25/02/2019 – El padre Héctor Espósito, habló sobre los efectos del perdón y la belleza del perdón de Dios, tomando la parábola del Hijo pródigo como punto de partida y expresó que “Todos necesitamos del perdón, es importante que cada uno reconozca los propios fallos”. En consecuencia, recordó que “perdonar es amar intensamente”.
“¿Sentiste alguna vez la inmensa alegría de haber sido perdonado?”, preguntó el padre Héctor, y contestó: “Yo sí, y sólo la puede vivir aquel que la experimenta”.
Y en este contexto, advirtió que “En ocasiones no es aconsejable perdonar o pedir perdón, cuando la otra persona todavía está enojada, resentida, puede parecerle como una venganza sublime, puede enfadarla aún más”.
Por otro lado, dijo “Es siempre un riesgo ofrecer el perdón, pues este gesto no asegura una recepción y puede molestar al agresor en cualquier momento, por eso -dijo- aquí hace falta humildad para buscar la reconciliación”.
En este sentido, el padre Héctor dijo que “Cuando se dan las circunstancias, quizá después de un largo tiempo, conviene tener una conversación con el otro, en ella se pueden dar a conocer los propios motivos, el propio punto de vista y se debe escuchar atentamente los argumentos del otro, es importante escuchar hasta el final y esforzarse por captar también las palabras que el otro no dice, la intuición de la humildad”, explicó.
“De vez en cuando -completó- es necesario cambiar la silla, y tratar de ver el mundo desde el punto del otro, el que pide perdón y el que perdona, un cambio de silla viene bien, porque la humildad es la que tiene que ganar”.
“El perdón es un acto de fuerza interior, no de voluntad de poder, es humilde y respetuoso con el otro”, expresó.
Indicó además que “Siempre es Dios quien nos da la fuerza para perdonar, para amar a nuestros enemigos”. “Ser cristiano es difícil pero no imposible”, acertó el sacerdote.
Hablando sobre la esperanza que se desprende del perdón, citó a la poeta Gertrud von Le Fort que dice:
<No sólo el claro día sino también la noche oscura tiene sus milagros, hay ciertas flores que sólo florecen en el desierto, estrellas que solamente se pueden ver al borde del despoblado, existen algunas experiencias del amor de Dios que sólo se viven en el más completo abandono, casi al borde de la desesperación>.
“Para perdonar necesitamos abrirnos a la gracia de Dios”, agregó el sacerdote.
En consecuencia, los efectos de perdonar nos traen paz y alegría, reflexionó el padre Espósito: “Al perdonar nace un sentimiento nuevo, la mirada se clarifica, desaparecen los prejuicios y se puede ver a los demás tal cual son, descubrir y valorar sus cualidades que hasta entonces estaban ocultas”. “Si los resentimientos -comparó- son los principales enemigos para las relaciones con los demás, el perdón permite recobrar el tesoro de la amistad o recuperar el amor que parecía perdido”.
Finalmente, el padre Héctor Espósito valoró la belleza del perdón de Dios, diciendo que “Dios dejó todo para nosotros, se quedó en un pedazo de pan, se quedó en una mujer que le decimos Madre, se quedó en un hombre que te dice, yo te absuelvo de los pecados”, concluyó.
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