María, Madre del Pueblo

martes, 20 de febrero de 2007
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Al sexto mes el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una joven virgen que estaba comprometida en matrimonio con un hombre llamado José, de la familia de David. La virgen se llamaba María.

Llegó el ángel hasta ella y le dijo: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.” María quedó muy conmovida al oír estas palabras, y se preguntó que significaría tal saludo.

Pero el ángel le dijo: “No temas, María, porque has encontrado el favor de Dios. Concebirás y darás a luz un hijo, al que pondrás el nombre de Jesús. Será grande y justamente será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David; gobernará por siempre al pueblo de Jacob y su reinado no terminará jamás.”

María entonces dijo al ángel: “¿Cómo puede ser eso, si yo soy virgen?” Contestó el ángel: “El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el niño santo que nacerá de ti será llamado Hijo de Dios. También su parienta Isabel está esperando un hijo en su vejez, y aunque no podía tener familia, se encuentra ya en el sexto mes del embarazo. Para Dios nada es imposible.”

Dijo María: “Yo soy la servidora del Señor, hágase en mí tal como has dicho.” Después la dejó el ángel.

Lucas 1, 26 – 38

 

San Lucas forma parte de una comunidad de prosélitos y simpatizantes judíos llamados temerosos de Dios. Por su modo de escribir es un estudioso de la retórica griega, interesado de la exégesis judía, ha conocido a Jesús y el evangelio a través de los textos que le han llegado particularmente de Marcos y en los procesos de evangelización de Pablo.

Como conocedor de la exégesis judía Lucas aplica a toda su obra el principio que aparece en el relato de los discípulos de Emaús, como dice Lucas que dialogaba Jesús con aquellos peregrinos que venían cabis bajo de Jerusalén hacia Emaús, dice así la Palabra “Comenzando por Moisés y por todos los profetas les interpretó en lo que se refería a Él en toda la Escritura”.

Todo el Evangelio de Lucas y el libro de los Hechos de los Apóstoles cuenta con este modo y con esta forma de ubicar a Jesús en el plan de la salvación vinculándolo particularmente a las promesas preanunciadas en el Antiguo Testamento.

De todos lo Evangelios, Lucas es el que mas nos habla de María, primero en los relatos de la infancia, en el capítulo uno y dos. María en el Evangelio de San Lucas es la Mujer de la oración, de la contemplación, de la respuesta activa a Dios y del compromiso, es una mujer comprometida con el dolor y el sufrimiento de su pueblo, y también ella aparece orando después de la muerte y resurrección de Jesús, acompañando a los discípulos a la espera del Espíritu Santo y también ha vivido muy de cerca los dolores mas hondos que el pueblo de Israel tiene instalado en su historia, en lo mas profundo del corazón como es el exilio, después que el niño ha nacido porque Herodes anda buscando terminar con aquel que amenaza su reinado, María con José parten hacia Egipto, exiliados de su propia tierra para escapar de la muerte. 

María siente, sabe, reconoce en su vida y en su corazón el sufrimiento, el dolor de su pueblo, por eso es una mujer de un profundo compromiso con la realidad de los que mas sufren y mas padecen. En este sentido encontramos en la piedad popular mas de un rasgo, de una figura femenina profundamente religiosa, piadosa, mujer de fe, María, la Madre de Dios, madre nuestra acompañando el peregrinar del pueblo.

La cercanía de María no es un fetiche, es una realidad que puede traducirse en una piedad vacía de contenido si no caemos en la cuanta de quien se acerca a nosotros es ella, mas que nosotros usarla como un amuleto para que nos sirva de suerte o para que nos proteja, es María que se acerca a tu dolor, a tu sufrimiento, a tu búsqueda, a tus anhelos, a tus sueños, a tus deseos, es ella que forma parte de tu casa, esta su imagen en tu casa tal vez porque vos la hayas traído de algún lugar o porque te la regalaron, o te despertó en el corazón el deseo porque pasabas por un mal momento, por una circunstancia determinada de tenerla a ella como referencia materna, pero mucho mas que eso María es la que se acerca al corazón de sus hijos porque tiene sintonía con los suyos, es decir, tiene sentimientos de empatía María que la ponen cerca del pueblo que peregrina, que camina, así fue desde siempre.

Tal vez uno de los textos que habla de este sentir empatico que esta en el corazón de María de ponerse en la piel del otro, de ponerse en los zapatos del otro sea aquel del Evangelio de San Juan donde la madre aparece dándose cuenta de todo lo que le pasa a sus hijos y le dice a Jesús en las Bodas de Cana “No tienen vino”, esta Virgen, madre nuestra en el Evangelio de San Lucas aparece en la anunciación del ángel como la hija de Sión, la Virgen Madre bajo la mirada de un mensajero de Dios, el Ángel Gabriel.

En el Evangelio de San Lucas en el capítulo 1, 26-38 tenemos dos géneros literarios que concluyen en un mismo sentido, presentarnos el anuncio del Ángel Gabriel a María, los géneros que aparecen aquí son de anunciación y de vocación, un género literario tiene elementos comunes que comparte en varios textos, como una estructura común que permite descubrir lo presente, por ejemplo en la anunciación del Ángel a María y también en la revelación del anuncio que le hace el Señor a Abraham cuando le dice que va a ser padre de una multitud o la vocación de los primeros discípulos, la vocación de María, hay elementos comunes en todo esto que hace que uno descubra que el modo de escribir que tiene el autor sagrado corresponde a un mismo estilo, a una misma forma, aquí aparecen dos géneros el del anuncio y el de la vocación.

Se anuncia la venida de Jesús como Señor y Salvador, en la llamada a María, aparece la vocación, para que entregue su vida toda al servicio de la misión de este Hijo de Dios. La vocación no se entiende sino en función de lo que es una misión, la vocación nunca es para si mismo, ocurre en uno pero es para una misión específica, esta orientada a los demás, la vocación de María de ser Madre es de estar al servicio del Hijo de Dios.

Quien entrega la misión y la vocación es un mensajero, en este caso es el Ángel Gabriel que es un signo de la presencia de Dios, pero también de la comunicación con el mundo de arriba, este mensajero es un mensajero del cielo que viene con un mensaje de arriba, y él tiene la capacidad de Dios de entrar y salir del ámbito en donde María se mueve, en el versículo 28 dice “entró” y en el 38 dice “salió”, esto que parece una mera descripción de cómo se mueve el ángel nos quiere decir que el ángel se mueve con la libertad que Dios da a sus mensajeros, con la fuerza y el poder que Dios actúa a través de los que le sirven como mensajeros.

El Ángel tiene la misión, así como el ángel de la guarda que tiene la misión de custodiar la vida, nosotros lo reconocemos como aquel que nos cuida, como aquel que cuida nuestro camino, el ángel Gabriel tiene la misión de mostrar el fin, los tiempos finales, el autor sagrado nos quiere decir que este tiene la misión de ponernos en contacto con un acontecimiento que no es cualquiera, esta orientado sobre el fin, por ejemplo en el libro de Daniel en 8, 16 aparece este ángel, dice así la Palabra: “Mientras yo, Daniel, contemplaba esta visión y trataba de comprenderla, ví de pronto delante de mi como una aparición de hombre, de una voz de hombre, sobre el Ulai que gritaba: Gabriel, explícale a este la visión. El se acercó al lugar donde yo estaba y cuando llegó me aterrorice y caí”, cuanta similitud hay entre la reacción de Daniel y la de María, la Palabra dice: “Ella se turbó” este sacudón interior es por la presencia de lo sobrenatural para nosotros difícil de recibir en nuestra frágil naturaleza y entonces el Ángel Gabriel le explica a Daniel la visión que tiene que ver con el fin de los tiempos.

El que aparece es Gabriel que viene a mostrarle a María el final de los tiempos que se acerca con la persona de Jesús, a veces el mensaje apocalíptico tiene en algunas religiones como un mensaje de terror, aun dentro de la Iglesia cristiana, cuando hablamos de final lo que Dios busca es alentarnos en el camino, como cuando uno va de viaje y se acerca al final se pone mas contento porque está llegando a la meta, por eso el anuncio esta lleno de gozo siendo sobre el final, ciertas actitudes religiosas cuando hablamos del final de los tiempos apocalípticos la traducimos de una manera que no es como Dios nos la propone, Dios no propone la mirada sobre el final con miedo, Dios no espera de nosotros una respuesta en la fe basada sobre el miedo, no es que me tengo que portar bien porque sino me van a castigar, me tengo que portar bien para vivir bien, no es que me van a castigar que es lo que a veces esta metido en una religiosidad culposa desde donde nos solemos vincular a Dios, una religiosidad culposa lo que hace es pensar en un Dios que mas que ser Padre de la misericordia tiene un garrote en la mano, si yo no me porto bien ese garrote viene sobre mi, ese no es Dios, no es el Dios que Jesús viene a mostrarnos, puede ser un Dios que yo me fabrique a la medida de mis conflictos pero no a la medida que Dios quiere que entienda de ÉL.

Cuando hablamos de final en el libro de Lucas, de esta mirada apocalíptica que siempre acerca Gabriel, el que habla del final, esta lleno de gozo el final, “Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo”. Se acerca un tiempo final para vos y para la humanidad, Dios que viene a poner en orden las cosas, lo que se acaba es un mundo de tristeza, de angustia, de sin sentido, un mundo marcado por la depresión, el agobio.

Se inicia un nuevo tiempo para vos, esto viene a decirle el ángel de parte de Dios a María para que ella se alegre.

Fijate que distinta es la mirada apocalíptica de la que se hace eco María en el anuncio a la que a veces se maneja como mensaje del terror que lo que hace es acurrucar el alma, achicar el alma, marchitarla, muy lejos de todo esto es el anuncio que hace el ángel, expande el corazón de María, lo abre, después ella va a cantar la grandeza del Señor cuando se encuentre con Isabel, María en la anunciación es todo un canto de alabanza a Dios porque ha mirado la humildad de su servidora y ha ensanchado la mirada en su corazón. El ángel Gabriel también esta presente con nosotros hoy para compartir este anuncio del gozo y de la alegría, de qué lugares del miedo Dios nos invita a salir y a qué lugares de alegría Dios nos invita a compartir la vida en este tiempo, dónde el miedo viene a acurrucarte el corazón, viene a marchitarlo, a encogerlo, a hacernos sentir que no vale tanto la pena vivir, dónde sentimos este mensaje dentro nuestro y dónde el mensaje de Dios que es de gozo, de alegría, de paz, es mas expansivo, comunicativo de la vida.

El abrirse en el gozo, en la alegría, en el compartir es lo que Dios quiere de nosotros lo otro es para que se valla afuera de nosotros, compartir esto para descubrir en discernimiento dónde Dios nos va guiando y dónde no es Dios el que nos conduce sino nuestra propia conflictividad o la acción del mal.

En esta catequesis hay una indicación de Lucas en el anuncio del ángel que tiene todo un sentido en Israel, es esta palabra que forma parte del mensaje del Señor a María a través del ángel, “Alégrate, llena de gracia”, esta expresión alégrate resulta muy familiar en Israel, el saludo del ángel tiene dos aspectos novedosos, por un lado uno que es inusual, el saludo a la mujer, no se saludaba nunca a la mujer en la cultura hebrea, y lo segundo es que no usa el típico saludo hebreo, paz, sino alégrate, este saludo aparece en otros textos como en Zacarías 9, 9-10 “¡Alégrate mucho, hija de Sión! ¡Grita de júbilo, hija de Jerusalén! Mira que tu Rey viene hacia ti; él es justo y victorioso, es humilde y está montado sobre un asno, sobre la cría de un asna”.

Alégrate hija de Sión, esta hablando de Israel, por lo tanto es María símbolo del pueblo, de ahí decimos que el anuncio del ángel nos toca también a nosotros porque en María estamos también nosotros, por eso es que el anuncio del ángel a María en el “alégrate María” toca tu corazón y toca el mío, y hay un motivo por el que tiene que llenarse de alegría, Dios ha mirado a María y nos ha mirado a nosotros, su pueblo, con misericordia, “Alégrate llena de gracia, el Señor está contigo”, Dios está cerca de ti, forma parte de tu historia y de tu vida, alégrate, llenate de gozo, de alegría.

La alegría de María es desbordante, llena de júbilo, porque es una alegría de liberación, es una alegría que rompe cadenas, que termina con una etapa de la historia, que anuncia una etapa nueva de historia, es presencia mesiánica, todo esto lo dice Lucas en este relato del anuncio del ángel comparándolo con este texto que compartíamos nos esta orientado a descubrir en María la personificación del pueblo, en María estamos todos nosotros, llamados a vivir en clave de gozo, ya no es la ley, ya no es el cumplimiento de un precepto, de una norma, ya no es la realización de un culto determinado, es misterio de alianza de Dios que quiere compartir la vida con nosotros y no se fija si sos mas o menos piadoso, bueno, culto, gordo, no interesa tu condición lo que importa es que Dios te quiere, te ama, no es que Dios se decide a esto porque vio que las cosas estaban bien ordenadas y entonces dijo yo que soy bueno, soy eterno, soy todopoderoso me bajo y comparto con estos que hicieron algo para que yo pudiera estar con ellos, Dios no es elitista, es un Dios del pueblo, es un Dios cercano que mide solo con la medida del amor y lo que le decide a ir sobre los demás es el amor que hay en él, no las condiciones que ofrece el otro para estar con él, eso hacemos nosotros en nuestros vínculos que nos fijamos si el otro guarda alguna condición para que me pueda vincular, Dios no se mueve así, se mueve solo con amor y desde el amor se decide a ir donde el pueblo se ubica, Dios se acerca a vos con el mismo amor que se acerco a la hija se Sión, a María, diciendo alégrate, goza de mi presencia, yo estoy con vos, y si Dios esta con nosotros dice el apóstol San Pablo en la Carta a los Romanos en el capítulo 8, quién estará contra nosotros, la alegría nos da seguridad, la alegría de Dios son las espaldas cubiertas, es el camino por delante que nos queda por recorrer, es la certeza de que con Él todo lo podemos y que nadie puede contra nosotros, dejemos que Dios se siga metiendo como quiera, sin ponerle obstáculos ni resistencias, sin querer justificarnos, a Dios no le hace falta, nos conoce, sabe quienes somos pero no decide por nosotros.