«Laudato Si»: un mensaje desde la fe para la toda la creación

jueves, 29 de mayo de 2025

29/05/2025 – En Radio María Argentina, estamos celebrando el décimo aniversario de la Carta Encíclica «Laudato Si'» del Papa Francisco con un ciclo de reflexión muy especial: «Laudato Si’: la creación como don y tarea». Para guiarnos en este camino, contamos con la sabiduría de Fray Eduardo Agosta, sacerdote carmelita, experto en variabilidad y cambio climático y director del departamento de ecología integral de la Conferencia Episcopal Española. Desde España, Fray Eduardo nos comparte una mirada profunda y esperanzadora sobre esta encíclica que, como él mismo afirma, no es solo una «carta verde» sobre ecología, sino un punto de llegada de la reflexión de la Iglesia sobre el cuidado de la casa común.

¿Qué es la Laudato Si’? Es una carta pastoral publicada por el Papa Francisco el 24 de mayo de 2015, justo antes del Acuerdo de París (COP 21), con la clara intención de incidir en la cumbre climática. Y, ¡vaya si lo logró! Fray Eduardo, quien estuvo presente en ese evento, atestigua cómo el mensaje y el liderazgo espiritual de Francisco influyeron en la buena voluntad de los delegados nacionales. Pero más allá de lo anecdótico, la Laudato Si’ es una reflexión desde la fe y una aportación a la doctrina social de la Iglesia. Hoy, no podemos pensar en ninguna acción evangelizadora que promueva la dignidad humana y el bien común sin considerar el cuidado de la casa común.

¿Cómo surgió esta encíclica en el corazón de Francisco? Fray Eduardo nos explica que la Laudato Si’ es la culminación de un largo proceso de reflexión de la Iglesia, que desde abajo hacia arriba, desde las iglesias locales, fue conectando la vulnerabilidad de las personas con el deterioro ambiental. No es casual que las poblaciones marginadas suelan vivir cerca de ríos contaminados. Esta combinación de pobreza, vulnerabilidad y ambiente degradado es, en palabras de Fray Eduardo, «dos caras de la misma moneda». Destaca el documento de Aparecida de 2007, que dedicó un capítulo importante a la cuestión ecológica, influyendo incluso en Benedicto XVI, considerado el «Papa Verde» por sus aportes previos. Sin embargo, la Laudato Si’ es la primera encíclica íntegramente dedicada a esta problemática desde la fe.

Francisco, profundamente conmovido por la conexión dramática entre el deterioro de la Tierra y la injusticia social, identificó un mismo modelo de desarrollo materialista que legitima la codicia a costa de la exclusión, la pobreza y el daño ambiental. La encíclica logró sistematizar toda esta preocupación y reflexión teológica, recordándonos que la Tierra es obra del amor de Dios, y que tenemos la responsabilidad divina de cuidarla y cultivarla para todas las generaciones.

El rigor científico de la Laudato Si’ es innegable. Francisco utiliza el método del «ver, juzgar y actuar». El primer capítulo de la encíclica es un diagnóstico científico sobre el estado del planeta, el «ver» lo que le pasa a la casa común. Luego, el «juzgar» se realiza a la luz de la experiencia religiosa, la revelación y la tradición de la Iglesia, como lo ilustran las primeras palabras de la encíclica, «Laudato Si'», que remiten al Cántico de las Criaturas de San Francisco de Asís. Finalmente, se proponen acciones desde la fe para una profunda transformación socioecológica.

Pero, ¿qué ha hecho que esta encíclica impacte incluso a personas sin fe? Fray Eduardo considera que la clave es la esperanza que transmite. A diferencia de otros discursos ecologistas, la Laudato Si’ ofrece una mirada de positividad y optimismo, afirmando: «sabemos que las cosas pueden cambiar». Es un mensaje que devuelve la fe de Dios en el ser humano, capaz de lograr «milagros» al combinar inteligencia y amor. La encíclica nos invita a no dejar que las preocupaciones nos quiten la alegría de vivir, y a obrar en consecuencia, desde una mirada trascendente en un Dios que ya ha vencido el mal.

Para los creyentes, la encíclica ofrece una profunda conexión entre la fe en «cielos nuevos y tierra nueva» y el cuidado del prójimo y la casa común. Nos da motivaciones desde la fe para adoptar estilos de vida más sostenibles, no por un mero ecologismo, sino por un mandato divino de cuidar el jardín donde Dios nos ha puesto. Para las personas sin una fe católica explícita, la Laudato Si’ brinda una inspiración espiritual, una dimensión trascendente que anida en lo profundo de nuestros corazones, mostrando el valor de todas las criaturas como hijas del mismo Creador.

Fray Eduardo nos deja una tarea: leer la encíclica. Así, cuando el próximo encuentro hable de párrafos específicos, sabremos dónde buscar y no nos perderemos la riqueza de este documento que, sin duda, ha marcado un antes y un después en la reflexión de la Iglesia sobre el cuidado de la creación.