27/07/2021 – En el ciclo de la Pastoral Vocacional de la diócesis de San Martín, el padre Pablo Savoia y Damián Barneche se refirieron a las vocaciones consagradas de vida activa. Las hermana Clara Ríos y Marina Discesaro, de las Pequeñas Hermanas de la Sagrada Familia, fueron las invitadas esta vez. “La vocación consagrada de vida activa es una de las mejor visualizadas en la Iglesia. Este tipo de vocación tuvo su nuevo rostro en el Concilio Vaticano II, antes solo se destacaban la vida consagrada contemplativa de los monasterios y las órdenes mendicantes, que surgieron a partir del siglo 13. El Concilio dijo que el llamado a la santidad es para todos, no solo para los consagrados y los sacerdotes. Algo que caracteriza a la vida consagrada es que tiene los clásicos votos de pobreza castidad y obediencia”, narró el sacedote bonaerense. Y Barneche añadió: “Con Juan Pablo II comenzamos a ver la belleza que hay en la vida consagrada en su amplio abanico. La vida consagrada activa es muy activa en su apostolado. Y Francisco sigue en esta misma línea”.
La hermana Ríos sostuvo que “las congregaciones surgen de las inspiraciones de un fundador. La nuestra fue fundada en el 4 de diciembre de 1892 en el pueblo italiano de Castelletto di Brenzone por el beato José Nascimbeni con la colaboración de la Madre María Dominga Mantovani. Nuestra función es colaborar en las parroquias para alentar a la santidad. El año pasado cumplimos 70 años en Argentina, la primera comunidad fue Bahía Blanca”. Y Discesaro compartió: “Yo desde pequeña fui a un colegio que tiene la congregación en Mendoza, así que conocí a las hermanas desde chica. Mi vida era la de cualquier chica, tenía mi grupo de amigos y pude estudiar en la universidad. Una vez me invitaron a un voluntariado y me entusiasmé mucho. Eso me movilizó. Me pregunté qué quería Dios de mí y así se despertó mi discernimiento vocacional”.
La hermana Clara dijo: “También soy de Mendoza, nosotros somos seis hermanos y mi padre siempre fue muy activo en la fe. En mi caso fui a una charla donde nos decían que Dios llena nuestro corazón. Y la pregunta comenzó a dar vueltas en mí. La verdad que la vida consagrada no se me había cruzado hasta que me hice esta pregunta. Entonces me animé a visitar las hermanas de la Sagrada Familia. Comencé a sentirme en casa y a pensar que esta vida es posible para mí”. “Nuestras religiosas son alegres, con mucha oración y sencillez. Seguir a Jesús es la forma que toman nuestros votos. Estos votos no son una renuncia sino una forma de amar, eso es la vida consagrada”, completó la hermana Marina.