“Este juicio que hacemos contra nosotros mismos o contra otra persona en el sentido de condenación, solo le pertenece a Dios que es el autor de la ley. El juzgar la responsabilidad humana es cosa de Dios no de nosotros. Solo El conoce lo que hay en lo profundo del corazón humano. El hombre, el ser humano mira solo las apariencias pero Dios mira lo profundo del corazón. Cada uno de nosotros debe abrir los brazos al niño de nuestro pasado al joven, al adolescente, al adulto que hay dentro de cada uno y eliminar el juicio que solo hace que nos desgarremos el corazón. También debemos encontrar la diferencia entre juzgar a una persona y juzgar una acción.
Ahora veamos las formas de manipulación de la culpa, por ejemplo la manipulación de la culpa a un niño. La culpa la podemos utilizar para que el niño haga algo. Es un método eficiente de los padres para manipular las acciones de los niños. Un ejemplo; la madre dice “Ramón, trae las sillas del sótano porque vamos a comer en un momento” el chico dice “bueno mamá, enseguida voy, estoy viendo un partido y cuando termine voy” entonces la madre dice “ah, no importa, entonces yo lo haré, ay con lo que me duele la espalda, vos seguí disfrutando de tu partido” claro, hay un mensaje subliminal, un mensaje materno productor de culpa porque el chico se imagina a su madre cayéndose de las escaleras con seis sillas en la espalda prácticamente y él es el responsable. El tipo de mentalidad que creamos es “yo me sacrifiqué por vos” ¿le suena? .
En los momentos difíciles el padre o la madre le recuerdan como sacrificaron su propia felicidad a fin de que tuvieran algo. “Con todo lo que yo hice por vos” Nosotros recordamos nuestras deudas y nos preguntamos ¿Cómo podemos ser tan egoístas? Los chicos aprenden con facilidad a usar éste comportamiento destinado a producir sentimientos de culpabilidad y observan como los adultos lo usan para conseguir las cosas que ellos quieren. Es una reacción emocional aprendida. Los chicos saben como y cuando manipular a un adulto. ¿Cómo aprenden el truquito?. Una madre puede manipular a un hijo haciéndole referencia al parto a veces inconcientemente “sufrí 18 hs para traerte al mundo, seguí casada con tu padre pero lo hice por vos, no me fui de la casa por vos” en el fondo, aunque piensan hacer algo bueno, con este comentario están tratando de hacerle sentir culpable por su infelicidad matrimonial. “Está bien, nosotros nos quedamos aquí, solos, vos anda y divertite como siempre lo hiciste y no te preocupes que nosotros nos arreglamos” Todos éstos comentarios sirven para que no se aleje el hijo de la casa o que llame por teléfono o que los visite. Es oír algo como “que te pasa, acaso te rompiste el dedo o no podes marcar un número de teléfono para llamar a tu madre”.
Los padres enchufan la máquina de la culpa y nosotros nos comportamos de acuerdo a ella, con rencor y con malos modos. Funciona también la táctica de “nos dejaste avergonzados, que dirán los vecinos y tu tía”. También está la táctica de la enfermedad “me hiciste subir la tensión, sabes que yo tengo hipertensión arterial. Me vas a provocar un ataque al corazón, me estás matando” Este tipo de culpa puede durar toda la vida. También con comportamientos o pensamientos sexuales “Ni siquiera deberías tener éstos pensamientos, ni siquiera me preguntes de esto, lo que están haciendo es malo” Con insinuaciones constantes al niño “vos siempre interrumpís, debería darte vergüenza, imposible hablar cuando vos estás cerca” También está la culpabilidad relacionada con el esposo. La esposa que utiliza frases como “si vos me quisieras… me estas dejando sola, como nadie me atiende, como no te intereso” entonces logra que el esposo se sienta culpable de no demostrarle su amor siendo más complaciente. Las miradas doloridas, los silencios pronunciados, alargados, los resentimientos son métodos que producen culpa “yo no te voy a hablar así aprenderás, ni te me acerques, como pretendes después de lo que me hiciste” Le recordamos actitudes del pasado periódicamente. Esto obliga a que el amor se adapte a las demandas y normas del otro.
También está la culpabilidad inspirada en el colegio. La encontramos fácilmente en frases como ésta que le dicen al chico “que desilusión se va a llevar tu papá, debería darte vergüenza con esas notas siendo una persona tan inteligente, como podes hacer sufrir así a tus padres después de todo lo que han hecho por vos, no sabes la ilusión que tengo de que vayas a la universidad” En muchas ocasiones se le da mucha atención a las faltas y errores que comete un chico y no se le admira en sus esfuerzos y sus logros. Yo creo que ésta es una enfermedad endémica porque es raro que alguien te diga a menudo “que bien que está esto, te felicito realmente, que Dios te bendiga, el Señor te usa como instrumento o que bien estuvo esto” Digo que es una enfermedad endémica y en Argentina creo que más pronunciada. Somos de vocación negativista y marcar los errores es como parte de nuestra letra de tango. Marcamos mucho los errores. Estamos atados al pasado, casi siempre a los remordimientos, a las nostalgias inútiles en mucha medida. No es bueno generalizar pero es necesario siempre acentuar los progresos y animarlos a que mejoren en lo demás. De ésta manera se obtendrá más fruto que con quejas, indirectas, ironías, murmuraciones y castigos rigurosos.
También tenemos que decir que las instituciones son causantes de culpabilidad “Quédate encerrado en la cárcel y sufrí lo que hiciste, paga lo que hiciste” Muchas sentencias de cárcel, por delitos no violentos como evasiones fiscales, infracciones de transito etc las personas las vuelven a cometer porque a éstos infractores los tratan de reformar por medio de encarcelamientos y productores de culpa que no benefician a nadie mas bien fomentan la repetición del delito como aquel que está a dieta y se come un caramelo y luego siente culpa. En muchas ocasiones en la iglesia se ha fomentado la culpa a través de predicaciones, retiros, catequesis mal hechas y discursos que solo cargan a las personas recalcándole sus errores y sus pecados, recalcando la ley pero sin espíritu, sin hablar de la misericordia o si no hablar de la misericordia pero mal entendida, sin hablar de la ley con espíritu ¿me explico? No se habla de la misericordia, ni de la reconciliación a través del inmenso amor gratuito e incondicional de Dios. Por eso después tenemos moralitos pero no convertidos.
También está la culpa en las relaciones sexuales. Es la actividad que más culpa produce en nuestra sociedad que se dice liberada, caóticamente, anárquicamente, una sociedad que piensa que ha superado un tabú pero a caído en un tabú más profundo todavía teniendo entre ceja y ceja el tema, exacerbándolo hasta el paroxismo y cayendo en la trampa de estar atrapado por lo genital. Entonces, es la actividad que más culpa genera en nuestra sociedad y ésta es siempre autofrustrante, pensamientos, fantasías etc. Nuestra culpa no cambiará nuestro pasado ni hará que seamos mejor persona, de eso no hay duda. ¿Estamos evitando el presente por culpa del pasado? Debemos aceptar nuestro comportamiento sexual en nuestra propia historia, nuestros fracasos y frustraciones y nuestras debilidades. Es necesario que nos aprobemos a nosotros mismos, sin necesitar la aprobación de los demás. Las personas cambiarán cuando vean que no pueden manipular ni controlar emocionalmente a través de la culpa.
La mayoría de las personas no pueden perdonarse por las actividades ilícitas de su pasado. No pueden perdonarse aunque hayan recibido muchas veces la absolución a través de la confesión sacramental. Dios los ha perdonado pero ellos no pueden perdonarse por esas actividades del pasado. Consideran que son las faltas más grandes que pudieron cometer en su vida y que son imperdonables. La verdad que en esto me acompaña la teología moral de la iglesia, la verdad es que el pecado sexual es como cualquier otro pecado con lo grave, de por sí, que es el pecado. La diferencia está en que el enemigo se encargó de seducir a la persona con sus tentaciones (Apoc.12-10) Luego de hacer sentir a la persona que su mal no tiene remedio le cobra su falta oprimiéndola y acosándola con sus acusaciones (Apoc 12-10) Los cristianos contamos con los sacramentos de reconciliación y cuando confesamos nuestras faltas Dios nos perdona y olvida. Es necesario que la persona se convenza del amor perdonador y del olvido de Dios para que pueda dejar de juzgarse y pueda perdonarse.
Pueden leer Proverbios 28-13, 1ª de Juan 2-1-2, 1ª de Juan 1-9, el salmo 103 y muchos otros textos.
Lo que quiero decir con esto, es que evidentemente, el pecado es el no amor, el pecado es darle la espalda a un proyecto original, único e irrepetible, a un proyecto de amor incondicional que el Padre Dios Creador tiene sobre cada uno. El pecado, entonces, es vivir como si Dios no existiera, vivir indiferente a ese Dios que se quiere donar a nosotros. Pecado es el no amor, ya dijimos que amor significa no muerte por lo tanto es vida. Por lo tanto el pecado es muerte no es vida y el que está en la vida está en Dios porque “Yo soy la vida” dice Jesús. Lo que quiero decir es que el pecado sexual es como cualquier otro pecado pero hay que reconocerlo, lo digo con casi 23 años de ministerio sacerdotal. Es que muchísima gente se siente frustrada, aniquilada, anulada porque el enemigo, el mal espíritu a usado errores del pasado para que no pueda vivir el presente en libertad, para que no pueda gozar del amor incondicional de Dios, incluso para que no pueda liberarse de esa opresión de la culpa que le hace llevar, compulsivamente, otra vez a caer, caer, caer. Este es el punto. Fijense que maravilloso el don generador, creador, ese regalo que el Padre Dios Creador nos ha hecho a través de la sexualidad y la genitalidad se convierte, lamentablemente, en el peor camino de desencuentro con Dios, la manera de alejarse de un amor auténtico y mucha gente, llena de vergüenza, se aleja del amor de Dios, de la Palabra, de los sacramentos, de la comunidad iglesia por éste tema, jovencitos y no tan jovencitos.
Me parece que es todo un tema para replantearnos, el gran tema que estamos diciendo que es la culpa. Junto a la culpabilidad está el sentimiento de la preocupación. Mucha gente que se preocupa pero no se ocupa de lo que tiene que hacer. El Señor nos invita a ocuparnos confiando en su providencia y no a preocuparnos excesivamente cargando de angustias y ansiedades nuestra vida. La preocupación es el sentimiento que nos inmoviliza en el presente por cosas que pueden llegar a suceder en el futuro. No hay de que preocuparse. Podemos pasar el resto de la vida preocupándonos por el futuro que esto no cambiará absolutamente nada. Muchos tenemos mensajes como este “por supuesto que estoy preocupado por ella, es natural cuando querés a alguien” o también “no puedo dejar de preocuparme porque te quiero” Así probamos nuestro amor, preocupándonos el momento apropiado y se puede hacer una lista de “me preocupo por” mis hijos, todo el mundo se preocupa por los hijos, no sería buen padre sino me preocupara; también por nuestra salud, si no te preocupa tu salud podes morirte en cualquier momento. También nos preocupamos por la muerte. Nadie quiere morirse, la muerte preocupa a todos o por el trabajo, sino te preocupa tu trabajo podes llegar a perderlo o también en estos días de frío por un ataque al corazón o por accidentes en nuestras maravillosas rutas argentinas, como no preocuparse. A mi siempre me preocupa que mis hijos puedan sufrir un accidente, es natural, ¿no es cierto? O también se preocupan por la economía, la seguridad, tener un niño sano en el embarazo. También se preocupan por lo que dicen los demás, por el peso, por el dinero, porque se arruina el auto y hay que cambiarlo, por las cuentas, por la muerte de los padres, por envejecer, en fin, hay cientos de preocupaciones que llevamos y que no nos dejan ningún fruto positivo. Son preocupaciones de nuestra cultura y pueden autodenominarnos como una persona cariñosa o amable porque nos preocupamos por los demás como una forma de nuestras buenas intenciones. Atención, estas preocupaciones pueden impedir que vivamos nuestra vida hasta que nos enfermemos con úlceras, hipertensión, calambres, migrañas, dolores de espalda, asma, alergia y otras dolencias. Preocuparse es absurdo, debemos enfrentarnos a nuestros temores con pensamientos extraídos de la palabra de Dios, de las palabras de vida. Recordemos lo que nos dice San Mateo 6-25. También pueden leer Filipenses cap. 4 . Ahora, si vos crees que sentirte mal o preocuparte lo suficiente cambiará un hecho pasado o futuro, quiere decir que estás viviendo en otro planeta con un diferente sistema de realidad porque exactamente eso no cambiará nada. Pero, si te dejas de preocupar excesivamente, con angustia, con ansiedad del tema y te abandonas con confianza en la providencia del Padre Dios amoroso invocando el Espíritu Santo y protegiéndote bajo la sangre de Cristo, vos, tu familia, tu trabajo, tu hogar, tu empresa, tu auto, tu camión, lo mas probable es que el corazón se llene de paz y en esa paz encuentres luz, equilibrio, armonía, discernimiento para vivir plenamente el momento presente, el ahora, el aquí donde Dios se manifiesta con todo su amor. La gracia de Dios que pasa y no vuelve, ocupándote no preocupándote y recordando aquellas sabias palabras de San Agustín “Señor dame fortaleza para cambiar aquello que puedo cambiar, dame paciencia para aceptar aquello que no puedo cambiar, dame sabiduría y discernimiento para distinguir una cosa de la otra” y saber en paz que es lo que puedo cambiar y que lo que no puedo cambiar.
Es importante el tema de la preocupación porque comúnmente la preocupación nos lleva a estados alterados de la personalidad en donde la gracia de Dios, los carismas que tenemos no se pueden poner en práctica porque estamos alterados, estamos fuera de sí, desesperados y nos lleva fácilmente a la ira que es una reacción inmovilizante una reacción que se experimenta cuando nos falta algo que esperábamos, algo con lo que contábamos. Cuando cargamos con una culpa que nos agobia, nos produce tal ansiedad que se transforma en compulsiva, sin libertad. Entonces no nos dejamos amar por Dios no permitimos que la sangre de Cristo derramada en la cruz como ríos de agua viva, penetre hasta la herida más profunda causante de ésta culpa, de ese recuerdo, de esa experiencia. Tenemos que saber dejarnos mirar por la mirada de Jesús para sanar toda herida, quitar todo prejuicio, todo tabú, todo obstáculo que pueda venir de nuestros antepasados, aún los que no conocimos. Las generaciones pasadas que ciertamente pueden, con opciones equivocadas, haber influido en nuestras vidas. Para lograr esto ahí está la gracia de Dios delante de nosotros para darnos un camino nuevo porque El vino y viene a hacer nuevas todas las cosas. Para Dios no hay nada imposible, esto es lo importante.