Los rasgos del amor familiar

miércoles, 1 de mayo de 2024

Como cada miércoles continuamos con el ciclo: “Escuela para Familias” junto al Padre Mario Oscar Llanos (Doctor en Teología Pastoral; Master en Psicología, Director del observatorio internacional de la juventud y Director del Instituto de Pedagogía Vocacional entre tantos de los títulos y servicios que brinda en su ministerio).

Hoy en el último programa de este primer ciclo compartiremos el tema que de alguna manera resume lo que hemos venido conversando “RASGOS DEL AMOR FAMILIAR”.

El padre Mario Llanos nos ayuda a dar alguna respuesta a estas preguntas:

¿Cómo influye el amor familiar en la salud mental y la felicidad?

¿Qué aspectos fundamentales caracterizan el amor de pareja y el amor por los hijos? ¿cómo evolucionan con el tiempo?

¿Cuáles son los rasgos del amor familiar infaltables para que una familia crezca en el amor? ¿Existe una familia perfecta en el amor?

RASGOS DEL AMOR FAMILIAR

La familia es mucho más que la suma de sus miembros, es una verdadera “comunidad de personas”. El todo es más que las partes. La familia es el lugar donde aprendemos a vivir y a amar, el centro natural de la vida humana. La familia es la casa del amor. Los seres humanos necesitamos el amor familiar. La salud mental y la felicidad se alcanzan sólo con el sentimiento del amor.

«¿QUÉ ES EL AMOR?»

En el ser humano existe una tendencia hacia la empatía y el amor. La neurociencia explica así porqué las personas pueden comprender los estados emocionales del otro: ante la emoción de una pareja, en el cerebro se activan áreas similares a las que se activan en el cerebro del otro. El amor, por tanto, también implica una concordancia neurobiológica, como si el ser humano estuviera diseñado para sintonizarse y amar.

El amor no es sólo sentimental o romántico o erótico en la pareja. Todo esto es parte del proyecto sacramental de Dios para el matrimonio. Aquí hablamos de esa forma superior de amor que nos empuja a mostrar un interés sincero por el bien de los demás, poniendo el nuestro en un segundo plano. Es el amor de ternura y misericordia, de sensibilidad interior y profundidad espiritual, que no es nada frío y formal. Es el amor de caridad, que todo obtiene sin esperar o imponer.

Y EN LA FE CRISTIANA, ¿QUÉ ES EL AMOR?

En nuestra fe, el amor se identifica en Dios; «Dios es amor» (1Jn 4,8). Pero su descripción es maravillosa: El amor “es paciente y afectuoso. El amor no es celoso, no se jacta, no se hincha de orgullo, no se porta indecentemente, no busca el propio interés, no cede a la ira, no tiene en cuenta el mal. No se alegra de la injusticia, sino que se alegra de la verdad. Todo lo abarca, todo lo espera, todo lo soporta. El amor no acabará nunca” (1Cor 13, 4-8). Este amor “nunca falla”, nunca dejará de existir. De hecho, crece con el tiempo. Y debido a que fomenta la paciencia, la bondad y el perdón, es “un vínculo perfecto” (Col 3,14), sólido y feliz a pesar de los defectos de las personas. El amor matrimonial cristiano es “un vínculo que une perfectamente”. Así lo enseñó Jesús: “El hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne’ […]. Por tanto, lo que Dios ha unido, no lo separe el hombre” (Mt 19:5, 6).

¿QUÉ PRINCIPIOS EMERGEN DE ESTAS PALABRAS?

“Los dos serán una sola carne”. El matrimonio es la unión amorosa más estrecha que puede haber entre dos personas, y el amor lo protege de la infidelidad, disuadiendo a los esposos de que lleguen a ser “un solo cuerpo” con alguien que no sea su cónyuge (1Cor 6,16; Heb13,4). La traición destruye la confianza de la pareja y puede crear traumas en los hijos por no sentirse no amados, inseguros o resentidos.

El amor en cambio ayuda a mantener la armonía y la paz entre los cónyuges y es de gran estímulo para los hijos. Toda falta de amor hiere el corazón. Y, en cambio, toda relación positiva, todo gesto de amor verdadero construye y hace crecer. Una niña lo decía en este modo: “Mi padre y mi madre realmente se aman y se respetan. Al ver el respeto que mi madre tiene por mi padre, siento el deseo de ser como ella.”

AMAR EN FAMILIA, ¿ES PONER A DIOS EN MEDIO?

Exacto. El amor es la principal cualidad de Dios. “Dios es amor”. Nosotros somos llamados a imitar las cualidades del Creador: En Ef 5,1-2 se nos exhorta: “Imiten el ejemplo de Dios, como hijos amados, y continúen caminando en el amor”. En general, se observan dos tipos de amor en la familia.

•       Amor de pareja: puede ser romántico o apasionado el amor de pareja entendida como un sistema de comunicaciones íntimas e interpersonales. 

•       Amor por los hijos: Amor por los hijos, amor de cuidado y amor educativo, amor responsable, o sea es un amor que no puede abandonarse por razones de dificultades conyugales. De los hijos, no puede haber separación o divorcio…

Estas formas del amor cambian en modo constante a lo largo del tiempo, adaptándose a los cambios de la persona, tanto en importancia como en significado.

ENTONCES,¿CÓMO DESCRIBIR EL AMOR DE PAREJA?

El amor de pareja es un tipo de vínculo emocional y afectivo que se establece entre dos personas que comparten una relación romántica y/o sexual. Se caracteriza por la intimidad, la confianza, el compromiso, la atracción física y emocional, así como el apoyo mutuo. El amor de pareja implica un profundo afecto, una conexión emocional significativa y el deseo de compartir la vida juntos. Puede manifestarse de diversas formas, desde el amor apasionado y ardiente hasta el amor tranquilo y sereno, dependiendo de las personalidades y circunstancias de las personas involucradas.

¿SE PUEDE SEPARAR EL AMOR DE LA PASIÓN?

En la prostitución o en el amor sin corazón, sin sentimiento. Los adultos a menudo idealizan a sus parejas y por ello confían en que el amor y sus vínculos serán para siempre. Sin embargo, al idealizar a la persona, pueden separan el amor de la pasión, centrándose más en la sexualidad como un medio para la reproducción en lugar de verla como parte integral de la relación emocional y física. Esta separación, puede desvirtuar la integralidad de la relación reduciéndola o parcializándola.

El amor se transforma rápidamente en una relación profunda e integral cuando incluye la negociación de necesidades, emociones e intereses entre la pareja. Por eso es importante la reciprocidad en el amor, entendida como la capacidad de aceptar que los demás sean como son, y la decisión de que cada comportamiento de los miembros de la pareja tengan en cuenta al máximo la experiencia del otro. Eso significa que el amor de pareja se funda sobre la empatía, y que sólo puede ser duradero si se hace comprensión, compromiso y respeto recíprocos.

Y EL AMOR POR LOS HIJOS, ¿CÓMO SE COMPRENDE?

El amor por los hijos, el amor paterno-materno es primario y esencial porque tiene la función de crear una sintonía emocional fundamental para la creación de la personalidad. Esta sintonía permite la construcción social de la persona y subraya cómo la acción de quien ama “refleja” la expresión de las emociones del ser amado mostrando atención, interés y sensibilidad hacia él.

A pesar de la sintonía afectiva, la comunicación entre padres e hijos es asimétrica. En efecto, la reciprocidad en este campo no siempre se alcanza por la normal inmadurez de los hijos. Normalmente, un hijo no puede, no sabe, amar como sus padres. Los niños pequeños son capaces de experimentar el amor, pero menos de expresarlo. Y, luego, los padres introducen el proceso educativo como clave de la comunicación con sus hijos, es decir, introducen roles asimétricos. Esto requiere una “negociación” entre las elecciones autónomas de los hijos y las atenciones de los padres que limitan esta autonomía.

La asimetría se acentúa cuando los niños se convierten en adolescentes. Las necesidades educativas se vuelven más frecuentes y generalizadas, pero el problema es, en realidad, la combinación de una creciente presión de roles y una variedad de nuevas comunicaciones interpersonales.

HAY TAMBIÉN VARIACIONES EN EL TIEMPO… ¿NO?

Una vez adultos, los niños se involucran emocionalmente sobre todo con otras personas y la comunicación íntima con sus padres se vuelve cada vez más extemporánea. En resumen, si bien el amor de los padres por sus hijos no puede cesar, la reciprocidad puede disminuir progresivamente mientras dure el proceso de maduración de los hijos en una fase adulta.

¿EXISTE UNA FAMILIA “PERFECTA” EN EL AMOR?

La familia perfecta existe, y es la que protege, cuida, comprende y acepta a sus miembros tal como son. Crecer con este tipo de apoyo existencial fortalece la identidad del individuo, le brinda seguridad y capacidad de tener la vida que desea en total libertad.

¿Cómo se concretizan la protección y la comprensión?

El amor en la familia es la base de todo. Crecer, recibir una educación y formar parte de un contexto primario positivo, lleno de afecto, valores y seguridad, juegan un papel fundamental en la salud psicológica de todo individuo. Parte de lo que somos hoy es consecuencia de nuestras primeras experiencias con nuestros padres.

Salvador Minuchin, psiquiatra argentino, autor de la terapia familiar estructural, afirma que en cada cultura la familia imprime su identidad a sus miembros. La identidad se obtiene de dos maneras opuestas: por un lado, a través del sentido de pertenencia a alguien; por el otro, por el deseo de separación de ese alguien. La aparente contradicción tiene un valioso significado y enseñanza.

Pertenencia y separación… ¿no son contrarias?

Todos tenemos una herencia familiar, tenemos las raíces en un pequeño núcleo social. Al mismo tiempo, por mucho que los padres amen a sus hijos, la necesidad de éstos es diferenciarse y distanciarse de sus padres. Y así, para crear su propia vida o construir una nueva familia o unión el adolescente se engancha con una nueva familia social, el grupo de pares. Es una realidad inevitable y necesaria…

Sin embargo, también para el adolescente el amor familiar no puede ser totalmente excluido. El afecto y el amor en la familia son el árbol de levas de todas las relaciones.

Una familia sana ¿debe saber amar, verdad?

Hoy por hoy es necesario adoptar políticas de protección de la familia y responder a un mundo cada vez más complejo. Es innegable el papel de la familia en la sociedad. Ella es la base del desarrollo humano y de la transformación social. El amor en la familia debe estar siempre presente, independientemente del tipo de unidad familiar.

Ya hemos hecho alusión en este ciclo a la variedad de familias y de formas de vida hogareña, a los elementos positivos y a los desafíos que cada variedad comporta.

En todos estos hogares, con sus posibilidades y desafíos, se debe realizar a través del amor, la transmisión de valores, el afecto, el desarrollo físico, emocional y psicológico de los niños, y la construcción de los rasgos que definen el amor en cualquier sistema familiar sano y funcional.

¿CUÁLES SON LOS RASGOS DEL AMOR FAMILIAR QUE ASEGURAN UN DESARROLLO SANO Y EFICAZ?

Un amor comunicativo

•       Reglas claras que puedan promover el aprendizaje de normas y derechos.

•       Un clima en el cual expresar emociones y aprender a gestionarlas.

•       Adecuado afecto, evitando el trauma de los padres sobre los hijos.

•       Aprendizaje de estrategias aptas a la resolución de conflictos, asertividad y relaciones sociales saludables.

Un amor en equilibrio: ni fuerza mortal ni abandono irreparable

Pueden existir forma de amor que dificulten el adecuado desarrollo psicológico y emocional del niño. Es el caso de la sobreprotección que acaba dominando y limitando, o también del amor concebido como eliminación de toda regla o exigencia educativa. La virtud está en el medio: ni fuerza mortal ni abandono irreparable; se requiere el uso de razón y las motivaciones, también religiosas, de la propia decisión de vida y conducta en todos los aspectos de la vida.

Un amor que comprende, acepta y cuida

Cada unidad familiar debe entender que, más allá del aspecto económico, está el aspecto emocional y educativo. La comprensión, la aceptación, el cuidado son más importantes que el prestigio, la ropa o los juguetes que el hijo tenga.

-Comprensión. Comprender el punto de vista de cada miembro de la familia es crucial. Esto supone ponerse en el lugar del otro para construir vínculos saludables.

-Aceptación. Esta dimensión es también un rasgo esencial. Ser amado por lo que cada uno es, por las decisiones que ha tomado es lo que más necesita el hijo de sus padres.

-Cuidado. Amar significa proteger y cuidar al otro en todos los aspectos de su vida.

Para concluir, el rasgo más importante del amor familiar, es que ate, pero que también sepa soltar. Raíces y alas. Responsabilidad y libertad.

Los rasgos indicados en Amoris Laetitia (n. 99)

«Amar significa también hacerse amable […], el amor no obra de manera grosera, no actúa de manera cruel, no es duro en sus tratos. Sus maneras, sus palabras, sus gestos son agradables y no duros ni rígidos. Odia hacer sufrir a los demás. […] “todo ser humano está obligado a ser afable con quienes le rodean”. Cada día, «entrar en la vida del otro, incluso cuando forma parte de la nuestra, requiere la delicadeza de una actitud no invasiva, que renueva la confianza y el respeto. […] Y el amor, cuanto más íntimo y profundo es, más exige el respeto a la libertad y la capacidad de esperar a que el otro abra la puerta de su corazón.”» 

PARA CONCLUIR

El Dios del Amor sabe lo que es la familia, porque la diseñó como obra maestra de amor, signo, símbolo, tipo de cualquier otro de sus diseños. Si Él hizo la familia, moldeándola con amor, nos pide sanarla nuevamente sólo con el amor. Ese amor no se compra ni se vende, sólo se construye día a día…

Un «Poema al amor familiar»

En el hogar donde el amor se anida,

bajo el techo que cobija y abriga,

florecen lazos que el alma enlaza,

y en cada gesto, el cariño se desliza.

El amor familiar, tierno y sincero,

es un lazo eterno que nos une enteros.

En risas y lágrimas, juntos caminamos,

en cada abrazo, el alma nos reclamamos.

Es el vínculo que trasciende el tiempo,

un refugio cálido en cada momento.

En la mesa compartida, en la cena servida,

el amor se manifiesta en cada despedida.

Es el consuelo en las noches oscuras,

el apoyo firme en las aventuras.

En los abuelos sabios, en los hijos pequeños,

en cada historia compartida, en los sueños.

Familia, tesoro de afecto y calma, en el corazón, tu luz nunca se apaga.