Los sentimientos no vividos

jueves, 31 de agosto de 2017
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sentimientos reprimidos

31/08/2017 – En el programa “Hoy puede ser”, seguimos aprendiendo a gestionar nuestra vida emocional junto a Ángela Sannuti, psicóloga e investigadora.

La licenciada brindó una charla sobre los sentimientos que, según sus palabras son una condición básica del ser humano; como la respiración. “¿Se puede dejar de sentir? Sentir es como respirar, entonces ¿se puede dejar de respirar?”, preguntó.

“En la respiración el aire entra, se purifica y sale; los sentimientos tienen la misma circularidad, el sentimiento nace, se desarrolla y muere. El problema comienza cuando cortamos este ciclo, en otros términos, cuando reprimimos, bloqueamos o negamos los sentimientos por creencias sociales, familiares o religiosas”, explicó Ángela.

La especialista dijo que la represión es un proceso inconsciente y que opera, básicamente, de dos maneras:

Cuando los sentimientos van hacia adentro, hacia “el sótano” pero, aunque están escondidos no desaparecen. Se manifiestan en el cuerpo con síntomas físicos o se van almacenando y crean un cúmulo que presiona por salir desencadenando sufrimiento crónico.

Cuando los sentimientos van hacia afuera y se proyectan en los vínculos y las relaciones enfermizas.

Además, Ángela comentó que, las consecuencias de no tener permiso para sentir producen; por un lado, un gran vacío emocional interior (por ejemplo: la persona puede ser muy inteligente pero interiormente es como un niño que pide ayuda) y; por otro, una vida emocional congelada, donde no se puede sentir ni experimentar vitalidad emocional.

“Cuando está bloqueado, el sentir se expresa con síntomas y enfermedades. Por más que la anestesiemos, la verdad emocional siempre sale a la luz. Si un sentimiento nos perturba, tenemos que aprender a verlo como una alarma. La herramienta terapéutica que tenemos es mirar hacia adentro y ser empáticos, es decir, comprender, acompañar y abrazar lo que nos pasa”, comentó la especialista.

Como conclusión, Ángela recomendó amigarse con los sentimientos ya que; por más que sean tumultuosos, no matan. Lo que mata es la censura, al prohibirlos vuelven con más fuerza. “Tenemos que atrevernos a vivir los sentimientos y transformar los corazones de piedra en carne, permitiéndonos sentir lo que sentimos, haciendo contacto con la magia del corazón abierto y confiable”, finalizó.