19/05/2025 – Una vez más compartimos nuestro espacio de Psicoespiritualidad junto a la Licenciada Paula Remis, psicóloga y docente. Con ella venimos profundizando en el verdadero concepto de felicidad, partiendo de la premisa de que ser feliz es una elección, no un destino. Como destaca Viktor Frankl: «No somos lo que nos pasa, sino lo que hacemos con aquello que nos pasa».
«La felicidad no es algo que se encuentra o se busca, sino una construcción de un estilo de vida que requiere esfuerzo, compromiso y una profunda búsqueda del sentido de la vida. A partir de este sentido, se pueden construir propósitos que nos guíen. La gratitud también es un camino fundamental en esta construcción.»
Paula destacó también la importancia de nuestra actitud frente a las situaciones que se nos presentan, decidiendo qué hacer con ellas. Incluso en la adversidad, es posible encontrar la felicidad, los sentidos y propósitos que nos permitan sentirnos plenos.
En este sentido el aspecto espiritual es clave, por lo que la oración y la fe son herramientas fundamentales para sostenernos en momentos difíciles: «La fe nos permite tener una mirada de resucitado, una mirada esperanzadora que nos ayuda a ser plenos incluso en la adversidad, sabiendo que no estamos solos».
Las trampas culturales de la felicidad
Particularmente en el programa de hoy nos detuvimos en las trampas culturales que distorsionan el concepto de felicidad, siendo una de las principales la creencia de que la felicidad pasa por el tener, y cómo la sociedad de consumo nos lleva a postergar la felicidad, esperando poder adquirir algo: «Esto genera ansiedad y estrés, y al lograr el objetivo, la felicidad es efímera, dejando un vacío. Es por ello que es muy importante la gratitud por lo que ya se tiene y el vivir el presente como antídoto a esta trampa.»
La segunda trampa que nos señaló Paula es la de confundir la felicidad con el placer: «El placer es intenso y dura poco, mientras que la satisfacción perdura y se conecta con el sentido de lo que se hace. La sociedad de consumo utiliza el placer para mantenernos en un ciclo de consumo constante», señaló.