EN VIVO
DONAR
EMISORAS
martes, 5 noviembre 2024
Inicio
Institucional
Quienes Somos
Donación
Donde Escucharnos
Novedades
Voluntariado
Difusión
Contacto
Balance Social
Res. 173/10
Podcast
Grilla de Programación
Escuchar en Vivo
Catequesis
Donde quiero estar – Radio María Ad Gentes
Casa de campo
Archivos de Programas
Papa Francisco
Audiencias Generales
Documentos
Francisco a Diario
Homilías
Los Caminos de Francisco
Papa Francisco
RM Mundial
RM Joven
Radio María Joven en vivo
JMJ 2019
Evangelio del día
Testimonios
Institucional
Quienes Somos
Donación
Donde Escucharnos
Novedades
Voluntariado
Difusión
Contacto
Balance Social
Res. 173/10
Podcast
Grilla de Programación
Escuchar en Vivo
Catequesis
Donde quiero estar – Radio María Ad Gentes
Casa de campo
Archivos de Programas
Papa Francisco
Audiencias Generales
Documentos
Francisco a Diario
Homilías
Los Caminos de Francisco
Papa Francisco
RM Mundial
RM Joven
Radio María Joven en vivo
JMJ 2019
Evangelio del día
Testimonios
Entre Nosotros
La Visitadora
jueves, 13 de diciembre de 2007
Era en Belén y era Nochebuena la noche:
apenas si la puerta crujió cuando ella entraba.
Era una mujer seca, harapienta y oscura
con la frente de arrugas y la espalda curvada.
Venía sucia de barro, de polvo de caminos;
la iluminó la luna y no tenía sombra.
El Niño la miraba; también la mula; el buey
mirábala y rumiaba igual que si tal cosa.
Tenía los cabellos largos, color ceniza,
color de mucho tiempo, color de viento antiguo.
En sus ojos se abría la primera mirada
y cada paso era tan lento como un siglo.
Temió María al verla acercarse a la cuna:
En sus manos de tierra, ¡oh, Dios! ¿qué llevaría?
Se dobló sobre el Niño, lloró infinitamente
y le ofreció la cosa que llevaba escondida.
La Virgen, asombrada, la vio al fin levantarse:
era una mujer bella, esbelta y luminosa.
El Niño la miraba; la mula no, ni el buey
rumiando paja y heno igual que si tal cosa.
Era en Belén y era Nochebuena la noche;
Apenas si la puerta crujió cuando se iba.
María, al conocerla, gritó y la llamó: ¡Madre!.
Eva miró a la Virgen y la llamó: ¡Bendita!
¡Qué clamor, qué alborozo por la piedra y la estrella!
Afuera aún era pura, dura la nieve y fría.
Dentro, al fin, Dios dormido sonreía teniendo
entre sus dedos niños la manzana mordida.
Participa
Radio María