28/10/2021 – Los psicólogos enseñan que en todos nosotros hay como dos grandes necesidades: una es la necesidad de estar seguros, protegidos, al amparo de la violencia del mundo. La otra necesidad es muy distinta, es el deseo de vivir con fuerza, con intensidad, con vitalidad. El Espíritu Santo quiere darnos vida, una vida fuerte, intensa, rica, gozosa, activa. Pero a veces buscamos la vitalidad en otra parte, en cosas del mundo, y así nos vamos desgastando. Pero siempre podemos abrirle el corazón, reconocer que el mundo no nos sacia, y permitirle que nos llene de vida interior, que nos traiga la verdadera esperanza, las fuerzas interiores. Parte de la experiencia de sentirse vivo es la de sentirse útil, fecundo, experimentar que la propia existencia es un don para los demás.
El Espíritu Santo es capaz de regalarnos esa fecundidad con sus dones y carismas. Dejémoslo actuar y empecemos de nuevo.
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