14/09/2017 – Aprender a gestionar la salud emocional es el objetivo que intentamos alcanzar desde el programa “Hoy puede ser”, junto a Ángela Sannuti, psicóloga, investigadora y miembro del Consejo de Redacción de la Revista Criterio.
La relación entre los sentimientos y el amor fue el tema que abordó la especialista en su última charla. “¿Por qué nuestros corazones de carne se convierten muchas veces en corazones de piedra?, ¿por qué nuestros corazones se cierran a la abundancia que nuestra vida nos trae y mendigamos amor en vez de darlo? Si el amor es nuestra esencia original, ¿por qué nos pasamos nuestra vida buscando afuera?”, preguntó Ángela al comenzar su reflexión.
“El mayor milagro es el milagro de un corazón abierto. Sin embargo, el miedo, que es la base nuestras inhibiciones y bloqueos, va congelando nuestra vida. Y donde hay miedo, hay dependencia emocional. Cuanto más vulnerables y dependientes nos sentimos, mayor es nuestro miedo”, explicó la especialista.
“A nivel popular, se confunde la dependencia emocional con el amor. En la dependencia no hay amor, hay miedo y sumisión. La dependencia está basada en el sentido de propiedad, en la posesión, ¿qué queda del amor cuando la dominación, el control, la culpa y la desconfianza son el centro de una relación?”.
Luego, Ángela se abocó a definir qué es el amor: “El amor es la esencia que nos constituye, es nuestro ADN, es una actitud ante la vida, una forma de verse a sí mismo y a los demás; depende de ciertas condiciones para crecer o para bloquearse”.
El amor tiene básicamente, 4 características:
Inclusivo: “El amor no excluye, no margina. La dependencia está basada en la separación, en la apropiación y en la exclusividad. El amor nutre, ayuda a crecer, genera un clima de confianza. El miedo está basado en el control y la desconfianza. en la dependencia”, definió la experta.
Incondicional: “Es su característica fundamental. No pone condiciones, no hay apartados; pero ¿cómo podemos aprobar a los demás si no nos aprobamos a nosotros mismos? El desafío es crecer en el amor incondicional hacia uno mismo. Las frustraciones, los enojos que aparecen en las relaciones son expresión de un grito que pide amor; pido a los otros el amor que yo mismo soy incapaz de darme. El hecho de no recibir lo que espero, puede constituir una oportunidad preciosa para desarrollar en mí ese amor incondicional que reclamo de los otros y que me hace vivir mendigando el afecto. No somos mendigos de amor. La incondicionalidad es poder abrazar lo que soy sin condiciones. Me amo en la tristeza, la pena o la rabia sin condenarme. En la medida en que puedo experimentar ese amor hacia mí mismo, podré hacerlo con los demás”, comentó Ángela.
Es sinónimo de alegría: La licenciada dijo que donde hay sufrimiento es porque hay miedo o un estado emocional de apego. “Cuando una relación te brinda alegría, es señal de que está basada en el amor”.
Amar es despertar a la vida: “Todos somos seres sencillos, cotidianos; lo que nos diferencia es estar dormidos o despiertos, es decir conscientes”.
Finalmente, Ángela señaló: “Los sentimientos no nos piden permiso; esto nos enseña a ser humildes y mirar cara a cara lo que sucede. Tenemos que abrazarlos y permitir que la vida nos abrace. Por lo general, queremos controlar todo y, donde hay control, no hay amor. El miedo es oponerse a la conciencia de la presencia de Dios; dejémonos abrazar por la inmensidad y el misterio de la vida, en lugar de controlar y dominar”, concluyó.
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