La vocación del laico en la Democracia: un llamado a la participación

viernes, 24 de octubre de 2025

24/10/2025 – El compromiso de los laicos y laicas en Argentina con el sistema democrático fue el eje de una reflexión esencial compartida por Gustavo Bibona, miembro del Secretariado Nacional de Laicos. La proximidad de las elecciones subraya la necesidad de abordar la participación, no como una opción, sino como un elemento inherente a la vida del cristiano y ciudadano. «Es importante porque a nosotros nos toca justamente como laicos y también como ciudadanos comprometernos con la realidad en la que estamos insertos», afirmó Bibona, destacando la vida política como una de esas realidades fundamentales. La enseñanza social de la Iglesia coloca a la participación como uno de sus pilares básicos.

Esta convocatoria a la acción se alinea con el llamado del Papa Francisco a que los laicos sean protagonistas y corresponsables no solo en la vida eclesial, sino también en la esfera social y política. «No podemos ser cristianos encerrados en nuestros lugares y ámbitos de fe y que esa fe no incida en el ámbito social», enfatizó Bibona, citando una frase del obispo García Cuerva: «No podemos dejar el evangelio fuera del cuarto oscuro». Se trata de integrar la fe a la vida social, llevando el Evangelio a la realidad concreta que toca vivir.

Frente a la desvalorización y desconfianza que a menudo rodea a la política, el Magisterio Social de la Iglesia ofrece una perspectiva diferente. Bibona recordó que la política es considerada una «forma excelsa de la caridad». Esto la convierte en una vocación profunda y esencial, orientada a la búsqueda del bien común. El foco de esta caridad política está en «poder poner la mirada en aquellos que hoy están al borde del camino, de los vulnerables», respondiendo a las necesidades de quienes sufren.

El ambiente cultural actual, impregnado de desconfianza y cansancio hacia la política, representa un desafío para el cristiano. Para contrarrestar el desánimo, Bibona sugiere pararse en la fe, en Jesús Resucitado, y en la comunidad de referencia. Recalcó que «no podemos ser cristianos desesperanzados» y que existe una vocación fuerte a «hacer signos de esperanza en medio de las situaciones que nos tocan vivir». A pesar del desencanto y el sentirse defraudado, la fe y la vida comunitaria ofrecen la posibilidad de transformar la realidad conforme a los valores evangélicos.

Para quienes dudan o consideran no votar, el camino propuesto se resume en tres acciones: rezar, informarse y discernir. Se trata de tomarse un tiempo para examinar a los candidatos, sus antecedentes y su alineación con la enseñanza social de la Iglesia, especialmente en el «especial cuidado por aquellos que más sufren». Además, se hace un llamado a salir de las divisiones y las «grietas», priorizando la unidad en medio de la diversidad y el respeto, ya que «el que piensa distinto también tiene algo para aportar», según la reflexión de Bibona.

Finalmente, el acto de votar es presentado como la «mínima expresión de compromiso y participación que tenemos los ciudadanos y especialmente los cristianos». Bibona citó 1 Corintios 12, donde San Pablo describe a los fieles como parte de un cuerpo, indicando que si un miembro sufre, los demás sufren también. «No podemos dejar de sentirnos parte», insistió, animando a mirar hacia adelante con esperanza, pues el Evangelio es el «signo de esperanza, es la buena noticia que estamos invitados a anunciar.» El voto, por lo tanto, es un gesto de caridad y una reafirmación del compromiso con ese cuerpo social.

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