber en exceso. Por otro lado ofrece comidas “light” y productos dietéticos, que reducen el daño producido por los abusos. Pero también presiona para que algunos grupos de la población se abstengan de comer en aras del culto de la figura corporal. También se puede pecar por defecto, por no comer lo suficiente y lo que el cuerpo necesita.
La Templanza es una de las cuatro virtudes cardinales. Constituye una de las cuatro virtudes morales principales que se llaman cardinales. En este sentido puede definirse como una virtud sobrenatural que modera la inclinación a los placeres sensibles, especialmente del tacto y del gusto, conteniéndola dentro de los limites de la razón iluminada por la fe.
El p. Héctor Espósito es párroco en Nuestra Señora del Rosario, en Villa del Rosario, Córdoba
Te invitamos a escuchar el programa completo en el audio que acompaña esta nota