Maria discípula de la oración contemplativa

miércoles, 21 de octubre de 2009
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Catequesis del 7/10/09

 

 

Se transfiguró Jesús delante de ellos. Su rostro se puso brillante como el sol

                                                                                      San Mateo 17, 2
 

 

La contemplación como mirada de Dios en el Espíritu, el primer punto de nuestra encuentro. Esta es la condición con la que el Señor nos quiere vinculados a El con una mirada transparente llena de luz y de vida y es justamente en la contemplación donde la mirada de Dios en el Espíritu gana nuestro corazón. En ese sentido queremos descubrir a María como modelo, testimonio orante y contemplativo y adentrarnos en la verdadera y propia pedagogía de santidad que Ella nos regala. Un Cristianismo que se distinga por el arte de la oración es lo que nos hace falta y éste es el lugar de elección que la obra de Radio María en todo el mu7ndo ha hecho porque hemos entendido que verdaderamente si el Cristianismo no alcanza los niveles de la mística en el tiempo que vendrá posiblemente deje de ser lo que está llamado a ser. Cuando hablamos de mística no hablamos de misteriosas cosas extraordinarias sino del misterio de Dios vivido en lo de todos los días con la mirada puesta en el Señor. Mientras en la cultura en que vivimos entre tantas contradicciones aflora una exigencia de espiritualidad influenciada también por otras religiones hoy se nos hace urgente que vayamos haciendo camino y escuela de oración. En María encontramos esa escuela en el rezo del Rosario el cual forma parte de la mejor y más rica tradición de la contemplación cristiana. Esta oración se inicia en occidente. Es una oración típicamente meditativa y se corresponde de algún modo con la oración del corazón surgida sobre el humus del oriente cristiano donde la oración es repetir y concentrarse como una gota de agua permite que la oración vaya penetrando el corazón como una llovizna que cae sobre el alma. La oración en María es oración contemplativa. Nosotros queremos ir detrás de ella como ocurrió con los discípulos en la Transfiguración donde ellos vieron que el rostro del Señor comenzó a brillar como el sol. En María encontramos la permanente transformación y transfiguración de su mirada y de su rostro al modo de Pedro, Santiago y Juan nosotros con ella queremos entrar en ese gozo que nos trae la Gracia de la contemplación. Deseamos fijar el rostro en Jesús y descubrir su misterio en el camino de todos los días hasta percibir ese fulgor divino manifiesto en el Resucitado. Contemplando el rostro de Jesús queremos disponernos a recibir el misterio de la vida en la Trinidad para poder nosotros experimentar de nuevo el gozo del amor del Padre y el gozo y la alegría del Espíritu. Dice Pablo en 2Corintios 3,18 reflejemos como en un espejo la gloria del Señor y dejémonos transformar en la misma imagen de El cada vez más así es como actúa el Señor que es Espíritu. Así nos quiere el Señor transformados y transfigurados en su presencia. Hecho uno con El a partir de ésta experiencia orante con María nuestra vida toma como en el Rosario fuerza de transformación. El Rosario es un lugar de transformación porque nos acerca el rostro de Jesús y nos regala la posibilidad con el de experimentar la Gracia Pascual de pasar de la muerte a la vida, de resucitar con El, y anticipadamente vivir la gloria de Dios en medio nuestro. Yo siempre recuerdo que el Rosario fue el punto de partida por donde el Señor nos invitó como familia de Radio María por allá en el año 1995 a verdaderamente dar un paso de calidad en nuestro servicio. Fue Ella que nos ganó el corazón y por la fuerza de la oración del Rosario generó una profunda transformación que en el camino como Radio Encuentro veníamos dando. Esta es nuestra pequeña experiencia victoria de familia de Radio María en Argentina pero por cuanto se multiplica ésta vivencia del Rosario como fuerza de transformación en nuestra propia vida.

El segundo punto de nuestro encuentro: el Rosario, las miradas contemplativas de María

La contemplación de Cristo tiene en María el modelo insuperable. Lo ha dicho Juan Pablo II a esto. El rostro del Hijo le pertenece de un modo especial. Ha sido en el vientre de María donde se ha formado, donde ha tomado también de Ella su semejanza humana que evoca una intimidad espiritual ciertamente más grande aún. Nadie se ha dedicado con la asiduidad de María a contemplar el rostro de Cristo. Los ojos de su corazón se concentran en El. Esto ocurre ya en la Anunciación cuando lo concibe por obra del Espíritu Santo. En los meses sucesivos empieza a sentir su presencia y a imaginar sus        rasgos cuando por fin lo da a luz en Belén allí sus ojos se vuelven tiernamente sobre el rostro del Niño cuando lo envuelve en pañales y lo acuesta en el pesebre. Desde estos lugares la mirada de María está siempre plena de actitud de adoración inclinada, diría yo, al asombro. No se va a apartar jamás de éste modo de estar ante El. A veces va a hacer una mirada que se hace pregunta como en episodio del extravío del Niño en el Templo. Aquella pregunta ¿ porqué nos has hecho esto? A veces se da el caso de una mirada penetrante capaz de leer en lo íntimo de Jesús hasta percibir sus sentimientos escondidos y presentir sus decisiones como ocurre en el hecho de Caná de Galilea. Otras veces se da una mirada dolorida como pasa bajo la cruz donde todavía se da en cierto sentido la mirada de la que está por dar a luz, la parturienta, ya que María no se va a limitar a compartir la Pasión y la muerte sino que va a acoger al nuevo hijo, a nosotros, los discípulos, en el predilecto que está allí al pie de la cruz. En la mañana de la Pascua será una mirada radiante por la alegría de la Resurrección y por fin una mirada ardorosa por la efusión del Espíritu en Pentecostés. En cada acontecimiento de la historia de la Redención en Cristo María tiene una determinada mirada y quiere contagiarnos de esa mirada es decir quiere que aprendamos a mirar a su Hijo como Ella lo mira. Para eso como buena Madre quiere ser maestra y pedagoga nuestra ¿ cómo se logra éste mirar como María mira, éste contemplar como María contempla? Por el camino de la oración del Rosario. En la oración del Rosario nosotros vamos como en Oriente repitiendo una y otra vez, como una gota que va cayendo para que termine por empapar nuestro corazón y en ese sentido es como una pedagogía lenta, serena pero profundamente eficaz y transformadora la oración del Rosario en cuanto nos brinda la posibilidad de contemplar el rostro de Jesús. Las contemplativas miradas de María quieren ir como ganando nuestro modo nuevo de mirarlo a Jesús aprendiendo de Ella la Gracia de la contemplación. En la escuela de la oración mariana, en el Rosario particularmente encontramos la posibilidad de entrar con Ella y aprender el don que el cielo nos acerca en la contemplación. El Rosario a partir de la experiencia de María es una oración marcadamente contemplativa. Es justamente en la oración del Rosario como podemos ir aprendiendo como en una escuela ir aprendiendo, haciéndolo nuestro a éste don ofrecido a todos, el don de la contemplación. La contemplación es una Gracia que el Espíritu quiere derramar sobre todos como un golpe de mirada al cielo que nos contagia de lo que allí está escondido como misterio. Sin contemplación el Rosario, ha dicho Juan Pablo II es un cuerpo sin alma. El rezo del Rosario corre el peligro de convertirse en una mecánica repetitiva fórmula como un contradecir la advertencia de Jesús cuando dice oren y no lo hagan como charlatanes, como los paganos que creen ser escuchados porque hablan con locuacidad, porque se paran en las esquinas y repiten oraciones Entra en tu cuarto y habla a tu Padre que ve en lo secreto y tu Padre que contempla tu corazón en lo secreto El te va a escuchar. En la oración del Rosario tenemos la oportunidad de entrar recordando con María los misterios de Jesús. Por su propia naturaleza el rezo del Rosario exige un ritmo tranquilo, reflexivo, como un remanso que favorezca a quien reza la meditación de los misterios de la vida del Señor. Lo queremos aprender a ver a través del corazón de María. María viene como a abrirnos a la mirada de Jesús. Cuando uno contempla en realidad lo que hace es reconocer la mirada de Dios depositada en uno. Es como una pequeña devolución la actitud contemplativa de nuestra mirada puesta en el Señor que nos mira. Teresa de Jesús invitando al camino de la contemplación tiene una frase que ayuda para entender esto que estoy intentando compartirte. Dice ella a quien invita a entrar por el camino de la contemplación como maestra de la vida contemplativa: mira que te está mirando. Esa es la oración de contemplación. Darnos cuenta que Dios nos está mirando con amor. La oración de contemplación no es una búsqueda de parte nuestra de curiosamente intentar descubrir los secretos que Dios tiene escondido en lo profundo de su corazón por el contrario es una actitud ciertamente pasiva, receptiva, de apertura a que Dios termine de mostrar como nos mira con amor y que ahí pueda revelarnos sus secretos y nuestros secretos. Dios nos está mirando, nos mira con amor. Mira que te está mirando. Esta es la invitación para abrirse a la contemplación. Cuando uno contempla se deja contagiar con la mirada del Señor. Yo lo miro, El me mira, decía aquel anciano en Ars. Esa frase tan reconocida para sintéticamente intentar decir de alguna manera que significa la contemplación. Este estar prendido enamoradamente de la mirada del Señor En la oración del Rosario encontramos un camino para la contemplación

Orar con María el Rosario es meternos en el monte del Tabor, en la transfiguración. De hecho Juan Pablo II cuando nos ha regalado Rosario Virginal Mariae la invitación a renovarnos en ésta oración ha puesto éste texto como un emblema a través del cual nos invita a reconsiderar la fuerza de transformación que ésta oración sencilla, repetitiva tiene cuando la actitud contemplativa la oramos. El Rosario de hecho en si mismo tiene un caracter contemplativo cristológico. La contemplación de María es por encima de todo un recordar, actualizar la obra realizada por Dios en la historia de la salvación. Nosotros contemplamos haciendo memoria de la acción de Dios que actúa ayer, hoy y lo va a hacer también mañana. Toda la Palabra de Dios es una narración de acontecimientos de salvación que tienen un punto culmen en a Jesús y María nos lleva por ese camino al lugar donde el tiempo se ha cumplido, donde el momento de la manifestación de Dios es justo. El tiempo se ha cumplido y Dios ha elegido la plenitud del tiempo manifestado a través del vientre de María, del si de María, de las manos de María y de la mirada contemplativa de María. Cuando nosotros somos invitados a mirar algo alguien nos dice mirá. Nosotros ponemos la mirada donde la pone quien nos está invitando a mirar. Esto es lo que hace María. María cuando rezamos el Rosario nos dice mirá, contemplá. Te estoy mostrando lo mejor que tengo para ofrecerte: a mi Hijo. Detené tu mirada ahí, reposá tu mirada ahí. Cuando uno mira hacia donde María mira en la oración del Rosario contemplativo se termina descubriendo que lo están mirando. Mirá que te están mirando y cuando uno se descubre mirado por Dios, amado por Dios descubre que lo que contempla lejos de ser algo que uno ve por si mismo se ve a si mismo en aquello que mira porque nuestro misterio profundo de ser hombre o mujer se descubre a la luz de ésta mirada de Jesús. Es la mirada de Jesús la que nos da profunda identidad. Por eso María cuando nos lleva a la oración contemplativa del Rosario lo que hace es devolvernos nuestra propia identidad y en éste sentido la oración del Rosario es transformante. Nos regala identidad, nos devuelve Gracia de profunda comunión con Jesús y de honda transformación del misterio del Señor. En el día de la Virgen del Rosario queremos reencontrarnos con la transformación de la propia vida y de la historia que la oración del Rosario como oración contemplativa nos regala. María lo hace enseñándonos a mirar a aquel que es el único capaz de transformar nuestra vida.

 

                                 

Padre Javier Soteras