Las exigencias del seguimiento de Jesús

viernes, 14 de noviembre de 2008
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Caminaba con él mucha gente, y volviéndose les dijo: "Si alguno viene donde mí y no odia a su padre, a su madre, a su mujer, a sus hijos, a sus hermanos, a sus hermanas y hasta su propia vida, no puede ser discípulo mío.  El que no lleve su cruz y venga en pos de mí, no puede ser discípulo mío.  Porque ¿quién de vosotros, que quiere edificar una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, y ver si tiene para acabarla?.  No sea que, habiendo puesto los cimientos y no pudiendo terminar, todos los que lo vean se pongan a burlarse de él, diciendo: "Este comenzó a edificar y no pudo terminar."  O ¿qué rey, que sale a enfrentarse contra otro rey, no se sienta antes y delibera si con 10.000 puede salir al paso del que viene contra él con 20.000?.  Y si no, cuando está todavía lejos, envía una embajada para pedir condiciones de paz.  Pues, de igual manera, cualquiera de vosotros que no renuncie a todos sus bienes, no puede ser discípulo mío”.

Lucas 14, 25 – 33

El primer punto de nuestro encuentro es el amor que llama nos hace dar lo mejor de nosotros mismos.

El texto comienza poniendo un marco a las palabras del Señor como es habitual al Evangelio de Lucas. Se dice que Jesús pronunció éstas palabras cuando un gran gentío caminaba junto a El. Este es el marco. Una cosa es caminar con El, otra es seguirlo. Hay gente que camina al lado de Jesús pero no lo sigue. Por eso Lucas pone la referencia contextual al gentío que camina con Jesús para indicar la diferencia entre el camino junto al Señor y el seguimiento de Jesús. Seguir a alguien es tomarlo como modelo como maestro hasta llegar a ser discípulo.

Es decir hasta llegar a ser guiado por éste que conduce. En el caso de éste maestro las exigencias del seguimiento solo se entienden desde el amor que pide lo más amado. En éste caso Jesús pide dejar padre y madre. Es más pide dejar lo primero la propia vida. Este maestro tiene una exigencia que solo se entiende desde el amor que pide lo más amado.

Lo más amado que como entrega que solo se justifica por un amor que es más grande y es primero que todo. Esta exigencia del amor para el seguimiento distingue el caminar al lado de Jesús y el ser discípulo de Jesús. En el camino discipular la distinción la marca la respuesta de amor a un amor grande que lo pide todo. Por eso decimos el amor que llama nos hace dar lo mejor de nosotros mismos. En el andar por la vida se nota cuando la motivación es la obligación, la palabra dada, la fidelidad a las propias ideas o el amor

Cuando vivimos por obligación la vida se nos hace rutinaria y un poco pesada. Cuando vivimos por la palabra dada somos fieles y coherentes en lo que dijimos pero no siempre está ese plus de luminosidad que genera frente a la palabra dada y la obligación asumida el amor que nos hace verdaderamente fieles. Una cosa es despertarse movidos por una gran obligación y otra cosa es despertarse movidos por un gran amor. Una cosa es vivir lo diario motivado por razones que justifican el vivir y no alcanzan para llenar la vida de sentido y otra cosa es vivir enamorado de la vida y entregados a un gran amor que nos hace estar enamorados de todo lo que forma parte de nuestra vida.

Cuando Jesús invita bajo la consigna cualquiera que venga a mi y no me ame más que a su padre, a su madre, a sus hijos, a sus hermanos, a sus hermanas y hasta su propia vida no puede ser mi discípulo está invitando no a una renuncia sin s