Los primeros discípulos de Jesús

jueves, 10 de enero de 2013
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Muy buenos días, bienvenidos a la catequesis, te invitamos a abrir el corazón para escuchar la palabra del Señor.

Jesús viene a nuestro encuentro, podemos experimentar como Dios nos quiere, las ocasiones de nuestra vida son oportunidades en las que Dios se hace presente y por eso te invitamos a que te dejes encontrar por Jesús.

 

Vamos a escuchar la palabra del Señor en este día a partir del evangelio según San Juan capítulo 1 versículos del 35 al 42.

 

Al día siguiente, estaba Juan Bautista con dos de sus discípulos y, mirando a Jesús que pasaba, dijo: "Este es el Cordero de Dios".

Los dos discípulos, al oírlo hablar así, siguieron a Jesús.

Él se dio vuelta y, viendo que lo seguían, les preguntó: "¿Qué quieren?" Ellos le respondieron: "Rabbí —que traducido significa Maestro—¿dónde vives?"

"Vengan y lo verán", les dijo. Fueron, vieron donde vivía y se quedaron con él ese día. Era alrededor de las cuatro de la tarde.

Uno de los dos que oyeron las palabras de Juan y siguieron a Jesús era Andrés, el hermano de Simón Pedro.

Al primero que encontró fue a su propio hermano Simón, y le dijo: "Hemos encontrado al Mesías", que traducido significa Cristo.

Entonces lo llevó a donde estaba Jesús. Jesús lo miró y le dijo: "Tú eres Simón, el hijo de Juan: tú te llamarás Cefas", que traducido significa Pedro.” Palabra del Señor

 

Este es el evangelio correspondiente al día de hoy, a partir de este evangelio vamos a desarrollar la catequesis de esta mañana. Un texto que aparece una vez terminada la octava de Navidad y nos sorprende porque no tiene que ver con el niño en Belén, con el pesebre, con María y con José, sino que aparece Jesús comenzando su ministerio público, conectándonos con la identidad mesiánica de Jesús, con rasgos que señalan su misión divina entre nosotros en el tiempo, en la historia y en el mundo.

Vamos a descubrir algunas señales que hay en este texto que nos abren a esa historia de Jesús en medio nuestro.

 

Te invito a que tengas a mano el texto de la biblia para ir profundizando juntos.

Podemos mirar que elementos aparecen en el texto, qué personas, qué acciones, qué situaciones desde las cuales Jesús se está haciendo presente a estas personas que aparecen en el texto y también se hace presente en nuestra propia vida.

 

En primer lugar está Juan Bautista desarrollando su misión con dos discípulos de Juan que ofrecía un bautismo de conversión, un bautismo con agua, que llamaba a la penitencia, a la conversión y a volver la vida a Dios. Era un bautismo que preparaba para la venida de un Mesías, de un Salvador. Juan tenía claro que él no era el centro de la escena.

Sin embargo el texto comienza diciendo: estaba Juan Bautista con dos de sus discípulos… tenemos el nombre de uno de estos discípulos que es Andrés que será luego uno de los doce apóstoles, del otro discípulo no tenemos el nombre en el evangelio; tenemos también a Jesús que pasaba y un cuarto personaje en escena que es Simón el hermano de sangre de Andrés, con quien en un momento se encuentra Andrés y le relata la experiencia de haberse encontrado con Jesús.

Estas son las cuatro personas que se encuentran en el texto, Juan el Bautista, Andrés, Jesús y Simón.

 

Podemos encontrar en este texto diversas acciones que se multiplican en cantidad y que nos permiten imaginarnos, contemplar y mirar, cómo se desplazan, como se mueven estas personas en torno a la revelación de la persona y de la identidad de Jesús. El Padre en el Espíritu Santo lo va abriendo a esa misión y el resto, fundamentalmente el Bautista abre el camino a esa revelación de la identidad de Jesús.

 

Jesús pasa y está la posibilidad de mirarlo, y esto es lo que ha pasado aquí, y mientras los discípulos miran a Jesús que pasa, Juan el Bautista hace una primera revelación sobre la persona de Jesús, el dice: Este es el Cordero de Dios, y aquí tenemos una de las misiones de Jesús que es ser Cordero de Dios y esto nos vincula con la Pascua, con la Pascua Judía en donde había un cordero que se inmolaba para restablecer la alianza con Dios.

Es Dios el que ofrece un cordero que es el único cordero que puede restablecer la alianza y la amistad con Dios, y este es Jesús.

 

La consigna de hoy será: ¿qué es lo que más te atrae de la persona de Jesús? Qué faceta, qué misión, qué acción, qué gesto, qué palabra es la que más te atrae en este presente de tu vida o que hayas registrado en algún momento significativo de tu vida.

 

 

Luego de este primer paso, viene otra acción, al oírlo hablar a Juan Bautista. Acaban de mirar a Jesús y también escuchan a Juan, esto les permite acceder a la persona de Jesús. La palabra nos está invitando a nosotros a mirar y a escuchar porque por lo que vemos y escuchamos el Señor se nos quiere revelar hoy a nosotros y una forma de hacerlo es deponiéndonos a mirar a Jesús y escuchar a quienes nos señalan la presencia de Jesús.

 

Estos discípulos escuchan a Juan y lo siguen a Jesús y aquí hay un movimiento que se da por atracción. Recuerdo aquí las palabras de Benedicto XVI que nos dice que el seguimiento en torno a la persona de Jesús no se da por una idea o por una obligación moral sino por una atracción, y aquí aparece en el texto algo de esto. Los discípulos lo ven a Jesús, Juan lo señala como Cordero de Dios y estos discípulos lo siguen y se ponen detrás de Jesús, hay una atracción que genera la persona de Jesús y hay que abrirse a esta experiencia porque no lo seguimos porque hay alguien que nos dice sino que nos sentimos atraídos.

 

También Jesús experimenta que hay alguien que lo sigue y se da vuelta y dice el texto: que viendo que lo seguían les preguntó.., también aquí hay una experiencia de miradas, no solo los discípulos lo miran a Jesús sino que también Jesús los mira a los discípulos y es Jesús quien les pregunta: qué quieren.. y ellos le respondieron Rabbi (que traducido significa Maestro).

 

A lo largo de este texto vamos a tener otras palabras que revelan la identidad de Jesús y aquí se nos revela un segundo rasgo, Jesús es un Maestro que son su propia vida, con sus propios gestos, con sus propias palabras nos enseña a vivir. Esa es otra de las misiones del señor, enseñarnos a vivir, con su palabra, con sus acciones y fundamentalmente con toda su vida.

Él nos educa y nos propone una manera de ser, un estilo de vida y entorno a este Maestro es que estos primeros seguidores y nosotros también nos convertimos en discípulos porque no hay discípulos sin Maestro.

 

Los discípulos le preguntan al Maestro dónde vives? Aquí se da un acercamiento por atracción donde no interesan otras ideas sino la propia vida. El “donde vives” implica una vinculación personal con Jesús. Son experiencias que nos pasan a nosotros con cualquier persona, cuando conocemos a alguien que nos atrae nos importan sus cosas, su familia, dónde vive, qué hace, algo de esto paso con estos primeros discípulos.

 

A partir de esta pregunta Jesús les dice; vengan y lo verán, no les da una dirección o un lugar determinado sino que los sigue atrayendo, sigue generando este vínculo personal de miradas, de palabras y los invita a que lo sigan y hace una nueva revelación, los llama. Estos discípulos, atraídos por Jesús y en dialogo con Jesús fueron y vieron dónde vivía y se quedaron con él ese día. Va avanzando esta relación, no solo hay miradas, no solo hay palabras, no solo hay seguimiento, también hay llamado y hay una experiencia de estar con Jesús.

Dejémonos atraer por el Señor, sigamos sus pistas, dejemos que él nos llame por nuestro nombre para seguirlo y quedémonos con Él.

Es nuestro Maestro y nos quiere enseñar a vivir.

 

El Señor se quiere seguir revelando en este tiempo de nuestra propia historia y de nuestra propia vida.

 

Seguimos el relato donde aparece esta experiencia del testimonio que da Andrés; eran las cuatro de la tarde, es un momento concreto del día, y dice que Andrés era el hermano de Simón Pedro. Ahora hay un cambio en la situación y en la escena.

Hasta ahora sabemos que estos dos discípulos fueron a ver dónde vivía Jesús y se quedaron con él ese día, pero Andrés, dice el texto, al primero que se encuentra fue a su propio hermano, Andrés ha salido de ese encuentro, se ha retirado, ha terminado el encuentro con Jesús y saliendo de ese encuentro se encuentra con su propio hermano Simón y le dijo, hemos encontrado al Mesías, Andrés se convierte en testigo de Jesús, el encuentro con Jesús no lo ha dejado igual, lo ha movilizado y es por esto que le dice esto a su hermano Simón.

Aquí tenemos un tercer rasgo en la identidad de Jesús y es el de Mesías que traducido significa Cristo, el enviado de Dios. Este es uno de los nombres que ha quedado en la persona de Jesús, a partir de la experiencia pascual para nosotros es el Jesucristo, Jesús el enviado, el mesías, el Cristo, el salvador.

 

Aquí encontramos otra clave para los que queremos que otros se encuentren con Jesús, no es posible testimoniar un saber, una doctrina, una enseñanza cristiana discipular sin antes hacer experiencia personal de ese encuentro con la persona de Jesús, con la vida de Jesús, con su rostro, con sus palabras.

Andrés no le da una clase, una enseñanza sobre Jesús a Simón sino que le cuenta con quién se ha encontrado y podemos imaginarnos el rostro, el tono de voz, la intensidad con la que Andrés comunica esto. Todo el pueblo de Dios esperaba un Mesías y si Andrés lo ha encontrado, la comunicación de esto es muy particular y significativa, y esta efusividad no viene de una obligación, de un “deber ser”, sino de una experiencia de atracción, de encuentro que ha tenido Andrés con el Señor.

Animémonos nosotros a ese encuentro significativo, a ese ir al fondo del encuentro con el Señor, a estar con él donde vive y desde ese encuentro amoroso con el Señor saldrán las fuerzas para comunicar la vida de Dios y nuestra vida se convertirá en un testimonio vivo como ha sido Andrés para Simón Pedro.

 

Vamos cerrando el seguimiento del texto, luego de que Andrés testimonia lo que le ha pasado, a partir de esto se da un nuevo encuentro, una nueva posibilidad de encuentro con la persona de Jesús, porque dice el texto que entonces Andrés llevó a Pedro a dónde estaba Jesús, el encuentro con Jesús no nos deja quietos y genera en nosotros la necesidad de que también otros puedan experimentar lo que hemos experimentado. El encuentro con Jesús no es un encuentro intimista que me deja encerrado en mí mismo sino todo lo contrario, el amor del Señor es tan abundante que invita a ser compartido y es esto lo que le pasa a Andrés.

 

Ahora volvemos a una nueva escena donde está Jesús recibiendo a Andrés que llega con Simón y el texto dice que Jesús lo miró a Simón y le dijo, (nuevamente aparecen estas dos acciones Jesús mira y Jesús habla, este es el Señor en el que creemos, Dios no está callado, Dios no está mirando a otro lado) "Tú eres Simón, el hijo de Juan: tú te llamarás Cefas", que traducido significa Pedro.”

Cuanto que hay aquí de revelación de parte de Jesús y cuánto que hay aquí de revelación de Jesús en cuanto a la identidad de Pedro.

En primer lugar lo llama por su nombre: Tú eres Simón, el hijo de Juan, Jesús conoce quién es Simón, conoce su raíz, su familia, Jesús tiene en cuenta nuestra identidad, cuál es nuestra historia, él nos conoce y desde ahí llama a Simón, pero Jesús no se queda solo con esta identificación de Simón sino que a partir del encuentro con él le asigna un nuevo nombre como manifestación de una nueva misión, de una nueva identidad para Simón. Porque llamándolo primero por su nombre y haciendo alusión a antepasado, a su identidad humana, le dice tú te llamarás Cefas, le pone un nuevo nombre a Simón, y Jesús lo llama Pedro (piedra) a Simón porque está dándole una vocación, una posibilidad de desplegar un servicio hacia a otros, Simón es la piedra en la que se conformará la comunidad de los doce, el templo vivo y santo que Dios quiere para fundar la comunidad eclesial. Es impresionante que el Señor lo haya querido así y con una persona concreta, un pescador de oriente.

Así finaliza este texto con la propuesta de vida que recibe Simón de Jesús.

 

Muchas gracias por todo lo compartido, el Señor está vivo y sale a nuestro encuentro, el Señor se quiere seguir revelando, como Cordero de Dios, como Maestro, como Salvador del mundo. Que Dios te bendiga mucho y que tengas un muy buen fin de semana.