Los instrumentos musicales

martes, 29 de mayo de 2012
 

Un instrumento musical es un objeto compuesto por la combinación de uno o más sistemas resonantes y los medios para su vibración, construido con el fin de reproducir sonido en uno o más tonos que puedan ser combinados por un intérprete para producir música. Al final, cualquier cosa que produzca sonido puede servir de instrumento musical, pero la expresión se reserva, generalmente, a aquellos objetos que tienen ese propósito específico.

Entre los instrumentos más antiguos se encuentran las flautas de hueso o caña, y los diversos tipos de instrumentos de percusión, desde palillos hasta tamboriles.

En todas las civilizaciones se observa la presencia de la música en los rituales religiosos.

 

Miriam y las mujeres cantoras

 

La primera vez que la Biblia menciona un instrumento de música es en ocasión del cántico de victoria con el cual el pueblo celebra su liberación, después del cruce del Mar Rojo:

 

Cuando la caballería del Faraón, con sus carros y sus guerreros, entró en medio del mar, el Señor hizo que las aguas se volvieran contra ellos; los israelitas, en cambio, cruzaron el mar como si fuera tierra firme.

Entonces Miriam, la profetisa, que era hermana de Aarón, tomó en sus manos un tamboril, y todas las mujeres iban detrás de ella, con tamboriles y formando coros de baile. Y Miriam repetía:

“Canten al Señor, que se ha cubierto de gloria:

él hundió en el mar los caballos y los carros”. (Ex 15,19-21)

 

Estos cantos de victoria se denominan epinicios (del griego epi: sobre y niké: victoria). En ellos se exalta y celebra al vencedor, en este caso Yavé, que libra al pueblo de los peligros.

 

El salterio

La formación del Salterio

La palabra “Salmo” proviene de un verbo griego que significa “tocar un instrumento de cuerdas”, y se utilizó originariamente para designar los cantos acompañados por ese instrumento. Este último se llamaba “Salterio”, pero más tarde el nombre perdió su significación original y comenzó a ser empleado como sinónimo de LIBRO DE LOS SALMOS. Una tradición judía –que luego tuvo amplia difusión en la Iglesia– atribuye a David la mayor parte de los Salmos. Esta atribución se funda en el testimonio de los Libros históricos del Antiguo Testamento, que aluden repetidamente al genio musical y poético de David (1 Sam. 16. 16-19, 23; 2 Sam. 1. 17-27; 23. 1). (Fuente: El Libro del Pueblo de Dios)

 

Entre los instrumentos de cuerda nombrados en la Biblia tenemos el arpa y la cítara. Aparecen también en el Apocalipsis, cuando los redimidos entonan un cántico delante del trono de Dios: Ap 5,8; 14,1-3

 

SALMO 150

 

La palabra Aleluya es una expresión hebrea formada por Hallel: alabanza y Ya: abreviatura del nombre Yavé. Su significado es “¡Alabemos a Yavé!”

 

1 ¡Aleluya!

Alaben a Dios en su Santuario,

alábenlo en su poderoso firmamento;

2 Alábenlo por sus grandes proezas,

alábenlo por su inmensa grandeza,

3 Alábenlo con toques de trompeta,

alábenlo con el arpa y la cítara;

4 alábenlo con tambores y danzas,

alábenlo con laudes y flautas.

5 Alábenlo con platillos sonoros,

alábenlo con platillos vibrantes,

6 ¡Que todos los seres vivientes

alaben al Señor!

¡Aleluya!

 

Jesús, el profeta que toca la flauta para que bailemos

 

28 Les aseguro que no ha nacido ningún hombre más grande que Juan, y sin embargo, el más pequeño en el Reino de Dios es más grande que él. 29 Todo el pueblo que lo escuchaba, incluso los publicanos, reconocieron la justicia de Dios, recibiendo el bautismo de Juan. 30 Pero los fariseos y los doctores de la Ley, al no hacerse bautizar por él, frustraron el designio de Dios para con ellos.

Reproche de Jesús a sus compatriotas

31 ¿Con quién puedo comparar a los hombres de esta generación? ¿A quién se parecen? 32 Se parecen a esos muchachos que están sentados en la plaza y se dicen entre ellos:

“¡Les tocamos la flauta,

y ustedes no bailaron!

¡Entonamos cantos fúnebres,

y no lloraron!”.

33 Porque llegó Juan el Bautista, que no come pan ni bebe vino, y ustedes dicen: “¡Ha perdido la cabeza!”. 34 Llegó el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: “¡Es un glotón y un borracho, amigo de publicanos y pecadores!”. (Lc 7,28-33)

 

“Jesús, el bon vivant, lanzó una llamada de arrepentimiento muy distinta a la de Juan. Sen­tando a su mesa también a los recaudadores de impuestos y a los pecadores, los parias de la sociedad judía en el aspecto religioso, Jesús ofreció un fácil y alegre camino de entrada en el Reino de Dios que él proclamaba. Pero, en un arrebato de puritanismo, "esta generación" se dijo que no era posible que ningún santo profeta enviado por Dios adoptase un estilo de vida tan libre y dado al placer, ni que se codease con la moralla religiosa ofreciendo seguri­dades sobre el perdón de Dios sin exigir el debido proceso de reinserción en la sociedad religiosa judía. Si ese Jesús era un comilón y un borracho ¿cómo podía ser un verdadero profeta y reformador? Así, "esta generación" rechaza las llamadas al arrepentimiento de un Juan demasiado ascé­tico y de un Jesús demasiado alegre.” (John Meier, Un judío marginal, Tomo I, Ed. Verbo Divino)