La vocación del catequista: el que abre las puertas de la fe

viernes, 22 de agosto de 2025

22/08/2025 – «La vocación del catequista no es transmitir conocimiento, sino sobre todo transmitir los sentimientos, transmitir el corazón de Jesús». ¿Qué significa realmente ser catequista? ¿Pensaste que se trata de un título o una tarea reservada para unos pocos? En este encuentro del ciclo «Reflexiones para el finde», el Padre Humberto González (Humbi) nos abre el corazón y nos invita a reflexionar sobre la verdadera misión de un catequista, una vocación que es para todos los bautizados y que es mucho más que un oficio.

Desde la capilla de las Hermanas Misioneras de la Caridad, el Padre Humbi nos guía con su cercanía y nos muestra que el servicio del catequista es una forma de reinado en el que se guía, se acompaña y se está al servicio del otro. Nos explica que esta vocación va más allá de un cargo parroquial: puede ser la abuela que con ternura le enseña a rezar a su nieto, el papá que guía a sus hijos, o incluso los chicos que, sin darse cuenta, se vuelven catequistas de sus propios padres. El sacerdote nos advierte que esta misión es fundamental para la madurez de la fe en nuestras comunidades, pero que para cumplirla debemos desterrar ciertos vicios.

El Padre Humbi nos da una serie de consejos que nos invitan a salir de la comodidad y a dejar de ver la catequesis como una «clase». Nos anima a abandonar el lenguaje escolar, el uso de títulos como «seño» o «profe», y a llamar a los catequistas por su nombre. La idea, nos dice, es que no sean una extensión del colegio, sino un lugar de «encuentro». ¿Y qué se busca en este encuentro? No la cantidad de contenido, ni los conocimientos acumulados, sino la calidad de una experiencia de Dios, el hallazgo de un Jesús amigo. Por eso, nos invita a evitar los cuadernos de deberes, las pruebas y las listas, y a abrazar un modelo de formación experiencial. El catequista, en su corazón, debe ser como San Juan Bautista: alguien que no busca que lo sigan a él, sino que señala al Cordero de Dios, diciendo: «Síganlo a Él».

El Padre Humbi también responde a otras inquietudes de la comunidad, como la del verdadero sentido del ayuno. Nos aclara que el ayuno no es un sacrificio para «desenojar» a Dios, sino un acto de solidaridad y empatía con aquellos que sufren un ayuno que no es voluntario. Es una manera de unirnos a la distancia con los que padecen, y hacerlo en comunión y oración. También nos recuerda que nadie, por más que tenga pocas capacidades o conocimientos, está inhabilitado para transmitir a Dios. Lo que nos hace dignos de esta misión es la experiencia personal de Jesús. La mejor formación es ir al Sagrario, tener un encuentro personal y desinteresado con el Señor y, a partir de esa amistad, despertar en el otro el deseo de buscarlo.