Los Biorritmos

lunes, 31 de agosto de 2009
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Entrevista al doctor Daniel Pedro Cardinali, doctor honoris causa en Medicina por la Universidad de Salamanca y la Universidad Complutense de Madrid, distinguido también con el título de Académico de la Real Academia de España. Es científico e Investigador Superior del CONICET, se desempeña como profesor titular y director del Departamento de Fisiología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires.
Su principal tema de investigación es el tiempo y su influencia en la biología humana, es decir la forma en que el día y la noche, y la longitud relativa de ambos, es codificada por el organismo.
    Todos tenemos un reloj interno, un reloj biológico que le da ritmo a nuestro organismo y a nuestra actividad. Tenemos que conocerlo para poder sacarle provecho

GL: ¿Qué se entiende por “biorritmo”?

PC: Biorritmo no es una muy buena definición, porque hace acordar a estos programitas de computación por los cuales poniendo el día en que uno nació podía saber el estado de ánimo estaba ese día. En realidad eso es un juego matemático, un juego de números.
    Lo que en realidad ocurre es que cada función de nuestro organismo está claramente vinculada a un ritmo biológico de 24 horas y tal vez también a un ritmo biológico anual, que tiene la lógica de haber permitido que nos adaptemos a esos cambios fundamentales en el medio ambiente, con respuestas fisiológicas adecuadas y que nos han permitido desarrollarnos como especie a lo largo de tantos cientos de miles de años, en un ambiente que cambia de día y de noche, y un ambiente que cambia con la periodicidad anual.
    Todo eso podría ser demasiado teórico si no tuviéramos en cuenta una realidad que golpea en nuestra sociedad de manera muy importante, y es que hemos  perdido el rumbo con un mundo que ya no es el mundo natural de las horas de luz natural y de oscuridad natural, o el mundo de los cambios estacionales, sino que hemos producido una mutación del medio ambiente de una magnitud tal que en este momento podemos decir que nuestro diseño fisiológico es para un mundo que ya no existe. Por ejemplo, una de esas mutaciones es que nosotros dormimos cada vez menos. Nuestra sociedad es una sociedad privada de sueño. Hemos reducido en un 25% las horas de sueño en apenas 40 años. En la década del 60, después de un horario determinado, era raro encontrar negocios abiertos. Hoy con un mundo tecnificado, de conexión instantánea podemos compartir una comunicación con un amigo que vive en Australia, es decir, a 12 hs reloj de diferencia, en la práctica lo que estamos compartiendo es “atemporal”.  Los programas de Tv que en la década del 60 estaban a las 21 hs o antes, hoy ni pensar de encontrarlos antes de las 23 hs. Y esto no es un dato menor, es un emergente muy importante y muy serio porque golpea en los grupos sociales, en los grupos de edad, de una forma casi homogénea, porque todos estamos privados de sueño.
    En la década del 60, cuando hacíamos estadísticas uno ya sabía de antemano que un joven dormía mejor que un viejo, y era aceptado que el abuelo durmiera menos que el joven. En estos años cuando hacemos las mismas estadísticas ya no vemos la diferencia entre viejos y jóvenes. El porcentaje de alteraciones del sueño es homogéneo. Y esto nos hace concluir algo demostrado con las estadísticas: en estos 40 años, el grupo que más sufrió el impacto de la privación del sueño son los jóvenes. Y esto tiene implicancias directas con lo que se refiere a las adicciones, al consumo de droga, a las conductas particulares de los adolescentes de una trascendencia extraordinaria, y que para entenderla globalmente uno tiene que prestarle atención a esta realidad: nuestra sociedad es una sociedad que desprecia al sueño. Y esto es solo un ejemplo de este tipo de planteo

GL: Ud dijo que nuestro organismo está preparado en ciclos de 24 hs y quizá de 365 días al año. ¿qué pasa en nuestro organismo esas 24 hs?

PC: El hombre desde siempre ha reflexionado sobre la naturaleza rítmica de su medio ambiente: la luz, la oscuridad, las estaciones; y ha visto también que la enfermedad es diferente dependiendo de la hora del día, de las estaciones, de la época del año. Pero siempre se pensó que esa era la consecuencia ’pasiva’ de los cambios ambientales. Recién en el S.XVIII, un astrónomo que tenía al lado de su telescopio una plantita que cerraba y abría sus hojas en presencia de la oscuridad o la luz. El probó a dejar la planta en constante oscuridad y la plantita seguía abriendo y cerrando las hojas. Eso lo llevó a pensar que “tenemos un reloj interno”. Eso fue recibido con cierto escepticismo. Pero hoy sabemos claramente que cada célula de nuestro organismo está organizada para un mundo en el cual se desarrolló. En el momento en el que comenzó la vida en la tierra ya existía la alternancia del día y la noche. Nuestro material biológico muestra que tenemos una biología diferente en función  del ritmo de 24 hs, cada célula de nuestro organismo tiene  tiene un reloj de alrededor de 24 hs, pero no exactamente 24 hs. Colmo eso varía y cada célula tiene su propio oscilador de 24 hs, al sumarlos, encontramos una des-sincronización que prácticamente hace desaparecer el ritmo. Tiene que haber una especie de ‘director de orquesta que tiene que hacer que todos los instrumentos toquen de una manera adecuada. Ese director de orquesta está en el Sistema nervioso central y tiene mucho que ver con señales naturales que lo sincronizan como la luz ambiental. Y este es un punto importante e higiénico: no desaprovechar la oportunidad de usar la luz natural en el momento adecuado, que es precisamente las primeras horas de la mañana. Una persona, o un país, que pierde esa posibilidad. Por eso lo negativo de esa arbitrariedad del cambio de horario: produce un sinnúmero de consecuencias negativas que van desde alteraciones del sueño, y que se solucionan cuando uno toma este simple recurso de exponerse a la luz solar.
    Entonces: hay relojes biológicos en cada una de nuestras células. Esos relojes necesitan un sincronizador cerebral que está bajo la regulación de una señal ambiental fundamental que es la luz. Ese sincronizador es un área del hipotálamo anterior. Son verdaderos directores de orquesta de los sistemas de comunicación del organismo, y son inductores de una señal que recíprocamente marca la oscuridad, que se llama melatonina, que es una hormona producida por una pequeña estructura del sistema nervioso (la glándula pigneal) que hoy sabemos que es como la contraparte de la luz. Por eso muchos tratamiento en los cuales es necesaria la resincronización porque yo he volado a otro uso horario, o porque tengo una alteración importante en mi ritmo de trabajo, o porque tengo una enfermedad que me ha neutralizado esta secuencia fundamental que indica un día activo y una noche recuperadora y el ritmo entonces ya no da las campanadas en la intensidad adecuada, como las tendría que dar: el uso de estos recursos: la luz por la mañana y la melatonina por la noche son recursos naturales muy poderosos para poder recuperar el ritmo perdido.

GL:    La mayoría de los monasterios ha organizado un ritmo y una rutina diaria con mucha sintonía con este reloj biológico.
¿qué pasa con las personas que son muy dormilonas, que por la mañana no pueden terminar de despertarse y en cambio a la noche se potencian o se activan o se inspiran y sienten que es cuando más producen?

PC: Eso se lo llama el “cronotipo”, que es como la ‘patente’ que tenemos en el sentido que ud. ha mencionado. El 70 u 80% de la población tiene un cronotipo medio. Pero todos nosotros hemos pasado a lo largo de nuestra vida por las tres situaciones que mencionó.
    Desde el nacimiento hasta los 6,7, y 8 años en que se consolida el ritmo sueño-vigilia, nuestra necesidad de sueño va reduciéndose hasta alcanzar mas o menos las 8 hs por día, que es mas o menos la situación de la población adulta. Hoy poca gente duerme 8 hs. No tiene tiempo para hacerlo en una sociedad demandante como ésta.
    Cuando comienza la adolescencia, se revierte totalmente la evolución. Por los procesos fisiológicos complejos que se producen en ese momento, aumenta abruptamente la necesidad de sueño. El adolescente necesita una o dos horas más de sueño que el pre-adolescente, lo que daría como resultado, en la media de la población, entre 9 y 10 hs de sueño. Eso no se da por dos motivos: el adolescente pasa por una etapa de “búho” necesaria. Tiene naturalmente una “nocturnidad” que hace que haya un porcentaje mínimo de adolescentes que no la experimenten. Pero esto se da en una sociedad que sigue teniendo al día siguiente las mismas exigencias, y ahí comienza uno de los defasajes más serios que es el cambio de horario de la escuela media y la biología de los adolescentes. Los adolescentes en las primeras horas de clase están absolutamente dormidos. Y si los adultos no lo perciben y siguen concentrando las materias de comprensión más difícil en las primeras horas, obtienen resultados catastróficos.
    Esa nocturnidad del adolescente hace que durante la semana se vaya acumulando una deuda de sueño importante. ¿qué ocurre? Uno paga esa deuda de sueño en el fin de semana. Pero hay presión social, y de ahí la responsabilidad de los padres de controlar que no se agrave un problema que es serio en cuanto a la efectividad del proceso educativo, y además lo que conlleva esto en la adicción. La privación de sueño hace que mezclen sustancias para resistir el sueño. Es importante a nivel social que se tome conciencia de esto.
Porque esto no termina en las adicciones sino que se prolonga en el tema de accidentes de tránsito (que también, al igual que la persona alcoholizada, la padece quien está 17 hs al volante: en las rutas argentinas hay más somnolientos que alcoholizados. Las reacciones psicofísicas son las mismas en el alcoholizado que en el somnoliento ¿Por qué no se toma un “test de alerta” que lleva el mismo tiempo, la misma posibilidad y un costo menor? Estas son decisiones políticas.
    El adolescente pasa por esa nocturnidad, que tiene una particularidad. Un monitor de un dispay, de una computadora, con estas intensidades de luz, de exposición a las 2hs o 3 hs de la mañana Tienen un efecto sobre los ritmos biológicos, que hace que la propensión al sueño en los días subsiguientes comience más tarde. Estos hábitos de chatear, de usar la computadora hasta altas horas de la mañana mantienen, sostienen y aún agravan la nocturnidad. Si a esos chicos se los deja dormir durante la mañana, son perfectamente normales. El problema es que la sociedad está armada para la mañana, y por eso las fallas académicas que vemos.
    Ese problema de la nocturnidad del adolescente pasa. ¿por qué? Porque a medida que vamos avanzando en nuestra vida vamos cambiando nuestro cerebro. Cuando uno llega al Joven y al adulto, éstos ya tiene una conducta mucho más constante y regulada de sueño-vigilia, porque además ya no puede tolerar esa vida loca. Entonces ahí ya volvemos a la situación de una persona que no es ni “búho” ni  “alondra”. Está en el medio. Ahora ¿qué pasa en el otro segmento? Cuando llegamos a los 60, 70, 80 años, todos nos transformamos en alondra. El esquema del adulto mayor que se levanta temprano, y que muchas veces sufre eso porque lo considera insomnio. Y creo que aquí hay un mensaje muy importante que transmitir: si yo no puedo dormir de noche porque mi biología hace que me levante muy temprano, puedo perfectamente desarrollar actividades en ese momento, como también es normal que alrededor de las 21 hs ya se vaya a dormir. Tenemos que amplificar al máximo nuestra capacidad de adaptación: si no podemos dormir, aprovechemos el tiempo para algo: leer, escuchar música, levantarse a hacer alguna actividad placentera, y desplacemos el tiempo para otro momento: uno puede compensar durante el día. Porque nunca estamos ‘alertas’ todo el tiempo que permanecemos levantados. Siempre, alrededor del mediodía hay una caída de la tensión que puede ser aprovechada para una siestita corta que le permita recuperarse y acumular las energías necesarias para seguir. Uno tiene que desarrollar estrategias propias en base a la realidad biológica que tenemos todos  nosotros. El adulto abandona la condición de ‘aguantador de noche’ y se transforma en tempranero, y eso es inevitable. Por eso es buena la siesta  corta, que se puede hacer sentado en un sillón, con algo en la mano que nos despierte cuando se nos caiga. Esa siesta tiene ventajas: la primera es que no entra en estados de profundidad del sueño en los cuales se pierde esa relación óptima de recuperación del tiempo perdido. La segunda, que tiene un poderoso efecto de despertador. La siesta larga (de 1,30 a 2 hs) no es recomendable porque pierde la capacidad de recuperación: aunque parezca mentira, es mucho más poderosa la recuperación del sueño en los primeros momentos, porque luego las fases del sueño también nos obligan a gastar energía. En aquellas personas con siestas prolongadas hay  más riesgo de alteraciones en la segunda parte del sueño. La incidencia de esto se ve en grandes poblaciones en serios accidentes, como por ejemplo infarto de miocardio, cerebro vasculares.
    Esto no es popular, porque las siestas prolongadas en las provincias del oeste de Argentina respondieron a una necesidad biológica: ¿quién puede aguantar el sol de la siesta de cuyo por ejemplo? Pero hoy es importante tomar conciencia que para éste aspecto de recuperación del sueño, la siesta más eficaz es la corta.
    Hoy sabemos muy bien que el sueño es como una deuda bancaria: si yo acumulo la deuda a medida que pasa el tiempo, a medida que va avanzando el tiempo de la vigilia el metabolismo de mi cerebro va acumulando una deuda que se va a pagar en el momento del sueño. Pero como una deuda bancaria, yo no la puedo pagar en cualquier momento. El banco tiene que tener la ventanilla abierta. Y la ventanilla abierta no la tengo, por ejemplo, cuando paso una noche en vela y quiero dormir en la mañana. En ese momento la ventanilla de mi banco está cerrada, y eso lo sabe muy bien el trabajador nocturno, o aún el joven que ha pasado una noche de farra y cuando vuelve a su casa no tiene un sueño reparador hasta la noche siguiente. Entonces es importante prestar atención a que la siesta no es en cualquier momento: es en el momento en el cual hay una predisposición que nos permite descansar. Hoy por hoy, el uso sensato de la siesta es lo que nos permite adaptarnos a esta loca sociedad, para la cual hemos mutado al medioambiente. Nosotros no vamos a dejar de funcionar con el esquema anterior. Nosotros tenemos un diseño fisiológico para una sociedad que ya no existe
    El problema es cuando el adulto mayor convive con generaciones más jóvenes

Participan los oyentes:
–    Yo vengo de una familia donde mi padre era “buho” y mi madre “alondra”. Los tres hermanos fuimos “búhos. Tuve un rendimiento bueno en el colegio, y ahora, a los 46 años se me presenta un diagnósitco de agotamiento con una suba importante de cortisol, colesterol elevado, el resto de análisis clínicos dieron normales. Después de una y otra noche de insomnio el deterioro físico y mental se nota
PC: Hay que encontrar una salida a esa situación. La calidad del sueño se mide por la calidad de la vigilia. Pero cuando estamos hablando de un deterioro del estado físico, una sensación de imposibilidad de cubrir las necesidades de demanda de un trabajo determinado, creo que hay que buscar inteligentemente el consejo que no sea dar hipnóticos. Lo primero que hay que hacer es una buena ‘higiene’ del sueño, de adaptación personal a este ritmo.

–    ¿No se puede hacer algo a nivel de las autoridades para que entiendan lo perjudicial que resultan los cambios de horario en nuestro ritmo biológico?
PC: Todos aquellos que trabajamos en este tema nos preocupamos mucho cuando se dio ese primer cambio absurdo en el mes de diciembre, donde por una argumentación de energía, nos sacó dos husos horarios de la hora del país en ese momento. Hay regiones del oeste del país que ya de por sí están desfasadas por el uso horario único. Desde el CONICET hicimos un esfuerzo muy grande para llegar a las autoridades, para que se concientice que no se puede manipular nuestro sueño,  pero no prosperó. Ya en muchos países se está planteando esto de si el cambio del uso horario es ahorro o gasto en salud, en accidentes que se multiplican notablemente.

–    ¿Cómo influye la actividad física, la gimnasia, en todo esto?
PC: la actividad física es muy importante, pero también en un momento determinado del día. Esto es como el televisor. Podemos tenerlo en el dormitorio, y si nos sirve para dormir, bienvenido sea. No interfiere con nuestro sueño. Pero hay un porcentaje de personas que el televisor lo exita más y le altera el sueño. Ahí hay que sacar el televisor. Respecto al ejercicio físico: hay mucha gente que hace ejercicio en la última hora del día y no le perjudica el sueño, pero el que tiene trastornos del sueño, no debe hacer ejercicio físico en la tarde porque puede ser un factor perturbador importante.

–    Trabajé un tiempo en actividades que exigían cambio de horario: dos semanas por la noche y dos por la mañana. Observé que me resultaba muy difícil conciliar el sueño los 2 o 3 primero días del cambio y esto me provocaba una tendencia a la irritabilidad, y luego un aumento de peso, durante un año y medio. Y todo esto no lo resolvió para nada la prescripción de los médicos que dan pastillas para dormir
PC: La coexistencia de acortamiento del sueño y obesidad está marcada por más de 40 estudios internacionales. La ‘pandemia obesidad’ de nuestra sociedad reconoce un factor agravante muy serio que es la carencia de sueño. Esto es por cuestiones biológicas. Cuando prolongamos la vigilia, hay hormonas de la vigilia que propenden a la actividad oréxica,, a la actividad de ingesta de alimentos. Es anormal levantarse a comer durante el sueño: tenemos un período de anorexia muy prolongado. Y coincido con el oyente que el médico encara mal el tema del sueño. Y también el consumidor espera una pastilla que lo toque y lo deje dormido, y eso no es indicable por más de un tiempo determinado. Si yo tengo ansiedad, tengo que reprimir esa ansiedad para que el sueño se restablezca pero no puedo estar más de 2 o 3 meses en tratamiento contra la ansiedad.