Las flores

lunes, 9 de septiembre de 2013
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En todas las culturas alrededor del mundo, hasta donde se tienen registros históricos, las flores han provisto información emocional entre los seres humanos. En la antigüedad las flores no sólo eran consideradas fuente de placer para dioses y hombres, y motivo de inspiración para artistas y poetas, sino que poseían significado de trascendencia mística y cósmica. Por su forma de pétalos dispuestos alrededor del gineceo, las flores son emblema de la idea de "centro". Los antiguos griegos y romanos cubrían con flores los cadáveres de los muertos.

En las sociedades americanas prehispánicas,  las flores ofrecieron una amplia gama de significados. Las antiguas representaciones de las flores no eran meramente decorativas, sino que formaban parte de un simbolismo religioso. Las flores de cuatro pétalos, por ejemplo, han tenido un significado polifacético en las culturas antiguas y actuales de Mesoamérica.

Algunas flores adquieren un simbolismo propio y particular. Por ejemplo la mandrágora ha sido considerada mágica desde tiempos muy remotos. Se le atribuían poderes afrodisíacos y beneficiosos para la fecundidad. Esta idea subyace en el relato de Gén 30,14ss. Finalmente, cuando Raquel logra concebir un hijo, el relator bíblico atribuye esta bendición a que "Dios se acordó de Raquel", y no al supuesto poder de la flor.

Además de por su belleza, simbolismo religioso y su asociación con el poder, las flores también han sido utilizadas como medio de comunicación. El romanticismo de fines del siglo XIX, rescató el llamado lenguaje de las flores que fuera desarrollado en el siglo previo por los burgueses alemanes, con el objeto de comunicar mensajes específicos a amigos y amantes, para lo que se escribieron libros que explicaban el significado de cada flor.

 

 

En la Biblia

 

Flores del país de Jesús, nombradas en el Cantar de los cantares:

 

“Aparecen las flores en la tierra”  2,12

 

1        Nardo  1,12; 2,1; 4,14 (Flor que proviene de la India, muy buscada por el exquisito perfume que se puede extraer de ella. Con perfume de nardo fue ungido Jesús, Mc 14,3ss)

2        Alheña 1,4 (henna)

3        Lirio de los campos y azucena  2,2.16; 5,13; 6,2-3; 7,3. Son las flores que Jesús nos exhorta a mirar, según el Sermón de la Montaña, Mt 6,25-34 y Lc 12,22-31). En hebreo, el nombre genérico de estas flores es shushannah, de donde deriva el nombre español Susana.

4        Cardo 2,2

5        Azafrán 4,14

6        Flor del granado 6,11;7,13

7        Mandrágora 7,14 (se le atribuían poderes afrodisíacos y energía para proveer la fecundidad, Gén 30, 14-15)

 

 

También se mencionan otras plantas, de las cuales se extraen esencias aromáticas: mirra, incienso, balsameras, áloe, canela.

 

“Levántate, viento del norte,

ven, viento del sur,

soplen en mi jardín

y que exhale sus aromas”.  Ct 4,16

 

Para el que ama, todo es bello y bueno. El amor humano es uno de los lugares privilegiados donde la humanidad conoce a Dios. En el Cantar de los Cantares, la naturaleza es sorprendida en el momento más esplendoroso, cuando “han cesado las lluvias”, en el romper de la primavera. Hay rumor de vida en la savia de la vegetación. Hay flores y animales libres que salen de los escondrijos y trepan ligeros. Todo está captado en movimiento, abriéndose a la vida, ofreciéndose a todos los sentidos, la vista, el olfato, el tacto, el gusto y el oído. Comparten este movimiento lo que renacen por el amor y se sienten solidarios en esa maravilla.

“Retorna amado mío”. El plazo es el atardecer. Igual clama la Iglesia de Cristo: “Ven, Señor Jesús”.  (Comentario de la Biblia de la Conf. Episcopal Española)

 

También el tiempo mesiánico es descripto como un desierto que florece:

 

1 ¡Regocíjese el desierto y la tierra reseca,

alégrese y florezca la estepa!

2 ¡Sí, florezca como el narciso,

que se alegre y prorrumpa en cantos de júbilo!

Le ha sido dada la gloria del Líbano,

el esplendor del Carmelo y del Sarón.

Ellos verán la gloria del Señor,

el esplendor de nuestro Dios. (Is 35,1-2)

 

5 Yo los curaré de su apostasía,

los amaré generosamente,

porque mi ira se ha apartado de ellos.

6 Seré como rocío para Israel:

él florecerá como el lirio,

hundirá sus raíces como el bosque del Líbano;

7 sus retoños se extenderán,

su esplendor será como el del olivo

y su fragancia como la del Líbano. (Os 14,5-7)

 

Flores en los adornos del templo: Ex 25,31-35; 1 Re 6; 1 Re 7,19.

 

El mensaje de Jesús

 

“Miren los lirios del campo, que ni hilan ni tejen. Y sin embargo, yo les digo que ni Salomón en toda su gloria se vistió como uno de ellos. Pues si a la hierba que hoy está en el campo y mañana se echa al horno, Dios así la viste ¡cuánto más a vosotros, hombres de poca fe!”. (Lc 12,27)

 

“Este es el Dios, que a pesar de todo lo que aparece para sugerir lo contrario, es fiel a su creación y se entrega a la humanidad lleno de compasión. Sin esta confianza, que se manifiesta en la expresión “Todo es posible para el que cree”, las exigencias extremas de Jesús son imposibles  y humanamente insoportables. Sin esta confianza todo aparece sin sentido y sin esperanza.

El mensaje total de Jesús está fundado sobre esta confianza. En cierto sentido esto es utopía, un lugar que no se puede encontrar en ningún mapa de la tierra o en ningún libro de historia; en la visión de Jesús esto no es imposible si se presupone la fe en Dios. La esperanza de que “Dios dispone todas las cosas para el bien de los que lo aman” (Rom 8,28) es sostenida por el mensaje de Jesús, y se confirma con su destino, la resurrección del Crucificado. Sin la fe en que el Reino de Dios es inminente y que ya ha comenzado, todo queda como una ilusión, pero el Sermón de la Montaña presupone esta fe y constantemente le da nuevos impulsos”.

Rudolf Schnackenburg, Todo es posible para el que cree, Ed. Paulinas, pág. 59 ss

 

Las flores y la Palabra de Dios

 

Por su breve duración, las flores son símbolo de todo lo que es efímero: Sal 103,15-16; Job 14,2; 15,30.33; Is 17,11; 40,6-8; Sant 1,9-11; 1 Ped 1,24.

El profeta Isaías contrapone la corta duración de la hierba y las flores, a la perennidad de la Palabra de Dios, que permanece para siempre:

 

6 Una voz dice: “¡Proclama!”.

Y yo respondo: “¿Qué proclamaré?”.

“Toda carne es hierba

y toda su consistencia, como la flor de los campos:

7 la hierba se seca, la flor se marchita

cuando sopla sobre ella el aliento del Señor.

Sí, el pueblo es la hierba.

8 La hierba se seca, la flor se marchita,

pero la palabra de nuestro Dios permanece para siempre”. (Is 40,6-8)

Este pasaje forma parte del "libro de la consolación" que comienza en el cap. 40. El pueblo ha tenido la dolorosa experiencia de que toda su vida "se marchitara". En el año 587 a.C. Nabucodonosor destruyó Jerusalén y el templo, todo el esplendor del reino de Judá llegó a su fin. Ahora, pasada la catástrofe, el profeta anima al pueblo a la reconstrucción. Esta reconstrucción ya no podrá apoyarse ni en edificios ni en instituciones humanas, que se secan como hierba efímera; esta reconstrucción se hará sobre la Palabra de Dios, que permanece para siempre.

 

La 1a. carta de San Pedro, escrita aproximadamente en el año 80 d.C.,  retoma este texto en otra situación histórica difícil. Los primeros cristianos están sufriendo en el mundo romano la hostigación y la burla de un ambiente hostil. ¿Cómo sustentar la fe en esos tiempos de resistencia y mantener la fidelidad al estilo de vida cristiano? El autor utiliza dos imágenes para referirse a la Palabra de Dios: es esa leche pura que alimenta a la comunidad, y no es efímera como las flores que se marchitan:

 

22 Por su obediencia a la verdad, ustedes se han purificado para amarse sinceramente como hermanos. Ámense constantemente los unos a los otros con un corazón puro, 23 como quienes han sido engendrados de nuevo, no por un germen corruptible, sino incorruptible: la Palabra de Dios, viva y eterna. 24 Porque toda carne es como hierba y toda su gloria como flor del campo: la hierba se seca y su flor se marchita, 25 pero la Palabra del Señor permanece para siempre. Esta es la Palabra que les ha sido anunciada, la Buena Noticia.

1 Renuncien a toda maldad y a todo engaño, a la hipocresía, a la envidia y a toda clase de maledicencia. 2 Como niños recién nacidos, deseen la leche pura de la Palabra, que los hará crecer para la salvación, 3 ya que han gustado qué bueno es el Señor.

( 1 Ped 1,22 – 2,3)