21/12/2018 – “Una de las gracias propias de este tiempo para nosotros es el deseo de ser más buenos, lo lindo es llegar al Pesebre con un deseo, un anhelo”, comenzó diciendo el Padre Ángel Rossi, sacerdote jesuita.
“Justamente frente al Niño lo primero que se moviliza en el corazón es este deseo de ser buenos, limpiar nuestra mirada a veces enturbiada por nuestra falta de inocencia”. “De rescatar al niño que llevamos en nuestro corazón que a veces nuestra adultez lo tiene arrinconado, amordazado, imposibilitado de juntar y cantar, para que así liberada nuestras seriedades y adulteces, recuperemos sobre todo nuestra capacidad de asombro”, expresó el padre Ángel.
“Belén -indicó- no es una ciudad del mundo, sino, es un rincón del corazón”.
“Por otro lado, observó el padre Ángel, la bondad del Pesebre no es una bondad híbrida. Se dice que hay dos formas de bondades, una es la bondad de los inocentes, la de los niños y enfermitos, y la otra es la bondad de los caídos perdonados, esta segunda -aclaró el sacerdote- es la nuestra, una bondad no como un estancamiento en la niñez, sino como una conquista”. Y agregó que “Por eso se dice que al Pesebre se entra siendo niño o humillándose mucho, del espinazo al orgullo, agachando la cabeza de nuestras importancias”, acertó.
En este sentido, dijo que “Jesús se sentía atraído por dos categorías de hombres, por los niños y los pecadores, es decir, la inocencia y la caída, eran para Jesús prendas de salvación”.
Relato de Doña Jovita sobre la Navidad
Finalmente, trajo a la memoria, una hermosa reflexión de Doña Jovita, que dice:
<Querido Niño Jesús, te he venido a saludar… hoy he querido acallar todas las voces de afuera, para que tengamos siquiera un rato para conversar, el Pesebre está muy solo, todos andan muy ocupados, no es que se hallan olvidado o no piensen en vos, solamente Niño Dios andan medios preocupados, es por eso que he venido a visitarte un ratito… y a traer estos huevitos que esta mañana he juntado y este pan recién horneado y este cuero de cabrito… a la orilla del aljibe dejaré mis alpargatas…
No quiero pedirte plata, quiero pedirte trabajo, estoy muy pobre caracho, los chicos andan en pata, según el cura me ha dicho, no hay que sentarse a esperar.
También se va pechando, mientras se va rezando, por eso vengo pechando pa ver si puedo arrancar, ahora que estamos solos, quiero pedirte un favor, cuando me llegue el dolor, la vejez, la enfermedad o la misma soledad, no me abandones Señor. Te propongo Niño Dios equilibrar la balanza, yo voy a tener confianza en que me vas a cuidar y vos me vas a alumbrar con la luz de la esperanza>.
“Esta reflexión tan linda de esta anciana tan querida por nosotros -expresó el Padre Ángel- nos va hacer bien porque en definitiva el desafío en este tiempo, es que cada uno se haga cargo de su propia peregrinación”.
Finalmente, el Padre Ángel Rossi, sacerdote jesuita y Superior de la Compañía de Jesús en Córdoba, nos invitó a pedir en el Pesebre tener un corazón de niños: “Poner al pie del Niño, el propio corazón”, concluyó.
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