Los procesos de la amistad con Jesús

martes, 12 de noviembre de 2013
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12/11/2013 – La amistad es de esas realidades que existen y son necesarias en todas las etapas de la vida. Por eso Jesús quiso ser amigo de los suyos y nos invita a relacionarnos con Él desde la amistad.

En el proceso de la amistad humana existen algunas etapas necesarias y cruciales para su crecimiento. En todas las etapas de la vida y en todas las edades, hay lugar para los amigos.

 

Evolución de las relaciones de amistad

No existe relación afectiva humana que, como la amistad, se extienda a lo largo de todos los ciclos vitales de la existencia. Son amigos los niño, los adolescentes y jóvenes, los adultos y los ancianos. En cada etapa con sus características específicas y cumpliendo funciones diversa. El ideal de la amistad adulta no debería, pues, impedir el percatarnos de la entidad que la relación de amistad posee en cada una de las etapas de la vida, considerándolas como si todavía no fuesen sino meros pasos inmaduros hacia la plenitud de la adultez.

La tendencia a eliminar la distancia que nos constituye como sujetos se deja ver ya desde los inicios de la existencia en esa fascinación que se observa en los bebés ante las reacciones de sus iguales, procurando de inmediato la mutua cercanía. Comienza así la posibilidad de encuentro “amistoso”, con extrañas y curiosas reacciones de atracción y rechazo1. Se observa así, por ejemplo, que a partir de un año los bebés prefieren a los de su misma edad y la compañía de a dos. Tan sólo a partir de los tres años, iniciando la consolidación de su Yo social, adoptarán posiciones menos egocéntricas, con una mayor consciencia de las emociones de los otros y una mejor disposición a compartir lo que tienen. Esas primeras relaciones desempeñan la importante función de abrir al sujeto, por primera vez, más allá del estrecho círculo familiar.

La mística, es el misterio. Son situaciones que no se explican y que simplemente se dan. Por ejemplo aquellos adultos que tienen relación profunda de amistad con jóvenes, o aquellos amigos que son amigos más allá de los tiempos y de la lejanía… O la mística que se conserva entre los compañeros de colegio desde hace tiempo. ¿Qué se esconde en esas relaciones de amistad? El misterio de la amistad que te pone en contacto con personas que no tienen nada que ver con vos, y que sin embargo, siendo tan diferentes, son amigos.

Alrededor de los seis años los niños comienzan a disponer de una capacidad para el diálogo, dando así un salto colosal en las relaciones de amistad. Entre los ocho y los diez hacen aparición las primeras pandillas, con una separación generalizada entre los sexos, ya que los procesos de identificación psicosexual se ven así facilitados. La amistad desempeña de este modo una función importantísima en la construcción de la propia identidad. A lo largo de toda la segunda infancia, el amigo se convierte en un apoyo fundamental en esa maravillosa, sorprendente y, a veces también, angustiante exploración de los misterios de la vida. Quizás por ello, estas amistades no se olvidan nunca y movilizan siempre en nosotros cálidas y hondas emociones.

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A partir de la pubertad se inicia el proceso de superación de la dependencia infantil en busca de una integración social más amplia. Se inicia así un proceso de ampliación en las relaciones interpersonales con una búsqueda importante de vínculos amistosos que pueden durar unas semanas o toda la vida. En cualquier caso, la relación de camaradería va dejando paso a la búsqueda de relaciones más selectivas y exigentes, no sin un grado importante de idealización que, con frecuencia, conduce a la frustración y consiguientemente a sentimientos de clara tonalidad depresiva. Es el momento en el que le oímos decir “¡ la Amistad (con mayúscula) no existe!”. No ha comprendido todavía el adolescente que esa mayúscula, que manifiesta la totalidad imposible a la que aspira el deseo, no la encontrará en ninguna parte.

Durante el período de la adolescencia, el Yo no dispone aún de fronteras sólidas y eso supone, de una parte, una gran disposición a mostrar afecto a otros, igualmente vulnerables. Por otro lado, hay una gran inseguridad en el manejo de los propios sentimientos de soledad, miedo, tristeza… En ese contexto, las amistades suelen mantenerse todavía con otros del mismo sexo . Al otro sexo se le espía y se procuran las primeras aproximaciones, preferentemente en compañía de otros del mismo sexo, a modo de apoyos auxiliares. Las relaciones de amistad sirven igualmente para sostener la búsqueda de una independencia, todavía débil, en relación a los adultos.

La amistad en la vida adulta

La edad adulta representa, según E. Erikson, un reto fundamental: madurar en la capacidad de llegar a la intimidad, tanto en la amistad como en el amor 2. En la década de los veinte a los treinta años la relación con los amigos llega a ser la que más tiempo ocupa. Más tarde puede sobrevenir el conflicto de intereses entre la relación de amistad y la de pareja, así como entre los intereses profesionales y los de relación interpersonal. Pero las amistades van haciéndose, por lo general, más selectivas, más estables y más afianzadas también.

Formada la familia, las relaciones de amistad pueden pasar (al menos por un tiempo) a un segundo plano o experimentar una etapa de acomodación a las nuevas circunstancias. Fácilmente se produce una decantación por las amistades de uno de los miembros de la pareja, a las que el otro sabrá o no adaptarse. La relación de amistad entre parejas puede, por su parte, venir a facilitar la tarea de ser padres, como en la adolescencia facilitó la de separarse de ellos. La posibilidad, por otra parte, de introducir amistad en la misma relación de pareja se muestra como una actitud inteligente que corona y perfecciona la relación amorosa, mientras que la de introducir sexo en la amistad funciona fácilmente entorpeciendo y perturbando el lazo previo de amistad.

Hay veces que los vínculos con los amigos son tan fuertes que hasta la familia llega a ocupar un segundo plano. Y muchas veces, los amigos se enamorar y al tiempo son esposos. Sin embargo también en esa etapa de la vida es bueno que, para acrecentar ese vínculo de amor, se nutran los esposos de la relación con otras amistades.

Finalmente, en la ancianidad, la conciencia de la muerte acentúa fácilmente el valor de los vínculos humanos, si es que no han ido ganando terreno la involución mental o los sentimientos de amargo repliegue en sí mismo3. La relación grupal parece más beneficiosa en esta etapa, al proporcionar el sentimiento importante de integración y facilitar la puesta en común de los propios recursos.

Conversión: el nombre del proceso de la amistad con Jesús

En la amistad hay diferentes momentos de evolución. En el proceso de la amistad con Jesús hay un llamado constante al crecimiento, a la evolución, a la madurez y al desarrollo. En la mística cristiana conversión es la palabra que identifica este proceso vincular y tiene dos significados complementarios. Significa la primera decisión de seguir a Jesús y de cambiar de vida, es el inicio del discípulado.

Podemos hablar de dos grandes etapas: la de la primera conversión y el camino de la conversión permanente .

En el camino de la conversión permanente se produce de manera progresiva , no lineal, entre curvas ,contra curvas, subidas y bajadas el camino donde esta amistad se va profundizando y purificando, por el camino de la transformación progresiva a la propuesta amigable de Jesús. Esto en términos cristianos supone pascua: muerte y resurrección. Morimos al hombre viejo y nacemos por el vinculo de amistad con Jesús a un Hombre Nuevo en Cristo Ef,4,21-27.. Ene se proceso de transformación pascual elegida se aprende a caminar pascualmente muriendo y resucitando, para eso hay que negarse cada día tomar la cruz y seguirlo Mt 16, 24, mrir como el grano de trigo Jn 12, 24 y renunciar a todo lo que es incompatible con las exigencias de la amistad Lc 14,33 .

 

Padre Javier Soteras

 

 

1 Cf. Z. Rubin, Children’s Friendships, Harvard University Press, 1980 (8ª); S. Fraiberg, Understanding and Handling the Problem of Early Chilhood, Scribners, New York 1968; L. C. Pogrebin, Ibid. 368-397.

2The Life Cycle Completed: A Review, W.W. Norton & Company Inc., New York 1982.

3 Cf. Mª Bazo, La nueva sociología de la vejez: de la teoría a los métodos: Reis 60 (1992) 75-90; J. I., López Jiménez, Aislamiento y soledad en las personas mayores: Razón y Fe 230 (1994) 31-40; I. C. Bermejo, “El arte de envejecer”. Pequeño boletín bibliográfico: Sal Terrae 81 (1993) 787-788.