Los hombres no lloran

jueves, 20 de septiembre de 2012
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VLF: Dicen “hay cosas que un hombre no puede permitirse: hacer malos negocios, ser un perdedor, ignorar cómo funciona un auto, enfermarse con frecuencia y llorar” Detrás de esto hay una imaginación. ¿qué hay detrás de todo esto? ¿Será que el hombre no saca afuera sus emociones, que les cuesta expresarlas? ¿cuándo y por qué se instaló?

 

SS: esta idea ha tenido un fuerte arraigo y ha terminado por imponerse como si fuera parte de la naturaleza masculina. Creo que esto tiene que ver con una idea bastante antigua en nuestra cultura que se empezó a enraizar a partir de la especialización acerca de lo masculino y lo femenino, cuando el hombre empezó a salir de casa por diferentes motivos –en primer lugar para ir a las guerras, luego, a partir de la revolución industrial para ir a las fábricas, y lo afianzó en el especio de ‘proveedor económico-.Para salir al mundo había que endurecerse, porque ese mundo que espera fuera de lugar es duro, donde hay que competir no en el sentido de superarse para ir conociendo sus propias necesidades (lo cual no es malo) , sino para competir contra otros por el dominio de esos territorios, porque siempre ha habido menos espacios que hombres para ocuparlos en el mundo del trabajo, de la política, etc. Mientras esto ocurría, las mujeres se afianzaron en los espacios domésticos –la casa, la crianza, la educación, la nutrición, la retaguardia en la que el hombre venía a reposar o reponerse del mundo externo.

                Para salir a ese mundo externo áspero, en que la competencia estaba más presente que la cooperación, y la disputa le ganaba espacio a la solidaridad, había que ‘blindarse’. Se instalaba la idea de que llevar a ese mundo las emociones, debilita, distrae. Era común dejar que de las emociones se hagan cargo las mujeres, que queden adentro de la casa.

En buena medida, a la mujer se la va a desvalorizar porque exprese sus emociones. Pero parece que en esta cultura, que un hombre llore sí lo desvaloriza, lo hace menos confiable porque puede aflojar. Esto se fue transmitiendo a través de los ejemplos, de las palabras, a través de los modelos que se instalaron por mucho tiempo, con mucha fuerza, de tal manera que se instaló la idea del hombre blindado a las emociones, y esto hizo con el tiempo que el varón comenzó a desconocer cómo nombrar esas emociones, al punto de que cuando una mujer le pregunta a un hombre’ ¿qué te pasa?’ y el hombre contesta ‘no sé’, esto las impacienta. Las emociones no son ni masculinas ni femeninas. Son humanas. Por tanto no es que no les pase nada sino que no saben cómo nombrarlas. Y eso nos diferencia, y nos debe hacer desvalorizarnos, sino que en el encuentro debe existir un mutuo entendimiento y aceptación de lo que le pasa al otro, para poder crecer.

Creo que a lo largo de las generaciones a los hombres nos han ido educando como analfabetos emocionales desde niños. No hay una sola palabra que sea neutra, y los niños y niñas hemos ido absorbiendo de nuestros mayores ese ‘los hombres no lloran’.

El lenguaje, con toda su riqueza, debe ser usado con mucho cuidado. Respecto a eso, en este momento tenemos que prestar mucha atención a cómo están hablando muchas mujeres de las nuevas generaciones. Aparecen muchas palabras y construcciones de frases de los códigos masculinos habituales. Ellas comienzan a manejarlos como si fueran propios. Entonces es como si en la salida de las mujeres al mundo ‘público, prohibido’ durante tanto tiempo, ellas fueron recuperando espacios: en el hacer social, político, económico, que tampoco tienen sexo. Como tampoco tienen sexo los espacios domésticos. Todos son espacios ’humanos’ por donde transitamos de manera distinta. Cuando ellas se fueron incorporando en esos espacios, fueron tomando modelos ‘masculinos’ que eran los únicos que existían y que se daban por ‘buenos’. Y en ese aspecto creo que aún queda mucho por hacer para que esta entrada de la mujer en los mundos de la política, el deporte, etc, traiga una diferencia que lo ablande, que lo haga más cooperativo, más emocional. Creo que en ese sentido aún hay mujeres que no solo siguen con el modelo masculino sino el discurso masculino.

                Entonces, no solo que los hombres tienen que permitirse llorar, sino que las mujeres no deben dejar de hacerlo. Pero no solo el llorar por llorar, porque llorar es una de las formas de expresar emociones, pero no la única .Las emociones se pueden expresar en un abrazo, en una mirada… Por tanto, son tantas las formas de comunicarnos, que cuando decimos ‘los hombres no lloran’ eso es solo una simbología, es una forma de decir que los hombres tienen ‘bloqueado’ el mundo emocional. Y el bloqueo emocional, a través de sus distintas formas, primero aísla al hombre del otro hombre porque es con el que tiene que competir, y por tanto a quien no tiene que mostrar dónde están sus lados vulnerables como se considera a lo emocional. Y lo aísla porque otro hombre es el primero que al estar constituido de la misma manera, con sus mismas experiencias y vivencias, es el primero que podría comprenderlo. Después se aísla de las mujeres, porque al haberse aislado de su propio mundo emocional, las mujeres les  resultan incomprensibles y terminan por temerle y preferir tenerlas a cierta distancia. Y por último, y esto es lo más peligroso, termina por bloquearse ante sus hijos, que es a quienes, si lograra abrirse, podría transmitirles un modelo emocional permitido, abierto, y con ciertos recursos para expresarlo. Un hombre abierto a sus emociones, es un hombre integrado que no solo no se debilita como varón sino que se enriquece. Y tanto como esto le es útil a un hijo varón, lo es también con las hijas mujeres a quienes da un modelo que les servirá de referencia en la búsqueda de un encuentro con un hombre. El hombre que expresa sus emociones educa.

 

VLF: Esto de reprimir constantemente las emociones, ¿provoca trastornos físicos y/o psicológicos?

 

SS: El hombre es un ser integrado: debemos incorporar alimentos, información, una visión del mundo. Después procesar eso que se incorpora, quedarnos con aquello que necesitamos, y evacuar lo que nos resulta tóxico si lo conservamos. Y esto se verifica en todos los planos. Entonces: todo el tiempo nos estamos ‘nutriendo’ emocionalmente: tenemos interacciones en nuestro hogar, en nuestro trabajo, recibiendo palabras, en definitiva ‘alimentos no tangibles’ que se convierten en emociones,

Y estas emociones piden ser metabolizadas de la misma manera que un alimento físico. Y si no lo hacen a través de actos, palabras, gestos, nos van enfermando. Y los primeros síntomas van a aparecer en el lugar más tangible que tenemos, que es nuestro cuerpo. Este sería el ciclo de las enfermedades psicosomáticas : el cuerpo está siendo el ‘vocero’ que está diciendo “atiendan a este ser que está sufriendo en toda su esencia”. La depresión es una emoción absolutamente prohibida en los varones hasta tal punto que cuando hay por ejemplo crisis económicas, laborales como quedarse sin trabajo, como no puede expresar su masculinidad a través de la productividad porque ese es el modelo que le quedó instalado, es el que más sufre. Y en esos casos, muchas mujeres comienzan a sentirse inseguras al lado de un hombre que se deprime. La depresión está asociada de alguna manera a la inactividad, a la derrota. En general los hombres ocultan sus depresiones, muchas veces en sus órganos físicos. En un mundo regido en cierta manera por los hombres, que se supone somos más fuertes, hay más viudas que viudos. Entre las 10 principales causas de mortandad de los hombre, está la de morir por una masculinidad tóxica: intoxicados por una forma de ser varón que no corresponde a nuestra naturaleza.

 

VLF: ¿el hombre se da cuenta que tiene una traba emocional?

 

SS: creo que cada vez hay más hombres incómodos con esta forma de ser v arón. Hay un cierto malestar en los hombres que a veces logra emerger en la conciencia y se da cuenta de dónde viene porque no se siente feliz sino alejado de lo que más quiere y los que más quiere, ahí se requiere un coraje espiritual para producir un cambio que hay que desarrollar y es un mérito. La toma de decisiones que nos permitan salir de ese lugar tan estrecho de esa masculinidad que parece tan poderosa y al mismo tiempo es asfixiante , requiere un enorme coraje. Tanto en varones como en mujeres, esto significa emerger como ser responsable: tomar decisiones y hacerse cargo de ellas, saber que tiene consecuencias y responder a ellas con acciones. Estas son experiencias individuales

                Los varones pueden entrenar este coraje animándose a entrar en el mundo doméstico. Los    hombres todavía pedimos mucho permiso para entrar en esos espacios donde nos hemos ‘autoproclamado’ discapacitados. La crianza, la alimentación, el manejar la casa. Parece que los hombre no nos atrevemos a cuestionar estas actividades tomadas como femeninas. En cambio las mujeres sí han cuestionado las especialidades consideradas como masculinas. Han ido aprendiendo lo que parecía que solo los hombres podían hacerlo. Si los dos ‘danzaran’ al mismo ritmo, las mujeres saldrían al mundo más aliviadas, y los hombres se abrirían más fácilmente al mundo emocional en el hogar, donde el hombre, conectándose con su paternidad de manera activa. En el hogar es donde el hombre puede abrirse a su mundo emocional, darse permiso sin ser visto como débil, sin riesgos. ¿quién va a decir que un hombre que manifieste cariño a sus hijos es débil o menos hombre? Es en el hogar donde se comienzan a compartir experiencias de paternidad, de amor en todas sus formas: de paternidad y de pareja. Si no, solo compartimos experiencias de trabajo, o deportivas

 

VLF: ¿cómo se puede desbloquear un hombre si está trabado?

 

SS: esto se cambia desde adentro de cada uno. En las mujeres en general hay una especie de ‘vocación maternal’ que quieren ayudar a cambiar al hombre, pero esto no se logra con ayuda de otros sino con la decisión de uno mismo de bajar a lo profundo de las emociones y emerger con actitudes diferentes. De la misma manera que las mujeres han experimentado cambios para insertarse en el mundo mas activamente no ha sido con la colaboración de los hombres. Estos cambios se hacen a partir de la propia necesidad ¿cómo se llega a instalar esto como hábito? Cuando una acción se realiza una vez, es solo una acción. Cuando se repite dos veces podríamos decir que es una casualidad, cuando se repite tres veces, un hábito. Cuando el hábito queda instalado, al poco tiempo se convierte en una creencia. Y cuando la creencia se sostiene en el tiempo, se convierte en ley natural. Esto es así, no se puede cambiar. Algo se convierte en ley natural no cuando duele, lastima, crea discordia, sino cuando generan armonía en el encuentro con lo complementario (como el día y la noche, como las estaciones, como los machos y las hembras que no generan cultura). Cuando algo genera insatisfacción, desencuentro, infelicidad, y sin embargo se vive como algo natural , ahí hay que empezar a sospechar y ver si uno no está siendo prisionero de un hábito, de un mandato. Y si uno descubre que sí, sobre todo en un varón, ¿cómo cambiar ese hábito? Creo que de la misma manera en que el hábito se instaló, es decir, empezando a repetir acciones diferentes de estas que hemos adoptado como si fueran nuestra naturaleza. Primero nos hará sentir incómodos, pero si lo repetimos, nos sacará de un modelo que nos permitirá el encuentro con el mundo emocional primero propio y luego con el de los demás. Si no, en lugar de ser un lugar del que uno tiene que salir por propia decisión, será un ‘colgarse al cuello del otro’ para que lo saque.

 

VLF: cuando una mujer es sensible se emociona repetidamente con lágrimas y su pareja la rebaja, se enoja ¿qué hacer?

 

SS: Yo creo que el enojo en esos casos es una manifestación de que el otro puede hacer algo que él no puede (es riesgoso afirmar, interpretar estas cosas, porque depende del punto desde donde se las mira). A veces lo que más nos enoja en otro es lo que mas hemos negado en nosotros. Uno muchas veces actúa teniendo en cuenta por qué cosas va a ser querido en el mundo donde se desarrolla y trata de responder a eso que se valora en ese lugar. Pero a cambio de eso tiene que ir escondiendo otras cosas. Así como todos somos en cierto grado mezquinos, eso es así para que podamos ver y desarrollar la generosidad. Cuando vamos construyendo nuestra identidad negando ciertas cosas para decir que solo somos ‘lo otro’, eso que negamos no desaparece sino que queda escondido (lo que Jung llama ‘la sombra’). Cuando nosotros vemos eso en otro, inmediatamente lo captamos y nos molesta. Quizá en el mundo en que se formó ese hombre estaba absolutamente prohibido mostrar emociones, y cuando las ve fluir en otras personas hay una enorme bronca porque ella puede lo que él, para poder ser aceptado, tuvo que negar.

 

VLF: cuando un hijo adolescente no expresa sus emociones, la introversión, la timidez ¿tienen que ver con esto de no poder expresar emociones?

 

SS. siempre es riesgoso ponerle una etiqueta a alguien. Si yo digo ‘mi hijo es tímido’, o ‘mi marido es tímido’, lo voy a tratar como tal, y ya no le doy oportunidad de no serlo. Quizá, a esa persona que yo llamo como tímida o introvertida, lo que pasa es que no se expresa como a mí me gustaría. No nos tenemos que diagnosticar entre nosotros, porque vamos a terminar siendo lo que no somos: médicos; y por otra parte vamos a terminar siendo todos enfermos. Nuevamente entonces vuelvo a decir. Creo que todos tenemos un aspecto tímido, o pasamos por ciertas situaciones en las que nos desenvolvemos con más dificultad que en otras, y hay que ir respetando esto. Si a alguien que yo considero tímido, se lo digo, no lo ayudo sino que lo empujo más al fondo. Y en realidad, lo que habría que hacer es no decirle nada, tratarlo con naturalidad, respetar sus tiempos y su forma, a menos que eso comience a provocar un problema en el vínculo.

                En el caso de los adolescentes: muchas veces los adolescentes son, para la mirada de los adultos, tímidos o introvertidos en aquello que los adultos quisiéramos que fueran extrovertidos, y son extrovertidos en aquello que a los adultos nos molesta: ruidosos, expansivos en aquello que nosotros consideramos excesivo y nos desborda, y no nos cuentan aquello que nosotros quisiéramos que nos cuenten, porque como están creciendo, están tratando de armar su mundo propio tanto interno como externo, donde esos ‘héroes’ o ‘ídolos’ que éramos nosotros, empezamos a ser estorbos, a ser intrusos.

                En los adultos, muchas veces con razón las mujeres dicen que los hombres no hablamos o hablamos poco. Pero también es cierto que cuando un hombre empieza a hablar, la mujer se desilusiona porque el hombre no dice lo que ella hubiera esperado que él dijera. Muchas veces no dicen lo que les pasa porque luego las mujeres los hartan con preguntas y mas preguntas pretendiendo que él diga lo que ella suponía que le pasaba. Entonces: es cierto que los hombres tenemos que hablar más, pero también es cierto que las mujeres tenemos que escuchar lo que los hombres decimos y no lo que quisieran escuchar. Todavía nos falta entrenar entre hombres y mujeres una receptividad recíproca. Los hombres tenemos con la palabra una relación distinta de la que tienen las mujeres. Las mujeres siempre han tenido con la palabra una reacción más emocional, y los hombres una relación más asertiva. Los hombres hablamos exactamente para decir lo que hay que decir y cómo se hacen las cosas, y hemos tenido siempre una relación muy fluida con la palabra a través de la acción. Los sentimientos de las mujeres después se van convirtiendo en acciones. Por eso digo: tal vez las mujeres debieran entrenarse en no poner todo en la escucha sino a mirar más, a ver qué está haciendo, porque tal vez con lo que él hace está diciendo mucho de lo que ella quisiera escuchar en palabras; y los varones aprender a escuchar un poco mas y no creer que las mujeres hablan demás sino que hablan diferente que nosotros. Entonces si podemos escucharlas con paciencia, amor, receptividad, vamos ver que dicen cosas importantes. El lenguaje de cada sexo debe llegarle al otro para generar encuentros.

 

SS: les agradezco la posibilidad de esta entrevista, porque a través de esto yo también puedo ir enfocando mejor mi pensamiento, abriendo su pensamiento o confirmando algunas ideas. Si uno piensa solo puede pensar cosas lindas pero puede correr el riesgo de ir alejándose de la realidad