Las razones del miedo

martes, 28 de junio de 2022

28/06/2022 – En el Evangelio de hoy el Señor nos invita a soltar esos miedos que nos paralizan y no nos dejan ir hacia donde Dios nos invita. Jesús calma tus tormentas y te trae la paz.

 

Después Jesús subió a la barca y sus discípulos lo siguieron. De pronto se desató en el mar una tormenta tan grande, que las olas cubrían la barca. Mientras tanto, Jesús dormía. Acercándose a él, sus discípulos lo despertaron, diciéndole: “¡Sálvanos, Señor, nos hundimos!”. El les respondió: “¿Por qué tienen miedo, hombres de poca fe?”. Y levantándose, increpó al viento y al mar, y sobrevino una gran calma. Los hombres se decían entonces, llenos de admiración: “¿Quién es este, que hasta el viento y el mar le obedecen?”.

 

San Mateo 8,23-27

 

¿Por qué tienen miedo? Es la pregunta de Jesús a los discípulos que intentaremos contestar: las razones del miedo

Todos sentimos miedo en nuestra vida. Gracias a él hemos llegado a sobrevivir como especie. De no ser así habríamos muerto bajo las patas de un mamut hace miles de años. Éste es el miedo que llamamos equilibrante porque está asociado a la prudencia, nos permite reconocer aquellas situaciones que pondrían en peligro nuestra propia integridad. Este miedo evita por ejemplo que digamos a un superior lo que realmente pensamos de él, o que nos quedemos en cama varios días cuando nuestra obligación es ir a trabajar.

Sentimos miedo frente al fracaso, al rechazo, a las pérdidas y mucho miedo frente a los cambios. Con todos estos ejemplos nos damos cuenta que el miedo nos acompaña a través de nuestra vida y madurez manifestándose en ocasiones cuando tenemos incertidumbres sobre nuestras relaciones, nuestra vida futura; es decir cuando sentimos inseguridad.

Para manejar el miedo es importante reconocer y aceptar que se tiene miedo. Una vez hecho esto, pasamos entonces a reconocer a qué le tememos. La mayoría de las veces nos cuesta mucho reconocer exactamente a qué le tememos.

Pero, ¿qué pasa cuando el miedo equilibrante se alarga en el tiempo y sin justificación aparente?: entonces se convierte en un miedo tóxico, que puede dañar nuestra salud y bienestar.

El miedo es una emoción caracterizada por un intenso sentimiento habitualmente desagradable, provocado por la percepción de un peligro, real o supuesto, presente o futuro. Es una emoción primaria que se deriva de la aversión natural al riesgo o la amenaza. Desde el punto de vista psicológico, es un estado afectivo, emocional, necesario para la correcta adaptación del organismo al medio, que provoca angustia en la persona. El miedo forma parte del carácter de la persona y se puede por tanto aprender a temer objetos o contextos, y también se puede aprender a no temerlos, se relaciona de manera compleja con otros sentimientos (miedo al miedo, miedo al amor, miedo a la muerte). El miedo es una emoción con la que nacemos, pero que se puede ir modulando a través de la propia educación, el entorno, la cultura, etc.

Habría cuatro componentes básicos de los que consta el miedo: la experiencia subjetiva de temor, los cambios fisiológicos, las expresiones directamente observables de miedo y los intentos de evitar ciertas situaciones o escapar de ellas.

Al distinguir las razones del miedo somos habilitan para salir de la omnipotencia y saludablemente encontrar las respuestas inteligentes para salir al cruce de los desafíos que tenemos por delante. De ahí que la pregunta de por que tenemos miedo es saludable ante el llamado que tenemos al crecimiento que nace de fortalecernos venciendo los obstáculos que tenemos por delante.

 

Las fobias un miedo típico de estos tiempos

 

¿Qué es una fobia?

Una fobia es un temor persistente e identificable que resulta excesivo o irracional y que se desencadena por la presencia o la anticipación de un objeto o una situación específica. Las personas que sufren una o más fobias experimentan una ansiedad constante cuando están expuestos al objeto o la situación específica. Entre las fobias comunes se incluyen el temor a los animales, la sangre, las alturas, los espacios cerrados o el vuelo. En los adultos ha de manifestarse durante tres meses continuados, los niños y adolescentes, el temor identificado debe durar al menos seis meses para ser considerado una fobia y no un temor transitorio.

Los tipos de fobias que se observan en las personas adultas, niños y adolescentes incluyen:

* fobia específica – ansiedad asociada con un objeto o una situación específica. El objeto o la situación fóbica se evita, se anticipa con temor o se vive con ansiedad extrema, al extremo de interferir con las rutinas y las actividades normales.

* trastorno de pánico con o sin agorafobia – período inesperado e imprevisible de temor o malestar intenso acompañado de falta de aire, mareo, aturdimiento, temblor, temor a perder el control y un aumento en la frecuencia cardíaca (denominado ataque de pánico). Los síntomas pueden prolongarse varias horas, pero generalmente alcanzan su punto máximo después de 10 minutos. La agorafobia se define como un temor a los espacios abiertos, por ejemplo a estar afuera o salir solo, relacionado con una o más fobias o con el temor de sufrir un ataque de pánico.

* fobia social – temor a una o más situaciones sociales o públicas en un ambiente apropiado, con otros individuos del mismo grupo etáreo (por ejemplo, una representación escolar, un recital, un discurso o presentación).

* mutismo selectivo – incapacidad para hablar en situaciones sociales específicas que se da en niños o adolescentes que pueden hablar, y lo hacen, en otras situaciones.

¿Cuáles son las causas de las fobias?

Las investigaciones indican que existen factores genéticos y ambientales que contribuyen a la aparición de fobias. Las fobias específicas se asocian con un primer encuentro aterrador con el objeto o la situación que las provoca. No obstante, aún resta saber si esta exposición inicial que condiciona el comportamiento posterior es un factor necesario o si las fobias pueden desarrollarse en personas genéticamente predispuestas.
¿A quiénes afectan las fobias?

Los trastornos de ansiedad son comunes a todas las edades. Se calcula que un 15 por ciento de la población en general (y en un 9% de niños y adolescentes) sufren de fobias.
¿Cuáles son los síntomas que se observan en un adolescente con una fobia?

Los siguientes son los síntomas más comunes que pueden aparecer cuando una persona se ve expuesto, o anticipa la exposición, a un objeto o una situación específica que le produce temor o ansiedad intensa. Sin embargo, cada persona puede experimentarlos de una forma diferente. Los síntomas pueden incluir:

* aumento de la frecuencia cardíaca
* sudor
* temblor o estremecimiento
* dificultad para respirar
* sensación de atragantamiento
* dolor o molestias en el tórax
* malestar estomacal
* sensación de mareo o desmayo
* temor a perder el control o enloquecer
* temor a morir
* aturdimiento
* escalofríos o calores súbitos

En los ataques de pánico, se deben producir al menos cuatro de los síntomas enumerados anteriormente con o sin una causa conocida e identificable.

Los síntomas de una fobia pueden parecerse a los de otros trastornos médicos o problemas psiquiátricos. Siempre debe consultar a un/a psicólogo/a para el diagnóstico.
¿Cómo se diagnostican las fobias?

Un/a psicologo/a u otro profesional de la salud mental calificado normalmente diagnostica los trastornos de ansiedad en niños o adolescentes a partir de una evaluación psicológica completa. Los padres que advierten signos de ansiedad severa en sus niños o hijos adolescentes pueden ayudar buscando una evaluación y un tratamiento precoces. El tratamiento precoz puede prevenir problemas futuros.
Tratamiento para las fobias:

El tratamiento específico para las fobias será determinado por el/la psicólogo/a basándose en lo siguiente:

* la edad, su estado general de salud y sus antecedentes médicos
* la gravedad de los síntomas
* el tipo de fobia
* la tolerancia a determinados medicamentos o terapias
* las expectativas para la evolución del trastorno
* su opinión o preferencia

Las fobias, al igual que otros trastornos de ansiedad, pueden ser tratadas eficazmente. El tratamiento siempre se debe basar en una evaluación integral de la persona y su entorno. Las recomendaciones de tratamiento pueden incluir, entre otras, terapia individual o cognitiva conductual para la persona (concentrada en ayudarlo a aprender nuevas formas de controlar la ansiedad y los ataques de pánico cuando/si ocurren). Algunas personas también pueden beneficiarse del tratamiento con medicamentos, específicamente, medicamentos que detengan la aparición de los ataques de pánico, siempre que estén recetados por un/a medico/a. Las personas que rodean al paciente tienen un rol vital de apoyo en cualquier proceso de tratamiento.