“María es la que convoca, la Iglesia invita” P. Titín Della Barca

martes, 2 de octubre de 2018

02/10/2018 – Escuchá el testimonio del padre Horacio “Titín” Della Barcasobre la primera peregrinación a Luján que se realizó el 25 de Octubre de 1975, organizada por aquel entonces por un reducido grupo de capellanes dispuestos a acercar la Iglesia a la juventud del pais. Las primeras charlas se llevaron a cabo en el Colegio Episcopal en Devoto dónde el principal planteo era resolver la cuestión de lograr que los jóvenes sintieran ganas y deseos de realizar la peregrinación como un acto de fe. La propuesta recibió el apoyo del entonces Mons. Guillermo Leaden. Se organizaron tres comisiones: Marcha, Contenidos, y Medios de Comunicación y recursos. Una vez en marcha los engranajes, la ciudad de Buenos Aires fue empapelada con afiches así también como la difusión que se hizo por radio y T.V.. Sin embargo, no todos recibieron bien la noticia, ya que no faltó quienes acusaran de comunistas a los párrocos que intentaban reunir a los jóvenes en peregrinación. De todos modos llegó el día y grandes columnas de gente emprendieron la marcha, todos mezclados y unidos sin importar de dónde habían asistido: de Recoleta, de Belgrano, y Lomas de Zamora, de todas las Villas de Bs. As.. Gente joven y mayor, matrimonios con chicos . universitarios y trabajadores. Tampoco faltaron los vendedores ambulantes y heladeros con su carrito, sumando un total de 40.000 según dijeron las periódicos el lunes siguiente, aunque nunca se sabrá la cantidad exacta.

 

Bien se podría decir que la organización de aquella primera marcha, en comparación a las actuales, fue algo precaria ya que no hubo demasiada previsión en cuanto al servicio sanitario, la disposición de agua para los peregrinos y otras cuestiones de logísticas inexistentes debido a la inexperiencia de los organizadores. Hacia las nueve de la mañana del día siguinte llegó la cabecera a las puertas de la basílica y hubo de ser parada a la fuerza ya que desbordaba el entusiasmo. La basílica se llenó de gente de golpe y practicamente no cabía una sola alma más en su interior. El Obispo Leaden presidió la concelebración y la comunión pudo apenas darse a todo el mundo.

 

 

 

 

Mientras tanto, fuera de la basílica comenzó a llover y la gente que no logró entrar a la misa hubo de refugiarse en las recovas, en los bares, y muchos ya habían emprendido el regreso. Al terminar el oficio religioso se leyó un mensaje por micrófono que salió por los altoparlantes a la plaza. Finalmente se cerró el acto con la liberación de dos palomas blancas. Y así concluyó aquella primera Peregrinación Juvenil, sentando las bases de las que hasta hoy llegan cada primero de octubre hasta los pies de la Basílica de Lujan.