Marcados por Cristo

viernes, 27 de enero de 2017
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27/01/2017 – Una de las señales que el Bautismo deja en el corazón del bautizado es la marca porque allí somos signados por el Espíritu. Uno necesita para ser confirmado en la fe esta unción que nos marca el corazón, esto es la confirmación. Por el don del crisma somos ungidos y marcados por Cristo Jesús.

Nosotros desearíamos que por algunos rasgos la marca de Jesús quede en nuestro corazón. Hoy queremos pensar dentro de nuestro ser cristiano esas marcas que necesitamos aclarar en nosotros ¿marcados por la humildad de corazón, por la sencillez? ¿estar marcados por los rasgos de Cristo en su bondad, por su santidad? ¿Marcados por una mirada de esperanza como la de Jesús, estar sellados a fuego por ese don de alegría que hay en el corazón de Cristo en medio de las dificultades? ¿estar marcados por el Espíritu de la compasión propio del corazón de Cristo?


¿Por qué la gente se tatúa tanto en este tiempo? Quizás sea porque se anhela que haya una marca, que haya algo que nos marque en el camino; un modo de encontrar identidad y de ser frente a los demás. Yo me identifico con… y entonces me marco el cuerpo con aquello.

Esto posiblemente sea parte de un mundo tan cambiante donde todo va tan acelerado y tan volátil, hoy es, mañana no es. Ante un mundo tan descartable, la necesidad de tatuarse. Nos tatuamos porque en el tatuaje encontramos un lugar donde queda sellado algo. Tal vez sea una forma de decir que ante un mundo sin memoria yo dejo grabada una determinada memoria del paso del tiempo en mi vida, para que así este tiempo tan lindo de mi vida no se pase. Este es uno de los males que sufre la sociedad pos moderna, la ausencia de un registro de la historia por lo tanto su presente es muy frágil y su futuro es incierto. 

Esto lo produce la ruptura con un modo de entender la realidad que está bastante fraccionada, como un mosaico que explotó y no se pueden juntar las partes. En este contexto aparece la ausencia de memoria en la sociedad, y como no hay memoria, no hay registro del pasado y todo corre rápidamente en el presente y el futuro con una velocidad a la que vamos donde no se ve claramente pero vamos rápido, ¿a dónde? No se sabe.

Mientras ese “no se sabe adónde” va marcando un rumbo sin rumbo de la sociedad, los jóvenes deciden dejar una marca en su cuerpo casi como una reacción propia de la cultura a la que pertenecemos. Es muy interesante el fenómeno del tatuaje, ahora… ¿cómo tatuar el alma y que se nos note en nuestra forma de ser con estos rasgos que identifican la personalidad de Jesús que nos invita a ser uno con él por la gracia del Espíritu Santo?.

En la Confirmación lo que ocurre es que se nos imprime carácter, viene a tatuarse, por así decirlo, en lo más hondo del corazón el rostro de Cristo con un sello indeleble en el alma, en lo más profundo del ser. Cristo viene a instalarse personalmente y no busca lugares muy firmes donde hacerlo sino que busca lo más frágil, lo más vulnerable, lo más débil de nosotros y allí quiere darnos carácter. Él por su propia fuerza, por la vida del Espíritu en nosotros. Es el Espíritu el que graba la característica de Jesús en nuestro corazón. A ese Espíritu le pedimos que venga con gracia de unción a marcarnos el alma, a tatuarnos el corazón. 

En el Antiguo Testamento los profetas anunciaban que el Espíritu Santo reposaría sobre el Mesías esperado, para realizar su misión salvífica y sería marcado por el sello del Espíritu, ungido.

La venida del Espíritu sobre Jesús en su bautismo que realiza Juan, confirma aquella experiencia anticipada del antiguo testamento: “Este es el Hijo amado del Padre”. Habiendo sido concedido este don por obra del Espíritu Santo, toda su misión va a ser una profunda y total comunión con el Espíritu que el Padre le da “sin medida”, dice Jesús. Esta plenitud del Espíritu Santo no debía permanecer solo en el Mesías sino que debía ser comunicada a todo el pueblo llamado a ser mesiánico, es decir signado por la presencia del Mesías. 

En repetidas ocasiones Cristo prometió esta efusión del Espíritu en el corazón. Promesa que realizó primero en la Pascua y luego manera más manifiesta en el día de Pentecostés, donde luego de la llegada del Espíritu Santo los apóstoles comenzaron a hablar maravillas de Dios y Pedro declaró que esta efusión del Espíritu es el signo y la marca de los tiempos del Mesías, de los tiempos de la salvación. La marca de Jesús en tu ser es para que seas presencia suya en el mundo que muestra un camino de salida. 

Mientras la no historia y un presente veloz sin un sentido cierto aparecen desconcertando y convulsionando el ritmo de la sociedad, Jesús aparece marcando el corazón desde la eternidad para orientar sobre su persona el rumbo desconcertante de la sociedad, para eso nos quiere a nosotros como señales. 

La marca que pone Jesús aunque venga mucha agua no se borra

Desde el tiempo de los apóstoles se comunica a los que son incorporados a la familia de Dios por la imposición de las manos este Espíritu que es el sello con el que Dios nos deja una huella suya en el corazón. Esto explica porque en la carta a los Hebreos, se recuerda desde el principio el bautismo y la imposición de las manos. Esta imposición es la que con toda razón ha sido considerada por la tradición católica como el primitivo origen del sacramento de la Confirmación, el cual perpetúa en la Iglesia la gracia pentecostal, según la expresión de Paulo VI.  

Muy pronto, para mejor significar el don del Espíritu Santo, se añadió a la imposición de las manos una unción con óleo perfumado (crisma). Esta unción ilustra el nombre de “cristiano” que significa “ungido” y que tiene su origen en el nombre de Cristo, al que “Dios ungió con el Espíritu Santo” . Y este rito de la unción existe hasta nuestros días tanto en Oriente como en Occidente. Por eso, en Oriente se llama a este sacramento crismación, “unción con el crisma”. En Occidente el nombre de Confirmación sugiere que este sacramento al mismo tiempo confirma el Bautismo y robustece la gracia bautismal. Es como darle un nuevo vigor, una nueva forma, un nuevo sentido al don bautismal. Cristo viene a marcarnos con su presencia para ser luz para nuestros hermanos. 

¿Qué hace el aceite consagrado en la confirmación?. La unción, en el simbolismo bíblico y antiguo, posee numerosas significaciones: el aceite es signo de abundancia y de alegría (cf Sal 23,5; 104,15); purifica (unción antes y después del baño) y da agilidad (la unción de los atletas y de los luchadores); es signo de curación, pues suaviza las contusiones y las heridas y el ungido irradia belleza, santidad y fuerza. Queremos renovar esa unción del día de la confirmación para que sea abundante, alegre, nos haga más ágiles, nos sane interiormente, nos cure las heridas e irradie en nosotros la belleza de Cristo, su santidad y la fuerza con la que se quiere hacer presente en el mundo. 

La unción antes del Bautismo con el óleo de los catecúmenos significa purificación y fortaleza; la unción de los enfermos expresa curación y consuelo. La unción del santo crisma después del Bautismo, en la Confirmación y en la Ordenación, es el signo de una consagración. Por la Confirmación, los que son ungidos, participan más plenamente en la misión de Jesucristo y en la plenitud del Espíritu Santo que éste posee, a fin de que toda su vida desprenda “el buen olor de Cristo” en el mundo. 

Por medio de esta unción, el confirmando recibe “la marca”, el sello del Espíritu Santo. El sello es el símbolo de la persona , signo de su autoridad de su propiedad sobre un objeto —por eso se marcaba a los soldados con el sello de su jefe y a los esclavos con el de su señor—; autentifica un acto jurídico o un documento y lo hace, si es preciso, secreto.

Hay sellos que son más fuertes que otros. Este sello del Espíritu Santo por la gracia bautismal dice a quién pertenecemos y tiene la fuerza capaz de llevarnos a donde Dios nos quiere conducir con esta marca. Nos marca el camino porque nos da identidad. Es lo que intentamos descubrir hoy, con qué identidad viene Jesús a sellar tu vida e identificarte. Algunos gracia de alegría, o humildad interior y sencillez, me llama a la santidad. Jesús nos ha venido a marcar, nos dejemos marcar por Él. 

Que quede tatuada la gracia de Cristo Jesús en lo más profundo de nuestro ser, que queden marcados los signos de su amor y que podamos vivir siendo testigos suyos en el mundo.

 

Padre Javier Soteras