María como modelo de discipulado

martes, 28 de noviembre de 2006
Tres días más tarde se celebraba una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. También fue invitado Jesús a la boda con sus discípulos. Sucedió que se terminó el vino preparado para la boda, y se quedaron sin vino. Entonces la madre de Jesús le dijo: “No tienen vino.” Jesús le respondió: “Mujer, ¿por qué te metes en mis asuntos? Aún no ha llegado mi hora.” Pero su madre dijo a los sirvientes: “Hagan lo que él les diga.”  Había allí seis recipientes de piedra, de los que usan los judíos para sus purificaciones, de unos cien litros de capacidad cada uno. Jesús dijo: “Llenen de agua esos recipientes.” Y los llenaron hasta el borde. “Saquen ahora, les dijo, y llévenselo al mayordomo.” Y ellos se lo llevaron. Después de probar el agua convertida en vino, el mayordomo llamó al novio, pues no sabía de dónde provenía, a pesar de que lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua. Y les dijo: “Todo el mundo sirve al principio el vino mejor, y cuando ya todos han bebido bastante, les dan el de menos calidad; pero tú has dejado el mejor vino para el final.” Esta señal milagrosa fue la primera, y Jesús la hizo en Caná de Galilea. Así manifestó su gloria y sus discípulos creyeron en él.
Juan 2, 1 – 12

María es modelo de discípulo de su Hijo, es la que sigue el camino de Jesús, la Madre se hace aprendiz de lo que el Hijo viene a enseñar. Este texto, al final, nos muestra un camino discipular que se abre a partir de la primera acción pública de Jesús según el Evangelio de San Juan en la Boda de Caná, “Descendió Jesús a Galilea y con ellos su Madre y allí estuvieron juntos”, justamente a partir de este estar juntos, de este permanecer unidos es donde Jesús va construyendo con los suyos, con los que lo siguen el camino discipular.

María como al comienzo mismo de la vida pública de Jesús aparece modelando, mostrando cómo y de que manera uno debe estar en disposición de aquel que viene a mostrar el camino, la verdad y la vida, en este sentido María, en Caná, al comienzo de la vida de los discípulos muestra los rasgos fundamentales que deben estar presentes en el corazón de todo seguidor de Jesús.

El primer dato que aparece en la vida del discípulo, de lo cual María es fiel modelo y ejemplo, es que el llamado lo hace el Maestro, hace dos mil años todos los discípulos tenían el derecho a elegir a un maestro, al que mas les convenía, sin embargo con Jesús las cosas fueron al revés, él fue quien personalmente eligió a cada uno de sus seguidores.

También en el caso de María, “Alégrate María, llena de gracia, el Señor está contigo”, sin duda la anunciación es el lugar del llamado discipular de María, este que se fue preparando a lo largo de toda su vida y que en ese momento encontró el punto justo en donde Dios en la plenitud del tiempo vino a llamarla para que siendo Madre del Maestro fuera igualmente discípula de Jesús, su Hijo.

A lo largo de los evangelios Jesús le muestra esto a los discípulos, a los que se van a ir sumando a la familia que él va formando “Ustedes no me eligieron a mí, sino yo los elegí y los escogí a ustedes”, el discípulo no depende del gusto personal sino de un llamado que le hace Jesús “Ven, sígueme”, la primera palabra que resuena en el corazón de la persona llamada es la voz irresistible del Maestro que elige para ser uno de los suyos, así ocurre en cada camino discipular, también en el de María que al principio queda sacudida, desconcertada, se pregunta “cómo será esto, yo no convivo con ningún varón”, a la voz del ángel que aplaca su pregunta, que reubica su desconcierto, María responde “Hágase en mí lo que has dicho”, y se dispone a seguir aquella voz misteriosa que la oscuridad de la fe le ha revelado el misterio de la redención del cual ella queda embarazada, Jesús, el que va a ser su hijo, no puede María resistir sino dejar de ir detrás de aquello que se le propone desde el cielo.

Cuando la llamada es clara, resuena con claridad y nuestros oídos se disponen a recibir interiormente aquella voz de Dios que nos invita a ir detrás de él, la llamada se hace irresistible y en la oscuridad de la fe podemos responderle a un Dios que nos desconcierta con sus caminos, que sí aún cuando no entendamos, que sí aún cuando en la oscuridad temamos, que sí aún cuando en medio de nuestras luchas internas no terminemos de aceptar los proyectos con los que Dios nos sorprende, nos invita a construir y a hacer del mundo en el que vivimos un mundo nuevo, un mundo en Él, distinto. Hay situaciones de la vida matrimonial, de la vida familiar que nos ponen de cara a lo nuevo que Dios nos propone, que seguramente generan sacudones interiores, temores, preguntas, la misma que estaba instalada en el corazón de María, la discípula, cómo será esto, son las situaciones simples, como alguien que se va de la casa, la propuesta nueva de trabajo o el proyecto de vida de alguno de los miembros de la familia, como que uno se va a recibir que termina una etapa determinada de la vida, todo esto que es familiar, sencillo, cotidiano nuestro nos pone siempre de cara a cómo será lo nuevo, en ese lugar María nos invita a la confianza, desde ese lugar María nos invita a no temer siguiendo la voz del ángel que ha tomado su corazón “No temas María”, también el Señor hoy quiere decírtelo en lo mas hondo de tu corazón “No tengas miedo, el Señor está contigo”, que ese el Señor está contigo sea justamente el corazón desde donde podamos entender la llamada que Dios nos hace a ir detrás de él sin temores, sin reticencias, sin frenos, sin preocupaciones, alegres y confiados, desprendidos de nosotros sabiendo que Dios abre los caminos.

La voz irresistible del Maestro que llama y que invita al seguimiento de la cual el discípulo no puede desprenderse sin dar una respuesta afirmativa o negativa a su voz que clama supone actitud de parte del discípulo constante de escucha, la escucha es como el rasgo distintivo del que se sienta a los pies del Maestro, no para estar pasivo sino para realizar una de las actividades mas difíciles de este mundo, esta de abrir el oído interior, sin este requisito es imposible llegar a ser discípulo de ningún maestro, Salomón lo traduce así en el texto de 1 Reyes 3, 9 cuando le pide a Dios la gracia como rey mas grande, aquella que Dios le dice lo que me pidas te daré, le dice dame un corazón sabio, que la traducción en hebreo también podría ser, dame un corazón que escuche, y de hecho uno cuando se encuentra con gente sabia se encuentra con gente que sabe administrar las palabras, que saben en qué momento abrir la boca, mas aún esto no lo hacen por una prudencia temerosa sino porque tienen mas abierto el oído y ponen en práctica aquello que es clarísimo en la configuración de nuestro ser, por algo tenemos dos oídos y una boca, para escuchar mas y hablar un poco menos, o en todo caso para decir lo que tenemos que decir cuando vale la pena abrir la boca, el discípulo es un oyente del maestro, así la distingue el Concilio Vaticano II a María, “La oyente de la Palabra”, a tal punto María es oyente y escucha de la Palabra que la Palabra adquiere carne en su ser, tal es la disposición interior que en María hay por la Palabra, la Palabra que suena en su corazón se hace vida en ella, María es la fiel oyente de la Palabra y en este sentido es modelo, ejemplo de camino discipular. El texto que compartimos la muestra así, claramente en actitud de escucha, “No tienen vino”, es su intervención, que es escuchar en la realidad que se mueve su Hijo Jesús, el Maestro, Jesús que responde a lo que ella dice “Qué tenemos que ver nosotros, el tiempo de la redención todavía no ha llegado”, aquella redención que Jesús la tiene particularmente asociada a María, el Señor que mueve a María una vez mas a la fe como ocurriera en la anunciación hace que la Madre de Dios, no solamente ella, sino todos con ellas, los que están siguiendo la escena entremos en esa actitud de obediencia en la escucha por que la escucha de la que se debe disponer el discípulo no es cualquier escucha, es la escucha obediente, ella dice aquello con lo que Dios la ha marcado toda su vida y particularmente la ha signado la anunciación “Hagan lo que él les diga”, como ella misma lo dijo “Haré lo que tu digas, hágase en mí lo que haz dicho”, hagan lo que él les diga para que la Palabra, una vez mas la Palabra que es el Maestro Jesús obre en la disposición de obediencia del corazón que escucha lo que vamos a ver que obra, el milagro en medio de las dificultades, en medio de la carencia del vino con lo cual acababa la fiesta. “Hagan lo que él dice”, la oyente de la Palabra, la que escucha obediente la Palabra de Dios, la que la Palabra de Dios se hizo carne invita a otros a que se pongan en esa actitud interior, cuando uno escucha lo que Dios quiere y responde fielmente al querer de Dios, él obra maravillas, hace milagros en la vida, María es la fiel seguidora y la atenta escucha de la Palabra de Dios y en este sentido es modelo discipular, al comienzo de la vida discipular este dialogo entre Jesús y la Madre sirve a los discípulos para encontrar los caminos por dónde formarse en la escuela Mariana discipularmente.

El discípulo además de recibir el llamado del Señor, de escucharlo con atención y de la escucha hacerse un sabio seguir de la verdad en lo que Dios propone como camino, es uno que esta llamado a creerle al Maestro, un discípulo confía tanto en su maestro que le cree incondicionalmente, María en esto también aparece como aquella que sin reservas dice amén, hágase, tanto en la anunciación, cuando nace el Hijo de Dios, cuanto en la cruz cuando nacemos desde su corazón crucificado con el hijo que entrega su vida y nos hace hijos en él, hágase, que se cumpla en mí lo que haz dicho, no cree en algo el discípulo sino en alguien que es digno de toda su confianza, con razón San Pablo rezaba con toda seguridad sean ustedes quienes confían y también lo decía de si mismo, yo se en quien he puesto mi confianza, a esto nos invita el camino discipular que Dios nos regala en María nuestra Madre, a reconocer y a confiar en aquel que ha venido para que tengamos vida en abundancia y lo hagamos en actitud confiada a su presencia en medio de nuestra vida, confiemos, no hay dificultad en tu vida que no este bajo el signo de la confianza resuelta en aquel que todo lo puede, no hay cosa que te angustie en el corazón, que te entristezca, que te venga a querer robar la paz, que quiera terminar con la armonía en vínculo matrimonial, familiar, que apunte a destruir tu estabilidad emocional, que intente sacarte de tu lugar de servicio y de entrega a Dios, no hay cosa que atente contra esto dentro de tu corazón que puestas confiadamente en las manos de Dios no encuentre una respuesta favorable, amén es la palabra que Dios quiere poner profundamente en tu interior para que allí donde vos sentís que la vida se te va de las manos, que no la controlas mas, que no esta en vos el poder dar respuesta a lo que acontece dentro tuyo muchas veces y alrededor tuyo otras veces, en esos lugares de desconcierto, de no gobernabilidad fácil, sencilla, de no poder administrarlo todo en tus manos, en ese lugar de humildad, lejos de la omnipotencia, apartado de toda seguridad humana el Señor te invita a decir no tengo miedo por que me invitas a no tener miedo y confío, te digo que sí, te digo amén, aunque no vea creo y en vos espero, este es el lugar en donde Dios quiere hacer nueva tu vida, este lugar de confianza, “Hagan todo lo que él les diga”, esta expresión del diálogo entre Jesús y María en las Bodas de Caná nos pone de cara a aquella que supo esperar contra toda esperanza, supo esperarlo al Dios que ella sabía haría nuevas todas las cosas y manifestaría en aquella boda el signo de su gracia de redención que estaba particularmente representado bajo el banquete, la boda y el vino abundante, la presencia de su Hijo venía a dar respuesta a todo esto, aquel banquete nupcial representaba la alianza que definitivamente Dios venía a hacer con su pueblo en la presencia del redentor y el vino servido en el banquete sería también signo de aquella alianza definitiva, alegre, gozosa, de paz con la que Dios venía a fortalecer el corazón humano, María que sabe todo esto, en su corazón israelí formado, espera en la manifestación del mesianismo de su Hijo y por eso creyendo en esto sencillamente invita a asumir nosotros también ese corazón confiado. No tengas miedo, no hay fracaso en tu vida, ni estas llamado al fracaso, no tengas miedo al tiempo que vendrá, es el tiempo mejor que Dios inaugura con su presencia cuando a Él le creemos que está verdaderamente con nosotros como lo estuvo con ella, que el anuncio del ángel a María, que particularmente la acompañó a ella durante toda su vida, en alianza con su corazón materno tome tu corazón y sientas hondamente en tu ser en plena comunión con la Madre y en alianza con ella que el Señor está contigo.

Dice Pablo en Romanos 8 “Si Dios está con nosotros, quién estará contra nosotros, quién podrá con nosotros, la angustia, la persecución, el hambre, la desnudez, quién podrá contra los elegidos de Dios”, nadie, no hay amenaza que venga sobre tu corazón aunque te haga temblar interiormente que pueda contra aquella otra presencia de amor y de alianza con la que Dios ha querido vincularte al corazón de la Madre para que en vos resuenen exactamente las mismas palabras que en su corazón la fortalecieron, le dieron paz y la hicieron esperar contra toda esperanza, el Señor está contigo, y si Dios está con vos a qué le tenés miedo, Dios está con vos.