Llamados a la misión

miércoles, 27 de septiembre de 2023
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27/09/2023 – Estamos llegando casi al final de este mes de septiembre, comenzamos una nueva estación, se nos va pasando el año y siempre es una buena oportunidad para encontrarnos con la Palabra de Dios, siempre actual y revisar cómo viene nuestro camino de discipulado y de misión. El evangelio de hoy justamente trata sobre el seguimiento y la misión. El Señor nos recuerda que hemos sido llamados por nuestros nombres y que la misión no es algo del mañana, sino que comienza acá, haciendo el bien aquí en la tierra.


Jesús convocó a los Doce y les dio poder y autoridad para expulsar a toda clase de demonios y para curar las enfermedades.Y los envió a proclamar el Reino de Dios y a sanar a los enfermos,diciéndoles: “No lleven nada para el camino, ni bastón, ni alforja, ni pan, ni dinero, ni tampoco dos túnicas cada uno.Permanezcan en la casa donde se alojen, hasta el momento de partir.Si no los reciben, al salir de esa ciudad sacudan hasta el polvo de sus pies, en testimonio contra ellos”.Fueron entonces de pueblo en pueblo, anunciando la Buena Noticia y curando enfermos en todas partes. San Lucas 9,1-6.

El Señor invita y propone un camino a esta gente no porque sean santos, porque sean los mejores o los más preparados, nada de eso. Él encontró en ellos una disposición al seguimiento. Es muy importante descubrir esto y poder aterrizarlo en nuestras vidas porque ni a vos ni a mí Jesús nos va a llamar por nuestros propios méritos. El llamado, la vocación, la paz, la alegría, la salvación que el Señor nos quiere traer no son mérito, sino regalo. Y a los regalos se los acepta o no.

Dios no te llama porque seas desde ahora santo, bueno o porque sobresalgas en algo, sino porque te ama y espera encontrar en vos una respuesta de seguimiento. Por eso el centro del llamado y la iniciativa la tiene siempre Jesús; nosotros respondemos desde la fuerza que nos da la fe. Qué lindo poder decirle a Jesús: “acá estoy, Señor, con mis alegrías y mis tristezas, con mis virtudes y mis defectos, con lo que soy y con lo que tengo”. Así que hoy no te quedés buscando problemas a las soluciones, no esperes a que todo se acomode en tu vida para acercarte a Dios. Acercate y ponete en marcha. Vas a ver cómo de a poco Él te va a ir acomodando todo. Ocupate de las cosas de Dios y Él se va a ocupar de las tuyas. Amá lo que sos y tus circunstancias porque el Señor cree en vos.

Hacete buenas preguntas. Fijate cómo muchas veces en el seguimiento de Jesús queremos tenerlo todo claro todo el tiempo. Sabemos que Dios nos llama, pero exigimos miles de certezas y ponemos todo tipo de requisitos para decir que sí (cualquier similitud con la realidad, pura coincidencia). Hoy el Señor también te invita a seguirlo y te dice solamente lo necesario. No quieras tantas respuestas, quedate más bien con buenas preguntas. No le busques problemas a las soluciones, Dios proveerá. Pensá que para ser discípulo-misionero (no se puede ser misionero sin ser discípulo), no hay más exigencia que vivir el Evangelio. Simplemente que te animes a compartir lo que has vivido, tu experiencia de Jesús. Buscá conocer cada día más a Cristo y a su Iglesia; apasionate con que tus hermanos conozcan al Señor; no sos vos el centro, es Él; estás para ser soporte de los otros; tenés que alimentarte de la oración y los sacramentos. Dios no va a abandonar la obra que Él mismo empezó en vos, Él no elige a los capacitados, capacita a los elegidos. ¿Qué espera Jesús hoy de vos?

Amigate con quien sos. Dios te llama hoy, así como estás. No esperes a ser perfecto para acercarte a Él. Es cierto que no es tarea fácil sentirse bien con uno mismo. Somos una tarea incompleta, un proyecto inconcluso y que muchas veces intentamos llevar adelante sin mucho éxito; pero no solo eso, sino que además de sentir que nos falta algo, puede ser que experimentemos que lo poco que tenemos, es deficiente, carente de virtud y más inclinado a lo pobre y malo. Sin embargo, lo más lindo es descubrir que en el llamado encontramos las fuerzas para seguir. Hoy el evangelio nos invita a decir: “Señor, yo quiero ser todo lo que vos tenés soñado para mí”.

Dios no viene a reemplazar nada, no viene a pedirnos que hagamos cosas grandes, sino que nos dejemos sostener por Él. ¿Cómo vas viviendo esto? Dejá que Jesús le de sentido a tu vida, vos confiá.

Qué tenés hoy para cambiar. La invitación es a que nos dejemos convertir por Dios, que nos abramos a sus proyectos, que busquemos ser imagen de Jesús donde vayamos, que creamos de corazón que nuestra vida no debe convertirse en otra cosa y que podamos decirle que sí al Señor. Nunca creas que convertirse y seguir los pasos del Señor, son una tortura sin sentido. Más vale creé en Jesús y creele a Jesús. ¿Qué le pedirías hoy cambiar para poder seguirlo a fondo? Pedile al Señor que Él te de lo que te pide. Confiá en Él, porque no te deja solo.

El discípulo es quien es llamado a seguir a Jesús; y para eso, hace falta aligerar la carga del corazón, para que Jesús encuentre un corazón libre para recibir en lo más hondo del ser el llamado a un seguimiento. El discípulo es el que viene detrás del Maestro para aprender, con una actitud libre interior. El discípulo observa los gestos y acciones de su Maestro, para encarnarlas y manifestarlas en su propia vida. Para todo esto, hace falta esa libertad interior de la que habla el Evangelio. Por ello tenemos que sacarnos todo lo que nos impide caminar en libertad.

El discípulo es una persona humilde, que reconoce que no lo tiene todo consigo, y que no lo puede todo. Muchas veces lo que nos pesa viene a cubrir lo que es nuestra fragilidad, nuestra ignorancia, nuestra incapacidad. Son como fortines que armamos alrededor de nosotros mismos, a partir de llenarnos de lo que no nos sirve. Es por el camino de la sencillez que se va en búsqueda del Maestro y de la verdad que Él trae, de lo distinto que Él nos ofrece como plenitud de vida. Es necesario estar dispuesto a aprender y a dejarse hacer, a trabajar en el corazón. Pero para eso, hay que liberar el camino. Y Jesús, que invita al seguimiento del discipulado, llama a librarse de lo que nos pesa.

El discípulo está llamado a conocer y vivir la Palabra, preguntándose qué haría Jesús o cómo lo haría Jesús. No se limita sólo a conocer sobre Dios, sino que encarna y vive los auténticos valores que propone el Señor en la vida evangélica.

Dice el evangelio que Jesús, junto con las recomendaciones, envió a sus discípulos a proclamar y a curar. El llamado que el Señor hoy te hace es personal, porque te nombra, pero también es misión. Una misión que te pide, que te suplica que, de una vez por todas, te animes a salir de vos mismo, de vos misma, para llevar a Dios y encontrarte también con Él en el encuentro con tu hermano. Hoy el Señor te llama para que llames a otros. Fijate qué cosa más linda el anuncio que nos hace la Palabra de hoy. Qué hermosa vocación la de saber que podemos hacer algo concreto por el otro. Así que enamorate cada vez más del Señor y convertite en una mano tendida para los demás.

Hoy te dejo este propósito concreto: fíjate con quién podés compartir vida, compartir la fe. Animate a eso: escuchá a alguien, hacé un llamado, orá por el que lo necesita y no te olvides de transmitir la alegría de un Jesús vivo y resucitado. Dejá que Jesús le dé sentido a tu vida porque tu vida es anuncio. Vos confiá en la misericordia de Dios.