07/11/18 –
Jn 2,1-12
El carisma de María es la mirada reconfortante al conjunto del cuerpo eclesial, que la vuelve atenta a todos los aspectos dolientes y pronta a expresarlos, a proveer avisando a quien corresponda, haciendo intervenir a otros. En efecto, en Caná, María no provee directamente a la necesidad de vino, sino que la hace notar, la pone de relieve y la confía a su Hijo.María debe ayudarnos a descubrir qué es lo que falta, no para acusar o recriminar, sino para ofrecer y amar.
María es modelo de identificación y de intrepidez porque es modelo de contemplación. Es tarea fundamental del discípulo cultivar la contemplación y hacer que otros la descubran; actuar de modo tal que la sociedad descubra la primacía del contemplar sobre el hacer, del existir sobre el obrar, del ser sobre el tener.
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